domingo, 28 de agosto de 2005

Lograda versión de un clásico argentino

Ana María Picchio y Alejandro Awada, los protagonistas

En el estreno del "El Pan de la locura"

"El pan de la locura", de Carlos Gorostiza.
Intérpretes: Gabo Correa, Osmar Núñez, Sergio Boris, Enrique Liporace, Ana María Picchio, Julieta Vallina, Alejandro Awada, Emiliano Dionisi, Leonardo Ramírez, Nya Quesada, Iván Moschner, Pablo Rinaldi, Pedro Ferraro. Coreografía: Diana Szeinblum. Iluminación: Matías Sendón. Música: Ulises Conti. Vestuario: Magda Banach. Escenografía: Oria Puppo. Asistencia de dirección: Silvia Contreras. Dirección: Luciano Suardi. En el teatro Regio.

Nuestra opinión: Bueno

La cuadra de una panadería fue el ámbito elegido por Carlos Gorostiza en 1958 -año del estreno de "El pan de la locura"- para hablar de algunas miserias humanas que, lamentablemente, no sólo pertenecen a una época particular, sino que, con el paso del tiempo, no han logrado superarse. En el espacio sombrío en el que se generan alimentos para las personas, otras personas - las que hacen una comida tan emblemática como el pan- aparecen atadas a unos destinos que han decidido aceptar por miedo, inseguridad, y esto les genera una profunda infelicidad. Una anécdota particular los despierta y algo nuevo aparece: la responsabilidad ante el otro y, fundamentalmente, ante ellos mismos.

Considerando el tiempo de su estreno, hoy la obra puede verse como un germen -muy vital, por cierto- que hablaba de la necesidad de encontrar una pequeña libertad que posibilitase seguridad y sobre todo entereza para enfrentar la vida con lo que uno tiene, con aquello que es y con aquello en lo que cree.

Hay algo muy interesante en el texto también: un joven es quien descubre la anécdota que movilizará la acción y hará caer muchos velos. El más libre, acaso, que repite citas bíblicas y aún arrastra a Mahoma en su discurso y lo deja latir en ese lugar donde los seres se han tornado patéticos, a fuerza de tanto aceptar una rutina que poco les posibilita desarrollar sus pensamientos.

Antonio y Juana, los protagonistas de "El pan de la locura", se estaban aproximando a los años 60 y seguramente habrán entrado en esa década con un poco de libertad y, sobre todo, con muchas esperanzas, porque estaban convencidos que el cambio iba a dar buenos réditos, por lo menos personales.

El director Luciano Suardi monta la obra cuidando su registro original. Un fuerte naturalismo se adueña del escenario del teatro Regio y por él transitan esos hombres y esas mujeres con una sana intención a cuestas: dar cuenta de un aspecto que caracterizaba a la sociedad de aquel tiempo. El fresco que consigue Suardi es sumamente atractivo por la expresividad de los personajes que moldea, por mantener un ritmo sostenido que hace que la acción progrese eficazmente y, sobre todo, porque en ese tránsito el espectador irá descubriendo -con preocupación, seguramente- que la historia no ha sido nada benévola con la Argentina, porque -confrontación de épocas mediante- quienes amasan pan y quienes deben controlar su calidad no lo hacen, tampoco hoy, con verdadera responsabilidad.

En lo actoral, el trabajo es bastante armónico en su concepción general. Cada uno de los intérpretes construye a su criatura desde un lugar muy sensible, valorizando sobre todo una serie de rasgos personales que posibilitan reconocerlos con mayor entereza. Alejandro Awada da vida a Antonio con una notable profundidad. Lleva la línea de la acción con gran seguridad y va descubriendo la conducta del personaje, en la relación con los otros, de manera muy natural y conmovedora.

En un rol más pequeño, aunque construido con igual seguridad, el patrón de Enrique Liporace deja una fuerte señal en la escena. También es intenso el trío que conforman Gabo Correa (Garufa), Osmar Núñez (Badoglio) y Sergio Boris (José). El Mateo de Emiliano Dionisi resulta muy entrañable; el joven actor demuestra buenos recursos interpretativos. El rol de Juana (Ana María Picchio) asoma algo desdibujado dentro de ese mundo masculino. Y esto es llamativo, ya que es la misma esposa del panadero quien, con su actitud, provoca parte del desenlace de la obra. Picchio construye a un ser demasiado pequeño, tal vez, que a la hora del desenlace no alcanza un verdadero dramatismo.

Los rubros técnicos - escenografía de Oria Puppo, vestuario de Magda Banach, iluminación de Matías Sendón- resultan de una muy fuerte presencia a la hora de completar una estética de potentes signos.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

martes, 23 de agosto de 2005

El Pasaje Dardo Rocha se convirtió en una disquería

Acción. Las cámaras invadieron el Pasaje
Luz, cámara, acción
De publicidades a varios videoclips

A partir de 1986, muchos directores, artistas y cineastas se rindieron ante los encantos de la ciudad, ya sea para la filmación de películas, series televisivas, videoclips o comerciales. Entre ellas se encuentran La noche de los lápices (1986) de Héctor Olivera, que registró escenas en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, la Escuela de Bellas Artes y distintas calles platenses. En Facundo, la sombra del tigre (1994), parte de la realización de Nicolás Sarquís se rodó en la Escuela de Oficiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires; y la recordada superproducción Siete años en el Tibet (1997), de Jean Jacques Annaud, en la Estación de Trenes.

Por su parte, en El sueño de los héroes (1997), Sergio Renán registró imágenes en el Parque Pereyra Iraola y en El aura, filme de Fabián Bielinsky con el protagonismo de Ricardo Darín, se eligió al Museo de Ciencias Naturales. Además de películas, se registraron videoclips de artistas como Los Nocheros, que grabaron en el Concejo Deliberante; Los Piojos mostraron la plaza Moreno; y hasta César “Banana” Pueyrredón se rindió ante los encantos de las diagonales. Se sumaron producciones de tevé como Los Simuladores, en la vieja casona del Parque Pereyra Iraola, y Padre Coraje.

