miércoles, 16 de diciembre de 2009

No apta para todo público

La controvertida "Anticristo", del danés Lars Von Trier, se proyectó en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha de La Plata. Atención, leer antes de ver.

Anticristo llegó a las salas del Cine Select del Pasaje Dardo Rocha. El nuevo filme del controvertido realizador danés Lars Von Trier se proyectó en el Ciclo Freak del espacio municipal.

Después de recibir abucheos, críticas y risas en el festival de Cannes, así como desmayos y malestar en otra parte del público, la película que el director considera de lo mejor que ha hecho, tiene como protagonistas a Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg. Dividida en un bellísimo prólogo, epílogo y tres capítulos (Duelo, Dolor y Desesperación), la historia representa el infierno según el cineasta, en donde una pareja pierde a su hijo y, a partir de allí, en una cabaña en un bosque, no existe el consuelo y la culpa y el sufrimiento se vuelven insoportables. Se traslada el tormento psicológico al físico, aunque Dafoe interpreta a un terapeuta que para algunos críticos no hace más que reproducir una psicología barata, aunque en una gran actuación.

Escenas de sexo explícito y violento, castraciones, fluidos sangrientos, tormentos internos y tres animalillos perdidos en el bosque: un zorro, un ciervo y un cuervo, uno de ellos que habla y come sus propias tripas.

Aquellos que conocen a Von Trier, creador del Dogma 95 (votos de castidad para el cine, con 10 mandamientos que procuran una realización pura de escenografía, iluminación, filmada con cámara en mano, etc.) esperaban polémica, aunque no tanta. “No tengo que justificarme. Yo hago películas y esta es fruto de la voluntad de Dios. Además, yo soy el mejor director de cine del mundo”, dijo siendo coherente con su estilo en la rueda de prensa tras la proyección en Cannes.

No es sólo efecto, es profundo enojo hacia el director de Bailarina en la oscuridad (2000), Los idiotas (1998), Dogville (2003), y aquella que cautivó a los críticos Contra viento y marea (1996). Es que se espera mucho de él, del mismo autor de frases como “no me debo a la audiencia sino a mí mismo. Hago las películas para mí. Ustedes sois sólo mis invitados”.

Mucho se ha dicho sobre estos filmes que muestran lo que normalmente no se muestra o que consiguen efectos que de tan realistas se vuelven insufribles. De Von Trier, después de los desnudos y encuentros grupales de alto voltaje de los jóvenes, que encerrados en una casa simulaban ser idiotas, o la opresión y escenarios de asfixia del personaje de Nicole Kidman encerrada en el pueblo sin paredes de Dogville, nada parecía poder sorprender, pasar sus propias fronteras.

Sin embargo, haya gustado o no, habiéndose burlado el público de las metáforas morales, cristianas o fantásticas; descartado por perfecta la introducción musical en blanco y negro (que muestra la secuencia en donde el niño se arroja por la ventana mientras sus padres tienen relaciones); cabe mirar lo que está de fondo: el sentido artístico, filosófico e ideológico.

Cuando Irreversible, de Gaspar Noé, se convirtió en vox pópuli, fue a causa de las dos escenas que provocaron la expulsión de mucha gente de las salas. ¿Por qué filmar una violación como si fuera en tiempo real, en una sola toma de nueve minutos sin cortes? ¿Por qué mostrar de manera tan cruda el asesinato de un hombre provocado por interminables golpes con un extintor? ¿Por qué las escenas de sexo explícito, las mutilaciones sexuales en Anticristo?

Ambos directores, son reconocidos por su capacidad estética y forma de filmar. Irreversible está contada de atrás hacia delante, y la brutalidad de las secuencias fueron defendidas por el director argentino como una forma de desnaturalizar, ya que piensa que mostrar la violencia siempre del mismo modo inmuniza a los espectadores y justamente él busca todo lo contrario.

¿Es sólo la intención de los artistas el efecto comercial, como se ha dicho?

Es raro que se los acuse de ello cuando lo que hacen es espantar al público del cine (¿o hay también una puesta a prueba con el morbo?).

La búsqueda de los extremos en arte no es patrimonio exclusivo de directores como estos, que nos recuerdan que lo que ellos hacen es una ficción, una construcción, nadie en verdad fue sometido a tales torturas.

Quizás de manera provocativa Lars Von Trier dijo que su nueva película fue para él una especie de terapia, ya que se encontraba viviendo una crisis. La posibilidad de pensar de dónde surge el deseo de construir algo así, en todo caso pertenece al campo de la psicología. Lo que sí puede debatirse, más allá de las intenciones o el impacto, es acerca de lo que esa obra significa en el entramado cultural del momento.

Fuente: Hoy

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