jueves, 16 de julio de 2009

Laura Novoa, de regreso al San Martín

Hija de Pepe Novoa, esposa del autor Mario Segade, la actriz se enorgullece por "haberse puesto el mameluco y laburar siempre". El domingo estrena la obra "Un poco muerto".

Por Javier Firpo

"Estoy un poco 'obse', los estrenos me suben las pulsaciones, perdón". La que se disculpa es Laura Novoa, que llega al bar Malas Artes demorada y con la cabeza puesta en "Un poco muerto", la primera obra de su marido Mario Segade, que se estrena el domingo en el Teatro San Martín. Se abraza el cuello, la garganta, Laura, como queriendo protegerse la voz. "En el San Martín es primordial, no existe el micrófono", hace saber esta actriz que llama la atención por no llamar la atención.

Su sencillez y austeridad, el placer cotidiano por ir a la plaza con sus dos hijos o el mantenerse con la misma pareja desde hace 12 años, la hacen una persona... llamativa. Sonríe Laura, casi en silencio, y esboza: "Soy algo chapada a la antigua".

Digamos... normal.

Una actriz con hábitos de una mina común y corriente. Nunca me interesó eso de la actriz-diva, yo creo que hablo otro idioma.

Por tu cercanía al San Martín, ¿fuiste vos la que le "vendió" la obra de tu esposo a Kive Staiff (director del complejo teatral)?

Imaginate que yo "volanteaba" en la puerta del teatro hace más de veinte años, por lo que conozco todos los rincones del San Martín. Por eso, lo primero que se me ocurrió fue llevarle la obra a Kive, porque me interesaba que la leyera, como si se tratara de un padre. Y le encantó...

¿Cómo fue la novedad de trabajar con tu marido?

Todo un descubrimiento, porque si bien habíamos hecho unos capítulos televisivos, éste fue el primer laburo fuerte que encaramos y, la verdad, fue una experiencia positiva. Yo creo que, como actriz, una debe enamorarse del director, que es la mirada exterior, quien te ayuda a estar mejor, quien confía ciegamente... Y si encima el director es mi marido, qué mejor.

¿Qué te aportó puntualmente?

Exigirme más. Mario fue duro y riguroso conmigo, me dijo cosas sin anestesia que, quizás, a otro le hubiera costado más.

Novoa habla con admiración de Segade, que es un autor consagrado en la TV a partir de las exitosas "Verdad-consecuencia", "Vulnerables" y "Resistiré".

A los 37 años, Laura está plantada en la vida. Se percibe por su claridad conceptual, ésa que transmite quien sabe cómo es el camino, más allá de alguna posible bifurcación.

En su amplio recorrido figuran desde los -lejanos- programas "Hombres de ley", "Socorro quinto año" y "Poliladron", la obra "La Celestina" o la película "Matar al abuelito". Ella reconoce que "es una de las tres o cuatro vidas que integran "su" vida. Y eso que dio ventaja cuando se "exilió" en París con un francés que la conquistó...

Lucís como quien domina la escena...

Creo que tiene que ver con cómo voy madurando. A mí, la madurez me colocó en un lugar más blando y más positivo. Hay una frase de una autora que me identifica: "A partir de los treinta, la mujer decide si se convierte en una resentida o no... Y conmigo la vida fue muy generosa. Yo laburo para estar donde estoy.

¿Qué es "estar donde estoy"?

Significa trabajar de lo que me gusta, no ser primera o protagonista, que no forman mi vocabulario.

Quizás, esa sólida raíz tiene que ver con el haber hecho un poco de todo. Trabajó de recepcionista en Coconor e hizo changas de todo tipo para pagarse las clases de teatro, su mayor deseo, del que sus padres -que nunca le dieron todo servido en bandeja- no podían hacerse cargo. Extrañamente dice que alguna vez dudó entre ser mucama, monja y vedette.

Con tu cabeza de hoy, ¿de cuál estás más cerca?

Agustín Alezzo, un gran maestro, me dijo que lo maravilloso del actor es que se pueda zambullir en todas las personalidades. Y todos tenemos algo de bueno, de malo, de monja y de puta...

Hija de Pepe Novoa, esposa de Mario Segade y, curiosamente, vos sos más conocida... Este nepotismo, ¿te pesa, te brindó cierto acomodo?

Yo no tengo necesidad de explicar nada, no a esta altura. Desde el vamos nunca acepté ser el hija de, más allá de sentirme orgullosa. Pero jamás pretendí utilizar un nombre para llegar a buen puerto. Y eso lo mamé de mis viejos y toda la familia tiene una posición muy formada sobre esta carrera. Después está la seguridad de cada uno, y yo la conseguí poniéndome el mameluco, nunca haciendo las cosas de taquito, creo que ése es mi único aval.

Fuente: La Razón

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