Una postal. El hall del Pasaje Dardo Rocha, ayer, con una curiosa ambientación

LUGAR ELEGIDO PARA UN SET DE FILMACION
Entre los escenarios más codiciados aparecen el Pasaje Dardo Rocha, el Museo de La Plata y el Parque Pereyra

Se rodó la publicidad para el lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito. Se utilizó el hall del histórico edificio y la plaza Moreno. La ciudad intenta transformarse así en el escenario ideal del cine y la tevé.

La Plata se convirtió en un set de filmación. El paso de Brad Pitt por la Estación de Trenes de La Plata en 1997, para la grabación de la película Siete años en el Tibet, no sólo dejó como recuerdo un kiosco con el nombre del actor y la restauración del histórico edificio, sino que ofició de empujón para mirar la ciudad como escenario ideal de largometrajes, cortos y comerciales.

La idea, que intenta promocionar a La Plata a través de su arquitectura, quedó reforzada con la filmación de Facundo -en la Escuela Vucetich-, El aura, The Golden Door y una decena de publicidades como la que ayer Armando Bó, el hijo de Víctor (y nieto de Armando), rodó entre el Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha y plaza Moreno.

Gustavo Sierra, encargado de presentar las locaciones para filmar, explicó a Hoy: “Arquitectónicamente, la ciudad es un sitio ideal para la grabación de cortos, largometrajes y comerciales. Me gusta tanto que hace 7 años que me quedé a vivir”. Y añadió: “Para este trabajo (el de Armando Bó) se ofrecieron escenarios como el Teatro Argentino, el Pasaje Dardo Rocha, plaza Moreno y el Museo de La Plata”.

El comercial filmado ayer en nuestra ciudad responde al lanzamiento de una nueva tarjeta de crédito internacional. Se emitirá solamente en México dentro de dos meses, según indicaron desde la productora encargada de montar las cámaras en el hall y el primer piso del Pasaje. Se trata de una publicidad que se desarrolla en medio de una disquería, hecho que obligó a ambientar el histórico hall. Se colocaron góndolas con CDs y cartelería que indicaba los estilos de música como jazz, pop, clásico, rock y hasta un sector para DVD.

Santiago Aiscardi, asistente de dirección, explicó que “los escenarios elegidos para este comercial fueron plaza Moreno y el Pasaje Dardo Rocha”. Agregó que “se trata una publicidad en la que se resalta a una persona que tiene una tarjeta de crédito nueva, como si fuera la más importante o llamara la atención de aquellos que se encuentran comprando en la disquería”. Para la realización del comercial se utilizó la exposición del artista argentino Ciruelo -conocido
como “el padre de los dragones”- que se encuentra en el Pasaje. Allí, se montó el sector de pagos de la supuesta disquería. Además en diferentes sectores del hall se realizaron filas de actores -muchos platenses- que participaran como “extras” en la publicidad de la tarjeta de crédito.

En la vidriera internacional

La posibilidad de promover a la ciudad como escenario para largometrajes, videoclips y comerciales, alentó a la Comuna local a crear, a principios de este año, la Comisión de Filmaciones “Cineciudad La Plata”, que se presentó en el Festival de Cine de Mar del Plata. Paula Parisi, directora de Cultura de la Municipalidad y responsable de la Comisión de Filmaciones, explicó: “Se convocó a directores y productores para facilitarles la gestión (para rodar), que en Capital Federal genera tanto papelerío”, en alusión a los cortes de calles necesarios para la filmación y a la contratación de recursos humanos. Para ello, áreas municipales como Control Urbano o Espacios Verdes trabajan en forma coordinada, para facilitar los trámites y rodajes en la ciudad.

Durante los últimos meses, la Comisión de Filmaciones se ocupó de difundir las posibilidades escenográficas de distintos paisajes locales, enviando fotos y material ilustrativo a los scoutings del país, que se encargan de buscar locaciones. Además, a través del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales, puso ese material a disposición de las grandes productoras internacionales.

Fuente: Diario Hoy

sábado, 20 de agosto de 2005

Una propuesta costumbrista

Lautaro Perotti y Miriam Odorico, en una escena de la obra

"La omisión de la familia Coleman." Escrita y dirigida por Claudio Tolcachir. Con: Miriam Odorico, Ellen Wolf, Inda Lavalle, Tamara Kiper, Lautaro Perotti, Diego Faturos, Gonzalo Ruiz y Jorge Castaño. Ambientación, vestuario y luces: C. Tolcachir. Asistentes: Macarena Trigo, Maxime Seuge y Gonzalo Ruiz. En Timbre 4, Boedo 640. Los sábados, a las 21, y domingos, a las 19.

Nuestra opinión: muy bueno

Cuando el espacio escénico tiene relación con la obra, el espectador puede verse sometido a una aventura que lo despoja del exterior en el primer instante. Y es lo que ocurre al llegar a la puerta de Timbre 4 y encontrarse con que el teatro es, precisamente, en el "timbre 4". Un asistente ubicado en la puerta será el encargado de avisarles a los desprevenidos que tienen que ir hasta el fondo de una casa chorizo para sacar la entrada y entrar casi al hogar de Claudio Tolcachir.

Toda esa obertura es acogedora, y tiene que ver con lo que se va a presenciar. Al momento de pisar el espacio escénico, uno entra en la casa de los Coleman, una familia muy peculiar.

La obra y la puesta están enmarcadas en la vieja fórmula del costumbrismo, en una pintura cercana a la sátira social de Oscar Viale y al humor ácido y satírico de Roberto Cossa.

