La obra de Nicolas Gogol, "Diario de un loco" ha servido en distintas oportunidades para confirmar las cualidades de un actor. Siempre el material se mantuvo tan intacto como el autor lo había construido y más aún, casi nunca se lo quebró para acercarlo a las necesidades de la época.
En nuestra ciudad el Grupo Rataplán acaba de estrenar una versión libre de esa obra con el nombre "Del Mar Caspio". Es este un trabajo que precisamente quiebra el material original y lo transforma en un espectáculo integral, en el que no solo el actor se convertirá en una figura fundamental; sino que además el espacio adquirirá dimensiones realmente trascendentes, de acuerdo a una puesta que no descuida el más mínimo detalle y aporta continuamente un sin número de signos que amplían la calidad de la versión.
Las rupturas del texto original hacen además que el protagonista busque diversos recursos en su relato. No faltará el distanciamiento (bien entendido), ni tampoco un juego de historieta que servirá para pronunciar algunos rasgos del desarrollo argumental.
"Del Mar Caspio" encuentra en Armando Di Cocco a un intérprete seguro. El actor recrea su personaje con habilidad. Utiliza todos los recursos expresivos a su alcance y hace del espectador un testigo obligado que no puede desentenderse de su historia.
Di Cocco proyecta una energía tan fuerte por momentos que modifica con su sola presencia al público. Su personaje es tan odiado como a la vez querido por quienes están siguiendo las alternativas de sus desventuras.
Además, el magnífico esquema espacial creado a partir de las modificaciones que proporciona el elástico que lo rodea, hace que no solo ese protagonista se vea modificado según la situación que corresponda; sino que también el espectador irá movilizándose con ese movimiento.
Es indudable que la dirección de Edgardo Molina es de una notable precisión. Cada actitud, cada desplazamiento del actor, cada sensación con la que trabaja ha sido investigada a fondo. Los resultados aparecen con claridad en esta manifestación teatral, de muy buena calidad, que se ofrece en "El Sótano".
Carlos Pacheco (Año 1987)
En nuestra ciudad el Grupo Rataplán acaba de estrenar una versión libre de esa obra con el nombre "Del Mar Caspio". Es este un trabajo que precisamente quiebra el material original y lo transforma en un espectáculo integral, en el que no solo el actor se convertirá en una figura fundamental; sino que además el espacio adquirirá dimensiones realmente trascendentes, de acuerdo a una puesta que no descuida el más mínimo detalle y aporta continuamente un sin número de signos que amplían la calidad de la versión.
Las rupturas del texto original hacen además que el protagonista busque diversos recursos en su relato. No faltará el distanciamiento (bien entendido), ni tampoco un juego de historieta que servirá para pronunciar algunos rasgos del desarrollo argumental.
"Del Mar Caspio" encuentra en Armando Di Cocco a un intérprete seguro. El actor recrea su personaje con habilidad. Utiliza todos los recursos expresivos a su alcance y hace del espectador un testigo obligado que no puede desentenderse de su historia.
Di Cocco proyecta una energía tan fuerte por momentos que modifica con su sola presencia al público. Su personaje es tan odiado como a la vez querido por quienes están siguiendo las alternativas de sus desventuras.
Además, el magnífico esquema espacial creado a partir de las modificaciones que proporciona el elástico que lo rodea, hace que no solo ese protagonista se vea modificado según la situación que corresponda; sino que también el espectador irá movilizándose con ese movimiento.
Es indudable que la dirección de Edgardo Molina es de una notable precisión. Cada actitud, cada desplazamiento del actor, cada sensación con la que trabaja ha sido investigada a fondo. Los resultados aparecen con claridad en esta manifestación teatral, de muy buena calidad, que se ofrece en "El Sótano".
Carlos Pacheco (Año 1987)
No hay comentarios:
Publicar un comentario