sábado, 2 de mayo de 2009

Gratos aires y sonidos ancestrales

Pablo Trosman, Graciela Mendoza y Tito Molina forman el grupo Tierra en Flor Foto: LA NACION / Andrea Knight

Platea infantil. El grupo Tierra en Flor, dentro del ciclo de Momusi, combina música y teatro

Por Juan Garff

Tierra en Flor. Intérpretes: Graciela Mendoza (voz), Pablo Trosman (charango, sikus, percusión) y Tito Molina (actuación y títeres). Próximo recital: Ciclo Momusi, Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444, domingo 24 de mayo, a las 11 hs. Entrada libre (se entregan desde una hora antes).
Nuestra opinión: muy buena

Trinos de aves, el croar de las ranas y el sonido de los grillos abren el camino del recital. Arman un paisaje sonoro que ilumina lentamente el escenario. A la sombra de un algarrobo que tendrá parte activa en el desarrollo del espectáculo se descubre a la mirada alerta una amplia variedad de pequeños elementos, entre ellos una veintena de instrumentos musicales, a modo de partitura concreta de la que surgirá la música. Entre ellos se plantan los intérpretes de Tierra en Flor, con los cantos ancestrales de los pueblos originarios de los territorios que hoy conforman la Argentina.

El recorrido lleva desde las orillas de los ríos guaraníes al sur fueguino y patagónico, para ascender luego hasta la Puna. La limpia voz de Graciela Mendoza -de larga trayectoria previa en el grupo Indio Universo- amplía el registro auditivo de los pequeños espectadores con versiones en mapuche o en quichua de temas anónimos, algunos de ellos provenientes de las recopilaciones de Leda Valladares y otros de la misma intérprete. Tal vez valdría la pena, sin necesidad de caer en didactismos que cortan la magia del recital, alguna explicitación de la variedad de idiomas, de culturas, que pueblan el país, alguna palabra aprendida para que los chicos aprehendan la diversidad.

Oídos

La riqueza de la interpretación, apoyada en el versátil acompañamiento instrumental de Pablo Trosman en charango, sikus y percusión, logra que, sin indicación alguna, el público desista del clásico palmoteo que se supone a veces que equivale a participación. Es el oído el que prima como actor del lado de la platea, asistido por la prolija puesta en escena que se ofrece a la vista del pequeño espectador.

Breves escenas actuadas por Tito Molina o representadas por muñecos se intercalan para ilustrar historias y leyendas, sin alterar el ritmo esencialmente musical de la función. La del algarrobo como fuente de canto y alimento mediatizada por la viveza del zorro ocupa un lugar central. La semilla se hace harina en el mortero marcando el ritmo de la canción. La del algarrobo en el noreste, la del maíz en el noroeste.

Caja en mano, Graciela Mendoza lanza una copla y el desafío al público de agregar las suyas. Por un momento parece que no encontrará eco entre los espectadores urbanizados del siglo XXI. Pero tras un breve instante de inhibición ya suena la primera respuesta desde la sala. Y luego se anima otra y otra más, sin necesidad de micrófono se hacen oir en la amplia sala. Se anuda así ante los ojos y oídos de los chicos un esbozo de tejido de memoria popular entre escenario y platea, que pone en evidencia que esa tradición multicultural no es tan ajena a sus padres, y, por extensión, tampoco a ellos.

Homenaje a don Sixto

El recital de Tierra en Flor, presentación de su primer disco -que lleva sobre su atractivo diseño de tapa el nombre del mismo conjunto musical-, aporta a los ciclos del Movimiento de Música para Niños (Momusi) en los teatros Del Globo, los sábados, y 25 de Mayo, los domingos, una celebración del canto que no está atado a la edad, sino a las tierras sobre las que viven tanto padres como hijos. La dedicatoria a Sixto Palavecino en el recital en que se basa esta crónica refleja este puente entre generaciones.

Fuente: La Nación

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