Tolcachir estructuró su pieza en forma artesanal. El desarrollo de sus situaciones adquiere cada vez un volumen mayor. La aparición de cada personaje es una sorpresa nueva para el espectador y, cuando están todos puestos en la bandeja, no cabe más que saborearlos.

¿Qué se cuenta? Los Coleman son una familia desastrosa. El eje es la abuela, tal vez la más normal dentro de la anormalidad. Su hija Memé parece vivir en el limbo; es decididamente idiota y tiene, a su vez, cuatro hijos de distintos padres. Uno tiene un retraso muy pintoresco; el otro es un marginal; su melliza tiene una frustración agobiante y la más normal, es una "exitosa" joven casada que, si fuera por ella, ni se acercaría a la casa familiar. Todos ellos y los demás están tan bien definidos, que cuando sus energías confluyen, se vuelven una suerte de big bang que da origen a un nudo que es mucho más que un conflicto.

Esa combinación esperpéntica articula una trama escabrosa sobre una familia cuyas personalidades predicen una disolución, pero los hechos demuestran lo contrario. Saben muy bien de sus locuras, de su patetismo, de sus carencias, de sus diferencias irresolubles; pero no pueden dejarse. Se necesitan. En medio de eso, absurdo y grotesco se toman de la mano para confluir en una maraña de acciones que dan paso a sensaciones tanto en la escena como en la platea.

Trabajo en conjunto

Claudio Tolcachir se consolida como un director y dramaturgo obsesivo y perfeccionista. Los cuatro años que su "Jamón del diablo" estuvo en cartel lo venían atestiguando. Logró un trabajo en equipo encomiable que se ve claramente en la conexión que existe entre todos los intérpretes.

A juzgar por los trabajos individuales, es probable que Tolcachir se haya dejado nutrir mucho por el aporte de los actores, quienes, a su vez, dejan demostrado un respeto por un texto y una idea que no presentan ni una sola grieta.

El director utilizó no sólo el espacio escénico de su sala, sino el pasillo, las puertas, y hasta el baño. Ese realismo brutal enriquece la propuesta y permite a los actores libertad de movimiento y juego escénico.

Ellen Wolf es quien personifica a la abuela, esa piedra basal que los sostiene casi sin darse cuenta. Así como sobresalió en obras como "Marlene" o "Jamón del diablo", Wolf muestra que no sólo es adorable por su edad, sino que plantea su interpretación en el punto justo, entre la naturalidad y la composición. Por su parte, Miriam Odorico, como Memé, realiza una composición excelente: una comprensión admirable de su criatura. Por su parte, Luciano Perotti también cumple con un trabajo muy interesante.

Pero hay que destacar especialmente la labor de Inda Lavalle, una de las actrices jóvenes más talentosas del teatro alternativo. Su composición evidencia una vena dramática y un talento de esos que hacen a los actores de raza. Es potente.

El resto del elenco es parejo y cumple muy bien con sus respectivos roles.

"La omisión de la familia Coleman" es una de las mejores propuestas teatrales de este año algo enclenque de creatividad.

Pablo Gorlero

Fuente: La Nación

sábado, 13 de agosto de 2005

Los elencos del teatro independiente platense salen de gira

Con el objetivo de fomentar el intercambio con distintas localidades del interior, la Asociación Teatristas del Plata (ATePla) realizarán a partir de hoy y hasta el 18 de septiembre el "Circuito de teatro 2005", del que participarán 13 compañías de teatro independiente en gira por 16 salas de 10 ciudades.

"Se trata de una actividad que está contemplada dentro del plan de fomento de la actividad teatral y que consiste en que elencos platenses presenten sus obras en ciudades del interior de la Provincia en tanto que grupos de teatro de esas y otras localidades realicen funciones en nuestra ciudad y en otras", explicó César Palumbo, presidente de la entidad que nuclea a grupos y salas de teatro.

Para realizar este intercambio, ATePla contó con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro quien aportó los fondos para que los actores pudieran movilizarse y realizar las funciones. "Esta es una muy buena oportunidad para que el público de otras localidades tenga la posibilidad de acceder al teatro platense y también para que el público de acá vea lo que hace en otras ciudades. Es muy difícil para el teatro independiente poder movilizarse y gracias a este subsidio se pudo hacer", contó Claudia López Lobardi, secretaria de la institución.

Por su parte, Víctor Galestok, de la comisión directiva de ATePla, explicó que la elección de las obras que participan en la gira la realizó en Instituto Nacional del Teatro. "Ellos habían visto muchas obras en festivales y por eso determinaron cuáles estarían incluidas en este proyecto. La organización corrió por cuenta de ATePla y cada grupo realizará dos funciones".

La gira comienza en Luján donde se presentarán "Repeat, Repeat" del grupo Las crines del Chancho (La Plata), hoy; y "El movimiento continuo" del Grupo El Altillo (La Plata), mañana. El sábado que viene "Repeat, Repeat" se dará en Cañuelas, y el domingo 21 estarán: "Sombras nada más" de la Compañía La Palanca (La Plata), en Luján; "El médico a Palos" del grupo Barataria (La Plata) en Cañuelas"; y en la sala La Fabriquera de 2 entre 40 y 41 de nuestra ciudad vendrá la obra "Gesta" de la Compañía el Esférico (Chascomús).

El domingo 28 de agosto las obras previstas son: "Bitácora 14 o El circo de la trastienda", de la Compañía La Gotera (La Plata), en Luján; "Made in Lanús, del Grupo En Escena (San Nicolás), en La Fabriquera; y "Mimoshow" de la Compañía Darío Moretti (Pergamino) en el Teatro El Núcleo, 6 Nº 420 de La Plata.

