
Para vestir a diario, para las fiestas de disfraces o para ahorrar dinero, las ferias americanas presentan una alternativa económica y novedosa. Ofrecen prendas únicas con diseño y a bajo costo. Se complementan con el comercio tradicional.
La vidriera se convierte en un atiborrado muestrario de oportunidades tentadoras que se exhiben como posibilidades únicas para acceder a algunas prendas a muy bajo costo.
Los percheros desbordan de ropa prolijamente acomodada por tipo. Camisas, vestidos, carteras, collares y zapatos, todo lo necesario para vestir de pies a cabeza.
Entre medio de todo, al fondo del local, una chica revuelve un canasto y, con algo de empeño, encuentra lo que estaba buscando. Se prueba la prenda como en cualquier local del centro comercial y al salir exclama, “lo llevo”.
Cada vez más, las ferias americanas se están instalando en la ciudad como alternativa de consumo, o complemento del comercio tradicional, que también ofrece buenos precios y facilidades. Cualquier garaje, local o casa, en un buen lugar para desplegar la oferta de prendas nuevas y usadas que se ajusten a nuestro gusto y presupuesto.
Los cambios en el consumo
María Clara es la dueña de una feria en diagonal 80. En 2005 abrió un local chiquito, pero el aumento de ropa y clientes la obligó a desplegarse.
“Para tener una feria de este tipo, hay que tener habilidad. Habilidad para tratar con quien te vende la ropa y con quienes compran y, por suerte, Dios me dio esa habilidad”, cuenta.
Detrás de ella, se alza una estantería con varias carteras de cuero estilo Channel, “de esas que ahora se usan tanto”.
María Clara confirma la tendencia general. Desde hace algo más de un año, las ferias americanas no son sólo un lugar donde compra la clase baja, sino que cada vez más, la clase media y media alta recurren a comprar prendas económicas que, en muchos casos, son importadas y se adaptan a la moda.
“Las chicas más jóvenes vienen mucho, porque saben de las telas que se usaban antes y, además, les gusta mucho la onda retro, entonces acá encuentran prendas de los años ‘70 u ‘80 que les encantan”, comenta. La vuelta de las prendas vintage ha agregado ese valor que le faltaba para sumar clientes. Prendas con cortes de hace décadas son el aperitivo favorito de una juventud que innova con lo viejo y recicla estilos que, tal vez, usaron sus padres.
Otro grupo de clientes lo conforman los estudiantes de Diseño de Indumentaria que recurren a las ferias en busca de modelos y prendas para poder desarmar, sacar moldes y volver a armar. Los actores también encuentran su paraíso terrenal entre sectores atestados de prendas que se convierten en vestuario para puestas en escena de poco presupuesto: “A veces vienen, revuelven todo, buscan y, cuando se prueban salen del vestidor y ensayan alguna escena para ver si el vestuario va con los personajes. Es re divertido porque tengo función para mí sola”, se regodea María Clara.
Las vueltas de la crisis
Sumado al cambio en los clientes de este tipo de negocios, también se ha visto un cambio en los vendedores que se acercan a ofrecer cosas que ya no necesitan y que ocupan lugar, no sólo en el ropero, sino también en la cocina. Platos, vasos y utensilios se mezclan con bufandas, y accesorios.
“Antes venían las mucamas a vender la ropa que les daba la señora de la casa y a ellas no les servía. Ahora ya no vienen más esas mucamas. Son las señoras las que se acercan a vender su ropa, ya no se la dan más a la mucama, porque ven en esto una posibilidad de juntar algo de plata para comprarse alguna otra prenda en otro lugar”, cuenta María Clara casi como en una radiografía del cambio que produjo la crisis.
Liquidación por cierre
Otros que aportan prendas a las ferias son los locales que lamentablemente cierran sus puertas y quedan con un remanente de prendas que ya no pueden liquidar.
Por lo general, se trata de prendas de temporadas pasadas, de buena calidad, pero que ya no pueden ser vendidas. Sólo en esos casos se pueden conseguir distintos talles o colores de una misma prenda.
Esta solución permitió que los dueños de esos locales que tuvieron que bajar la persiana puedan deshacerse de aquellas prendas que no tuvieron salida y que son objetos muy valorados en las ferias por ser nuevos y de calidad.
La renovación de las ferias
Nuevas alternativas aparecen en el horizonte de esta forma de negocio. Una resignificación de los lugares de intercambio se da entre la juventud que empezó a crear “multiespacios”, donde cada uno se la rebusca “para ganarse el mango”.
Ahí, la típica feria americana de ropa usada se mezcla con diseñadores de prendas únicas y originales con firma de autor, objetos de decoración, fotografía, música y hasta servicios de masajes y estética. Todo en un mismo lugar.
El objetivo de estos multiespacios son poder darle la oportunidad a jóvenes emprendedores que comienzan en sus rubros de exponer lo que producen, rodeados de una atmósfera de kermesse donde no faltan los sorteos y la circulación de mate.
Ahí también el público es bastante selecto. “En noviembre armamos la primera exposición de producciones independientes en mi casa y, la verdad, que la convocatoria nos desbordó”, cuenta Rocío. La difusión la hicieron por internet y entre los contactos que cada expositor tenía. “La verdad que vino gente que ninguno conocía pero que se había enterado de la propuesta y se fueron preguntando cuándo se hacía la próxima. Además, después de esto, los diseñadores recibieron llamados de gente que les querían comprar sus cosas, fue increíble”.
Rocío aún no sale de su asombro. Lo que comenzó como un espacio para dar a conocer lo que cada uno producía resultó el germen de la posibilidad para que muchos jóvenes pudieran hacer de sus proyectos una realidad.
La organización, otro recurso que genera empleo
Basta una búsqueda rápida en internet para no dejar de asombrarse de la oferta y demanda de ferias americanas y el intercambio de información sobre direcciones y rubros que cada una cubre en distintas localidades.
No sólo eso, sino también las ventas de garaje que dieron origen a estas ferias son un blanco perfecto para conseguir empleo. Así como existen ferias gestionadas por los interesados en vender aquellos objetos que ya no necesitan, también están quienes ofrecen su casa o sus servicios de organización para realizar las ferias.
Esto ahorra al feriante la preocupación de estar hasta en los más mínimos detalles y que las ventas se realicen de manera ordenada para sacar el mayor provecho en el menor tiempo.
Así las cosas, las ferias americanas comenzaron a posicionarse en un lugar de privilegio, tanto entre quienes buscan sacar provecho de aquellas cosas que ya no necesitan como en los que prefieren ahorrar dinero sin resignar estar a la moda.
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