Dramaturgo y actual director del Teatro Cervantes, donde desde esta semana -y hasta el 7 de marzo- se desarrolla el II Encuentro Iberoamericano de Teatro.
R: Porque hay un gran desconocimiento, como una negación de lo latinoamericano. Yo llegué a oír hablar de culturas pobres, algo que es terrible, porque lo que hay es países pobres: las culturas son todas ricas, todas tienen una imaginería única. También se habla de identidad y no se tiene en cuenta que la identidad se crea a partir de la diferencia. Yo estoy convencido de que los argentinos seríamos más idénticos si conociéramos mejor a nuestros diferentes y sobre todo a los más cercanos.
P: Usted vivió en otros países de la región. ¿Allí pasa lo mismo?
R: Para nada: hay mucho más contacto. Los autores argentinos, inclusive, se conocen mucho. Y aquí somos tan soberbios que pensamos que es así porque somos mejores. Nada que ver! Basta pensar en Marco Antonio de la Parra, Nelson Rodríguez y tantos otros.
P: ¿Cómo nace su pasión por el teatro de Iberoamérica?
R: Hace 10 años me invitaron a dirigir la Escuela de Teatro de América Latina y el Caribe, una institución sin aulas, con talleres itinerantes. En estos años vi cosas tan maravillosas que me cambiaron, si no la vida, al menos el punto de vista. Me pusieron en contacto y me hicieron conocer mundos increíbles.
P: ¿Con qué criterio se eligieron los elencos en este segundo encuentro?
R: El único criterio fue la excelencia. Todas estas compañías son importantísimas en todo el mundo, como el grupo Piollin, de Brasil, La Troppa, de Chile, el Quetzal, de Costa Rica...
P: ¿Cuánto le cuesta al Cervantes traer esos elencos?
R: Uy, ése es un tema... Este encuentro no se habría realizado sin el apoyo del Celcit, que se hizo cargo de casi todo. El Cervantes no tiene presupuesto ni para traer un grupo de Luján. Apenas pagamos el alojamiento y la comida, y gracias a que nos hacen precio.
Fuente: Revista Ñ
R: Porque hay un gran desconocimiento, como una negación de lo latinoamericano. Yo llegué a oír hablar de culturas pobres, algo que es terrible, porque lo que hay es países pobres: las culturas son todas ricas, todas tienen una imaginería única. También se habla de identidad y no se tiene en cuenta que la identidad se crea a partir de la diferencia. Yo estoy convencido de que los argentinos seríamos más idénticos si conociéramos mejor a nuestros diferentes y sobre todo a los más cercanos.
P: Usted vivió en otros países de la región. ¿Allí pasa lo mismo?
R: Para nada: hay mucho más contacto. Los autores argentinos, inclusive, se conocen mucho. Y aquí somos tan soberbios que pensamos que es así porque somos mejores. Nada que ver! Basta pensar en Marco Antonio de la Parra, Nelson Rodríguez y tantos otros.
P: ¿Cómo nace su pasión por el teatro de Iberoamérica?
R: Hace 10 años me invitaron a dirigir la Escuela de Teatro de América Latina y el Caribe, una institución sin aulas, con talleres itinerantes. En estos años vi cosas tan maravillosas que me cambiaron, si no la vida, al menos el punto de vista. Me pusieron en contacto y me hicieron conocer mundos increíbles.
P: ¿Con qué criterio se eligieron los elencos en este segundo encuentro?
R: El único criterio fue la excelencia. Todas estas compañías son importantísimas en todo el mundo, como el grupo Piollin, de Brasil, La Troppa, de Chile, el Quetzal, de Costa Rica...
P: ¿Cuánto le cuesta al Cervantes traer esos elencos?
R: Uy, ése es un tema... Este encuentro no se habría realizado sin el apoyo del Celcit, que se hizo cargo de casi todo. El Cervantes no tiene presupuesto ni para traer un grupo de Luján. Apenas pagamos el alojamiento y la comida, y gracias a que nos hacen precio.
Fuente: Revista Ñ
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