El sábado 3 de setiembre se presentan: "La marcha de los trenes" del grupo CE.AR.TE. (Trenque Lauquen) en 9 de julio, y "La expresión de los otros es verdadera" de la Compañía Sapucay (La Plata) Baradero; el domingo 4: "Señales" de la Compañía El Garaye (S.A.de Areco) en 9 de julio; "Sombras nada más..." en Pergamino; "La Irredenta" del Grupo de Teatro Ind. del Galpón (Luján) en el Viejo Almacén El Obrero, 13 y 71, La Plata; y "Entretanto Ligados" de la Compañía La Tramoya (La Plata) en Baradero.

La gira continuará el viernes 9 con "El movimiento continuo" en Cañuelas; el sábado 10: "Entretanto ligados" en Cañuelas; y "La marcha de los trenes" en Pehuajó. El domingo las obras serán: "El médico a palos" en Luján y "Gesta" en Chivilcoy. El sábado 17: "Made in Lanús" en la Sala 420, 59 entre 12 y 13 de La Plata; "Bitácora 14 o El circo de la trastienda" en Rojas; y "La Irredenta" en el Teatro Estudio de las Artes, 3 y diagonal 74 de La Plata.

Por último el domingo 18 están previstas las obras: "Una vocal y dos consonantes" de la Compañía La ópera encandilada (La Plata) en Rojas; "La expresión de los otros es verdadera" en Pergamino; "Señales" en el Teatro Estudio de las Artes de La Plata; y "Mimoshow" en El Altillo del Sur, calle 1 Nº 1693.

Fuente: El Día

viernes, 5 de agosto de 2005

TENDENCIAS: CRECEN LAS CASAS CONVERTIDAS EN SALAS TEATRALES La nueva moda es ir del teatro al living

Cada vez son más los actores que se atreven a disponer en lo que era su hogar, una sala teatral. Las experiencias de Oscar Ferrigno, Cristina Banegas e Inés Saavedra, entre otros.

María Ana Rago.

Para llegar hasta el living, el dormitorio o la cocina de su propia casa, en la que vive con su mujer y sus hijos, Oscar Ferrigno debe atravesar el escenario de El Piccolino, teatro de su propiedad que inauguró recientemente. "Si no hay nadie ensayando o actuando, paso por la sala, cosa que me encanta. Y si está ocupada, tengo un camino alternativo: un puente (angostito), que también me lleva hasta mi casa", dice el actor y director —hijo de Norma Aleandro—, y conduce a la cronista por esa suerte de pasadizo secreto desde el que los potenciales ocupantes de la sala pueden ser vistos, pero no ver a los que transitan por allí, gracias a los vidrios polarizados.

Las plazas, las casas particulares o el lugar menos imaginado pueden contener un escenario. Resulta curioso el fenómeno que protagonizan conocidos actores del medio, quienes transforman sus viviendas en teatros y sienten realizado el sueño del teatro propio, en casa propia. Algunos compraron una propiedad para vivir y después se mudaron a otra parte, y su antigua vivienda devino en teatro (como hizo Cristina Banegas, cuya casa fue tomada, poco a poco, por las clases de teatro, por la puesta de obras y hoy es El excéntrico de la 18, con varios estrenos en su haber). Otros, hacen convivir la casa y el teatro, delimitando más o menos los espacios. Historias hay varias; éstas son algunas de ellas.

El caso de Ferrigno es paradigmático; el mes pasado abrió las puertas de El Piccolino (Fitz Roy 2056), en el barrio de Palermo. "Yo tenía un estudio en Belgrano, donde daba clases, que ya me estaba quedando chico, y pensaba irme de ahí a otra parte. Al mismo tiempo, tenía la idea de mudarme de casa; y cuando encontré este espacio, hace dos años y medio, vi que podía juntar las dos cosas: la casa y el teatro", explica este actor y director, quien junto a su mujer, la actriz Valeria Lorca, está a cargo de la dirección de El Piccolino.

"Los dos últimos años fueron muy buenos de trabajo para mí y pude reunir el dinero necesario para hacer todo en poco tiempo." En el medio de la obra, nació su segundo hijo, Lucio. "Empezó a caminar junto con El Piccolino; cuando se inauguró la sala, Lucio dio sus primeros pasos." Su otro hijo, Iván, de 18 años, es músico y es el barman del teatro. "Es una sala atendida por sus dueños. El jefe de sala es mi suegro", dice.

"Es el sueño de mi vida", afirma. Pero para que el sueño fuera posible, hubo que cumplir con algunos requisitos. "La habilitación, post-Cromañón fue brava. Pero tuve mucho apoyo de la gente de la Secretaría de Cultura, que me ayudó con los trámites", cuenta. "Tenemos hasta baño para discapacitados", repasa. "Entre mi mujer y yo, y un buen equipo de gente que colaboró con nosotros, hicimos todo. Fue una remodelación divertida de hacer", recuerda.

Así como sus vecinos del Chacarerean Teatre (con Mauricio Dayub y Gabriel Goity a la cabeza) levantaron un teatro en el lugar en el que antes había un galpón —en Nicaragua 5565—, Oscar construyó su teatro en lo que antiguamente era un taller mecánico abandonado. "No hubo que hacer reformas de estructura, porque las paredes y el techo estaban, pero sí hubo mucho que hacer adentro. Un teatro lleva muchas cosas que no se ven: cableríos, instalaciones eléctricas adecuadas, etc. Hicimos dos camarines completos, con baño, con ducha, con aire acondicionado y calefacción... La sala también tiene aire acondicionado y calefacción. Un lujito. Para teatro chiquitito, tiene demasiado. Por eso el slogan de El Piccolino es un espacio pequeño equipado a lo grande. Hay dos consolas de luces, ochenta tachos colgados como para hacer tres puestas de iluminación sin mover un tacho y que entren y salgan los espectáculos sin mucho movimiento de luces, consola de luces computada, una de sonido de veinte canales. La cabina está muy buena", dice con orgullo.

