sábado, 12 de diciembre de 2009

El verdadero triunfo

Juliana Ruiz

Después de su experiencia en Operación Triunfo, la cantante platense entendió exactamente lo que no quiere de la música y decidió hacer lo que más le gusta sin otra imposición que la de su propio deseo.

Seguro la conocen. La artista platense que desde los 17 años canta en pubs, pasó por obras infantiles, trabajó en comedias musicales, incursionó en el under y en el extremo opuesto trabajó para Disney como cantante y conductora, grabó canciones para programas de televisión como Verano del ‘98 y Verdad-Consecuencia, y participó de aquello que la lanzó al conocimiento masivo: fue finalista de Operación Triunfo.

Juliana Ruiz presenta su segundo disco Querido George, querido Ira, un homenaje a los hermanos Gershwin en el espacio de Arte Vendrás alguna vez. “El proyecto surge de la admiración y amor que sentimos por esta dupla compositiva y su obra. (…) Es una carta de amor, a estos hermanos que representan lo mejor del cancionero norteamericano de principios del siglo pasado”, dice Juliana de su disco.

El nuevo álbum salió hace un mes y medio y se presentó en Buenos Aires, “pero faltaba La Plata”. Con un gran caudal de voz, Juliana tuvo que hacerse un lugar demostrando con su canto lo que tiene para dar, intentando romper los prejuicios por haber participado de ese programa que quedará como una anécdota en su vida y nada más.

-¿Por qué Gershwin?

-Soy fan. Este disco pertenece a un show en vivo que vengo haciendo hace tiempo. Era como una cosa paralela a lo que fue el disco anterior, que tenía temas propios, más pop si queres, pero no era un disco de jazz. Después de tocar durante bastante tiempo me dieron ganas de grabarlo.

-¿Necesitabas marcar tu terreno con el jazz?

-No fue desde ese lugar premeditado, porque tampoco sé si el disco que viene va a ser de jazz. Hay un lugar jazzístico en el cual me siento cómoda y me fascina. Pero yo me siento una cantante popular, y encaro lo que hago desde ese punto de vista. El jazz de Gershwin en su momento era popular, después devino en algo que es más una cosa de pocos, más intelectualosa, pero en su momento lo que se escuchaba por la radio era para bailar y para apretar. De hecho el disco este lo encaramos desde este lugar, desde la parte popular del jazz, de cómo fue en su nacimiento.

Juliana dice que le interesan cantantes que no tienen una línea o que pueden ubicarse en un género musical, sino más bien aquellos que “cantan lo que tienen ganas de cantar en ese momento. Y ese es un poco el lugar que me interesa ocupar. No un lugar de encasillarme en un género, porque eso no me hace feliz. Más allá de que este sí es un disco de género, no es para un público jazzístico, sino para todo el mundo que tenga ganas de escucharlo”.

-¿Ahora tenés libertad de decisión, cosa restringida cuando estabas en la tele?

-Obvio, me costó un montón llegar a este lugar. El primer prejuicio que tuve que romper es el mío propio.

Juliana habla del encasillamiento al que se ven sometidos quienes en su momento eligieron participar de uno de esos shows de competición y casting. El precio termina siendo alto, al menos para algunos artistas.

Sin embargo para Juliana es pasado. “Estoy en otro momento personal, soy mamá y me hice cargo de lo que tenía ganas de hacer, el disco que tenía ganas de hacer… en una cosa medio chapulinesca de que me sigan los buenos… Ojalá la gente lo reciba bárbaro, pero más allá de eso nadie me quita el placer de haber hecho este disco. La ruptura que estoy haciendo es hacerme cargo de mi deseo en mi producción. Y tengo ganas de seguir en esa línea. Ya estoy trabajando en el disco que viene”.

-Debes haber lidiado con muchos prejuicios…

-Hay un montón de gente que flashea con el disco, cuando lo ve en vivo... El pasado te condena para siempre. Ponés Juliana Ruiz y te aparecen los videítos, y ya está. Lidio con eso y vivo con eso. Ya no lo llevo como carga, en su momento sí. Y más me pasó cuando terminamos el programa, y nos pasó a todos. El tema es o me tengo que esconder en un agujero y no hacer más música, o de a poquito ir ganándome mis espacios, a los codazos, y tratando de hacerlo lo mejor posible como para convencer. No me puedo hacer cargo del prejuicio ajeno, porque sino es una carga muy pesada.

-¿Ahora que estás con otra perspectiva, qué balance hacés?

-Yo un poco por principio no me arrepiento de nada. De saber lo que se hoy, de haber tenido esos datos con los cuales obviamente no contaba en ese momento, posiblemente no lo hacía. Pero no es lo mismo que arrepentirme. Se por qué lo decidí, y me hago cargo de esa decisión y me parece que lo importante es quedarse con la lección. De la vida todo se aprende incluso de las cosas que no se dieron como vos esperabas... Fue una muy buena lección la que aprendí en Operación Triunfo.

Exactamente lo que no quería hacer desde lo musical, que no es poco.

Tiene una hija de dos años, que la acompaña en los nuevos proyectos. Aunque dice que Operación Triunfo no es lo más bizarro que hizo en su vida, se imagina con el tiempo recordándolo como una vieja experiencia. “Algún día voy a sacar los videos y nos vamos a reír todos juntos”.

Fuente: Hoy

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