Como todo aquel que es hijo de artistas, Ferrigno ha pasado su infancia entre bambalinas —como ahora le pasa a su pequeño Lucio—, y son muchos los teatros que conoce, chicos y grandes. Y sabe que él no es el único que ha decidido abrir una sala: la movida teatral de Buenos Aires es grande. En un panel del teatro, tiene pegada una nota en la que se anunció la apertura de El Piccolino, junto con la de Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556), sala que cuenta con dirección artística de Miguel Guerberof.



A propósito de la proliferación de salas, dice: "Hay que tener cuidado con la precariedad, por una cuestión de seguridad. Un teatro mínimamente para su funcionamiento necesita una carga de energía grande". La programación de la sala incluye, por ahora, tres obras (una, No me dejes así, dirigida por Enrique Federman, se estrena esta noche); pero ninguna dirigida ni actuada por Ferrigno. "Hubiera sido mucho... Ser el dueño de la pelota y jugar, era demasiado. Yo sigo con la gira nacional de La señorita de Tacna —bajo su dirección, protagonizada por Aleandro—, que termina en setiembre. Puede que la llevemos a España el año que viene", anticipa.

El excéntrico de la 18 (Lerma 420) alguna vez fue la casa de Cristina Banegas y su hija, Valentina Fernández de Rosa —fruto de la relación de Banegas con Alberto Fernández de Rosa—. Cuando cada una armó su vida fuera de ese espacio ("mi mamá se volvió a casar y yo también me casé, y nos fuimos las dos", había contado Valentina a Clarín), El excéntrico pasó a ser, hace casi veinte años, el sueño cumplido del teatro propio y donde ambas dictan sus talleres.

Cuando se le pregunta a Mauricio Dayub por qué con Goity decidieron abrir una sala propia, afirma: "Yo no quería tener un teatro; yo quería crear un espacio para hacer una obra y nada más... Nuestro teatro se llama Chacarerean Teatre, porque nos gusta que suene de acá, pero parezca de afuera. Entonces está enclavado en Palermo Hollywood, que le dicen así porque hay tres productoras de televisión en el barrio".

Otro que abrió —hace ya unos años— las puertas de su casa para que entrara el público es Claudio Tolcachir, actor y director. Su teatro, Timbre 4, queda en Boedo 640. "Me mudé acá en 2001, con la idea de vivir en este lugar y al mismo tiempo, tener un espacio para ensayar y dar clases. Es un PH con tres departamentos, el último es el mío, y en los otros dos vive gente", cuenta Claudio. "Si bien ésta sigue siendo mi casa, también funciona como teatro. Todo empezó cuando armé el espectáculo Jamón del diablo: necesitábamos un lugar así y lo usamos. Estrenamos con miedo de quién iba a venir y terminamos haciendo cuatro años de funciones, hasta noviembre del año pasado", recuerda.

La sala de Timbre 4 es de 8 x 8 y para entrar a ella, hay que tocar el timbre. "El espacio se adapta para cada obra", dice Tolcachir. "Quiero hacer reformas para separar la casa del teatro, pero por ahora es sólo un proyecto", agrega.

¿Cómo es el vínculo con los vecinos?

Tolcachir: Tengo una vecina que es actriz y nos adora y otro con el que me llevo más o menos...

Cuando compraste la casa, ¿sospechabas que ibas a levantar un teatro en ese lugar?

Tolcachir: Ni imaginaba que iba a funcionar un teatro en esta casa... Pero cuando lo decidí, fui a hacer el trámite de la habilitación y, para obtenerla, tuve que reformar los baños. Esto era una fábrica de zapatos muy antigua.

El sábado 13, en Timbre 4, se estrenará La omisión de la familia Coleman, una obra del propio Tolcachir, que trata acerca de una familia viviendo al límite de la disolución, una disolución evidente pero secreta. Por la disposición que tendrá la sala para este espectáculo, podrá albergar hasta 50 personas.

Inés Saavedra está al frente de La Maravillosa. Fue su casa, la compartió con sus hijos, allí vivió por un tiempo. Ahora, desde hace más de tres años, es su teatro. La actriz, autora y directora teatral tiene su refugio, destinado a la investigación y a la puesta en escena de textos literarios. "Este ámbito da para ciertos espectáculos de cámara; está bueno porque acá la gente pierde dimensión del hecho teatral como convención y siente extrañamiento", contó Saavedra a Clarín en ocasión del último estreno en esa sala, para el cual el público se ubicaba en el patio techado, con capacidad para 35 personas, y las actrices se desplazaban por ambientes de la casa y la galería.

Otro actor que desde hace años habilita su casa como teatro es Carlos Perciavalle. En un jardín arbolado de tres hectáreas —el de su propia casa desde hace treinta años—, frente a la Laguna del Sauce, en Punta del Este, todos los veranos monta sus espectáculos. Este año hizo una particular versión de La divina comedia (de Dante Alighieri), protagonizada por él. El Teatro De la Laguna está ubicado en la ruta 12, kilómetro 8 de esa ciudad.

Ferrigno es el más nuevo en esto y cuando suena el timbre, no puede saber de antemano si son visitas, alumnos de teatro o espectadores.

¿Cómo delimitan el terreno de la casa y el del teatro?

Ferrigno: No hay invasión de uno hacia el otro. Por suerte, pudimos dividir bien los lugares. Pero si yo estoy en casa y viene alguien a ver el teatro, voy para adelante y lo atiendo. Se pone divertido. Si no tuviera una familia tan loca como la que tengo, sería bastante más complicado.

Fuente: Clarín

sábado, 30 de julio de 2005

Sábado 30 de julio de 2005: Agenda Teatro La Plata

Justificar a ambos ladosLatido Animal - Ernesto Meza e Irene Satas

CIRCO EFIMERO Hoy a las 20 en el Anfiteatro Martín Fierro (Paseo del Bosque). Coproducción francoargentina. GRATIS.

LAS MUJERES DE COCTEAU Hoy a las 20.30 en el Teatro de Cámara de City Bell (Diag. Urquiza e/ Rivadavia y Alvear). Tres obras breves: El hermoso indiferente, El fantasma de Marsella y La escuela de las viudas.

UNIDAD BASICA Hoy a las 22 en el teatro Rambla (2 e/48 y 49).

ESPECTADOR O JURADO, JUICIO AL FUTBOL Hoy a las 21 en El Altillo del Sur (1 nº 1693 esq. 67).

TE DIGO MAS Hoy a las 20 en el Teatro La Lechuza (10 y 58). Entrada libre.

TITERES PARA ADULTOS Hoy a las 21 en El Teatrino (11 e/61 y 62). La Compañía Payasíteres (Chile) presenta: Des-concierto para títeres y marionetas. $5.

SIGNOS DE HUMANIDAD Hoy a las 21 en la sala A del Pasaje Dardo
Rocha (50 e/6 y 7). Dramaturgia y dirección Jazmín García Sathicq. Estreno.

LATIDO ANIMAL Hoy a las 21 en la sala B del Pasaje Dardo Rocha (50 e/6 y 7). Con María Rodríguez, Ernesto Meza e Irene Satas.

LA MODESTIA Hoy a las 20.30 en el Centro Cultural El Núcleo (6 nº 420). Grupos Que Son y Barataria. Dirección Omar Musa.

EL HORNO Hoy a las 23 en el Centro Cultural El Núcleo (6 nº 420). Dirección Nina Rapp.

EL CONVENTILLO DE LA PALOMA Hoy a las 20 en el Teatro de la UNLP (10 e/54 y 55).

A LOS MUCHACHOS Hoy a las 22.30 en el teatro de la UNLP (10 e/54 y 55).

ANTIGONE Hoy a las 21 en el Viejo Almacén El Obrero (13 y 71).

HERMANITAS ANTAÑO Hoy a las 23 en Abuela Zeta (Cantilo e/7 y 8).

ULTIMAS COSAS Hoy a las 22 enLa Fabriquera (2 e/41 y 42).

Fuente: Hoy

martes, 12 de julio de 2005

"La estrategia del quirquincho": el burlador burlado

Por IRENE BIANCHI

"La estrategia del quirquincho", por el grupo Stupendo, integrado por Melisa Correa, Roberto Bergamo y Leandro Romero. Sonidista: Natalia Di Marco. Iluminación: Sebastián Naveyra. Vestuario: Leandro Romero. Escenografía, música y puesta en escena: Grupo Stupendo. Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero, 13 y 71.

"Don Juan" (Romero) es un zorro ladino, vago y malentretenido, que intenta abusarse de la aparente ingenuidad de "Pichi, el quirquincho" (Bergamo), quien anda desesperado, buscando trabajo para ganarse el sustento y mantener a su familia. El terrateniente Don Juan le propone al armadillo que trabaje una parcela, siempre y cuando el rinde de la cosecha de la superficie hacia abajo le quede al patrón. Pichi, que será manso pero no zonzo, siembra papa, burlando así al malintencionado zorro. Este entonces cambia de estrategia y le arrienda nuevamente el lote, asegurándose primero que todo lo subterráneo le pertenezca. Así es como el acorazado animalito decide plantar trigo, dejando una vez más al malicioso zorro con las manos vacías. Pensando que la tercera es la vencida, Don Juan firma otro contrato con Pichi, reclamando la parte superior e inferior de lo cosechado, cediéndole la parte media al labrador. El astuto quirquincho siembra maíz, lo cual lo hace acreedor a cientos de lozanos choclos, ante la desazón del confundido latifundista.

Entretanto, "Bárbara Castro" (Correa), conductora de un programa televisivo llamado "Planeta Animal", da cátedra sobre la Región Pampeana, y se aventura "in situ", arriesgando el propio pellejo y el de su cameraman. A pesar de su discurso ecológico, Bárbara fantasea con un tapado de zorro y un charango marca Pichi, contradicción que los animalitos le harán pagar caro.

El Grupo Stupendo escenifica esta tradicional fábula y aprovecha para "desasnar" a la platea, brindando información acerca de la flora y fauna autóctonas, ilustrando asimismo el proceso de siembra y cosecha, la necesidad de rotar los diferentes cultivos, etc. Melisa Correa, Roberto Bergamo y Leandro Romero dan vida a estos tres simpáticos personajes y logran complicidad con los chicos. Los telones, vestuario y elementos que manejan son ingeniosos y coloridos.

Sin hacer de "Maestros Ciruela", los Stupendo transmiten la aleccionadora moraleja de que no siempre los "vivos" le ganan la pulseada a los "giles", y que -a la corta o a la larga- el trabajo honesto y esmerado rinde más que la especulación o la vagancia.

El Zorro sabrá por zorro, pero esta vez el quirquincho le puso - si no la tapa- al menos su caparazón.

Fuente: Diario El Día

viernes, 8 de julio de 2005

Esmeralda Mitre

"Cuando una persona lo tiene todo, crecer es más difícil"

Es la hija de Blanca Isabel Alvarez de Toledo y Bartolomé Mitre, dueño del diario La Nación. Es actriz, habitué de las fiestas y eventos de la noche porteña y ahora -como presidenta de la comisión joven de la Fundación Academia del Sur-, quiere ser también una emisaria de la cultura. Espontánea y auténtica, chica bien por naturaleza y rebelde e inquieta por opción, Esmeralda habló con Para Ti de su mundo privado y de su nuevo desafío.

Cuando era más chica me pesaba llevar un apellido tan tradicional y quise rebelarme. Cuando decidí dedicarme a la actuación entré a un mundo diferente del que yo venía y estuve todavía más peleada con eso. Temía que los demás tuvieran prejuicios conmigo. Con el tiempo, empecé a amigarme con lo que soy. Me di cuenta de que no podía estar tan pendiente del qué dirán. Las sesiones con el analista me ayudaron a darme cuenta de que las presiones no surgen por dónde uno viene, son siempre de uno mismo. Y lo importante es superarlas. Entendí que esta es mi familia. Mis padres son gente de bien, de estudio, de trabajo. Y yo soy fruto de todo eso. Ahora disfruto de ser Esmeralda Mitre."

A los 24 años, la hija de Blanca Isabel Alvarez de Toledo -ex modelo y diseñadora de moda y licenciada en Filosofía- y Bartolomé Mitre -empresario periodístico dueño del diario La Nación y descendiente directo de un ex presidente de la Argentina- declara haberse reconciliado con su pasado y tener más claro su futuro. Así el alma "rebelde" de la familia que llegó a trabajar de moza ahora dedica gran parte de sus días a su flamante rol como presidenta de la comisión joven de la Fundación Academia del Sur. "Yo quiero que la Academia crezca y deje de ser tan elitista, que abra sus puertas y sea más accesible para la gente. Creo que es algo necesario para el país".

-¿Cómo fue que decidiste dedicarte a la difusión cultural?

-Hacía tiempo que mamá me pedía que me sumara a su trabajo en la Academia, pero yo estaba concentrada en mis cosas y nunca encontraba el momento justo. Desde muy chica crecí en un ambiente relacionado con el arte y las letras, por eso ahora me animé con este desafío. Soy actriz y todo lo que esté vinculado con el arte me interesa. En la Academia hay muchísimos cursos dictados por grandes maestros, pensadores y filósofos, pero poca gente los conoce. Por eso Nicolás Joost Newbery, presidente de la Comisión de Amigos de la Fundación, me propuso sumarme. Si bien es algo que recién empieza esperamos lograr que la gente sienta que aquí tiene un espacio. Queremos generar proyectos nuevos, más cursos y el apoyo a diferentes artistas y nuevos talentos.

-Es un desafío difícil pensar en nuevos espacios de cultura y educación cuando todo está impregnado de realidades más urgentes, como desocupación y pobreza.

-Sé que en un momento tan difícil del país el arte nunca es prioridad. Los jóvenes necesitan comer, trabajar, esforzarse para crecer y salir adelante y no pueden pensar en la cultura. Por eso lo que vamos a intentar es que todos aquellos que no tienen tiempo o no pueden estudiar porque están trabajando, porque necesitan ganar plata, porque están a mil por hora, puedan acceder a cursos cortos y gratuitos, sin necesidad de dedicar tres años a una carrera más larga.

-¿Con esta nueva tarea la actuación quedará en segundo plano?

-No. A mí siempre me gustó hacer muchas cosas. Mi mayor atención sigue estando puesta en la actuación, que es mi verdadera vocación. Este año voy a participar en un unitario que produce Jorge Rodríguez, que empieza a grabarse en agosto. Seré la hija de Luis Luque, que es el protagonista. Estoy muy contenta porque es una oportunidad. Además, estoy generando proyectos propios para cine, y también escribo sobre arte y cine en la revista Cuisine & Vins.

-¿Nunca se te ocurrió escribir en el diario de tu familia?

-Estoy escribiendo ahí porque me lo propusieron y me pareció una buena idea. Pero tampoco creas que es tan fácil llegar a escribir en La Nación. No es que mi papá va a decir "OK nena, entrás". Mi familia no es así. Si quiero trabajar en el diario me lo voy a tener que merecer. A lo mejor más adelante lo hago. Yo me crié dentro del diario, lo adoro y por supuesto que me gustaría escribir algún día ahí. Pero recién hace dos años que estudio Letras en la Universidad del Salvador y quiero hacer las cosas de a poco.

En busca de la Esmeralda real

Esmeralda Mitre es espontánea y comparte su mundo privado sin vergüenza ni filtros. Cuenta que hace menos de un mes dejó el caserón que su madre tiene en Barrio Parque y se mudó sola a un departamento de Palermo. Que no cocina y se la pasa comiendo fideos con aceite de oliva y llamando al delivery de comida china. Que su ídola máxima en la actuación es Bette Davis y que está conforme con la imagen que le devuelve el espejo. Comenta que le pusieron Esmeralda porque a su mamá, que se llama Blanca, le gustan los colores. Confiesa que a pesar de la tradición periodística de la familia no lee nunca el diario, salvo el suplemento de espectáculos.

-Sos joven, trabajás de lo que te gusta y sin preocupaciones por llegar a fin de mes… Es una vida casi ideal, ¿o tenés conflictos?

-Yo no soy consciente de que tengo una vida fácil. Por supuesto que tengo facilidades en la vida, pero mi necesidad de crecer me hace sentir que no las tengo. Además, no soy de esas que dicen: "Papi, mañana me quiero ir a Europa" y va. Me siento luchadora. A veces, cuando una persona tiene todo, superarse y crecer es más difícil. Sufre mucho porque tiene más compromisos y responsabilidades, y la batalla por superarse es más grande que la del que tiene que trabajar para comer. Porque el que no tiene nada que perder tiene que crecer, sí o sí. En cambio el que ya tiene todo está perdido, no sabe para dónde ir, qué hacer. A mí me pasó eso.

-Pero tener un respaldo económico para crecer y probar es una ventaja…

-Por supuesto. A mí me ayuda mi familia pero yo me manejo con mi plata cuando trabajo. Por supuesto que quiero ser independiente, pero igual no me molesta que me ayuden. Todavía soy chica y tengo la suerte de que me puedan ayudar a estudiar, a poder elegir los trabajos que quiero hacer y no tener que hacer cualquier cosa.

-¿En qué gastás el dinero?

-Me encanta comprar ropa, discos, libros… A veces me mido en los gastos, y a veces no. Pero cuando gasto demasiado siento mucha culpa. No somos una familia educada en el derroche. Siempre vivimos bien, pero nos educaron para aprender a valorar las cosas.

-¿Te da culpa sentir que vivís en una situación más acomodada que otros?

-Me da culpa todo en la vida -cosas familiares, la gente que sufre, mis amigos que no están bien-, aunque trato de ir superándolo porque la culpa no te lleva a ningún lado. En realidad sufro un montón por un montón de cosas. Pero ante todo me siento afortunada, soy una agradecida de la vida. No puedo ser tan malcriada de decir "¡Qué horror!, mirá como estoy".

-¿Vivís con miedo a la inseguridad, a los secuestros…?

-Trato de no pensar en eso. No me manejo con custodios, porque si me hago cargo de que me pueden raptar, se me acaba la vida. Mi familia es de muy bajo perfil, ahora yo por mi profesión estoy más expuesta, pero trato de no perseguirme.

-¿Sentís que todavía seguís siendo la rebelde de la familia?

-No soy una rebelde sin causa, aunque tampoco me considero una persona convencional. Soy una persona libre, siempre termino haciendo lo que quiero, pero tardo en decidirme. Las mujeres de mi familia fueron educadas para estudiar, casarse, tener hijos y ya. Y yo no soy sólo eso. Quiero hacer un camino diferente y a veces me cuesta. Pero, a pesar de ser más abierta, tengo mi lado conservador: me gustaría casarme de blanco, adoro el campo, los caballos, sueño con una casa con chimenea. Me gusta la vida sana, aunque soy cero monja. También me gusta ir a las fiestas y eventos. Tengo un lado súper frívolo. Soy joven y me gusta salir.

-¿Que te gustaría tener que no tenés?

-Me encantaría formar una familia propia, súper linda. No la tengo pero creo que la voy a tener. Me gustaría tener más calma, saber mucho más de lo que sé. Tener en claro quién soy, para dónde voy, qué quiero hacer. Me gustaría ser una persona abierta, inteligente. Pretendo continuar siendo una eterna buscadora, hasta llegar a encontrar mi camino.

Fuente: Para Tí

domingo, 3 de julio de 2005

La balsa de la Medusa

“Ustedes son el mejor público que tuvimos esta noche”, rezaba la frase repetida una y otra vez en el entreacto del Hamlet escrito por Luis Cano. Quien fuera su director, Emilio García Wehbi, ha elegido desarrollar esa pequeña idea en este espectáculo, proyecto de graduación del I.U.N.A. Un grupo de actores recibe al público con la más exagerada amabilidad. Pero la sonrisa petrificada y el gesto exacerbado resultan sospechosos. Poco a poco, el grupo de condescendientes actores se transforma en un conjunto de enlutados clowns que comienzan a propinarle a la platea todo tipo de rebuscados insultos, porque, tal como sucedía con la gorgona griega de peinado aberrante, para destruir al monstruo hay que mostrarle su propia imagen en el espejo.

El espectáculo propone una atractiva reflexión metateatral acerca del lugar de los actores y los espectadores en una representación. La misma se basa en nueve actores que hacen todo aquello que no deben hacer en relación al público. Comienzan adulándolo de manera invasiva para terminar insultándolo con total impunidad, parapetados en un espacio escénico inviolable. La sala se transforma en un combate unilateral en el que unos ejercen el poder de la palabra mientras otros los escuchan, dejándolos hacer.

El respeto de la convención teatral y la conservación de la denegación como posibilitadora del espectáculo no están cuestionados, constituyendo la plataforma en la que se ubican los insultadores e insultados para mantener su rol. De hecho, ninguno se pasa de bando. En primer lugar, porque el pacto es aceptado por todos. En segundo lugar, porque la estructura del espectáculo no lo permite (en la función a la que se ha asistido, una espectadora insinuó una tímida respuesta que no fue tomada desde la escena). De esta manera, el público nunca llega a sentirse amenazado por un comportamiento que se salga de los cauces, en parte porque el insulto nunca es singularizado (quizá porque eso desembocaría en otro tipo de propuesta, que no es la elegida por el director).

Con estas salvedades, la idea resulta interesante y se desarrolla mediante cierta cadencia rítmica que comienza con el surgimiento de una individualidad del coro, que inicia una parrafada de insultos intertextuales (que incluyen aportes de Artaud, Dante, Groucho Marx y Peter Handke, entre otras tantas luminarias), hasta compenetrarse de manera tal en su actividad, que se desata la emoción violenta. Esto se reitera con cada uno de los actores. Los mismos están correctos en sus roles, más allá de los “vicios” presentes en las residencias, que hacen que los actores muestren todo aquello que son capaces de hacer con los recursos expresivos que han afinado a lo largo de sus estudios, como cierta tendencia al llanto o una fuerte inclinación al grito. En este sentido, la propuesta más interesante, porque tematiza esta práctica, es el tratamiento del desnudo, dado que al tiempo que se lo practica de manera parcial, se le recrimina al espectador su voyeurismo.

Por otro lado, es acertada la elección del vestuario y escenografía dado que contribuyen a la construcción del negro que domina el espectáculo. También son negras las narices de payaso cuya utilización provoca un interesante juego entre sinceridad e impostura.

La Balsa de la Medusa es una propuesta que apela a un distanciamiento del espectador respecto a los insultos recibidos. Este distanciamiento lo lleva a pensar en lo que ve, más que a sentirse agredido. Es como si las injurias pasaran por encima de su cabeza y rebotaran contra la pared del fondo. El público es insultado de forma general, de manera tal que nadie puede sentirse inseguro en su rol de espectador. Este rol no es cuestionado mediante lo sensible, sino interpelado mediante lo racional. Pero acaso, ¿hay posibilidades de irritar a un público preparado para resistirlo (casi) todo?

Finalmente, como en cualquier representación, el espectáculo termina y todo vuelve a la normalidad. Los actores saludan de lo más educados y el público se retira de la sala, no sin antes abrigarse para protegerse de auténticas agresiones: las del inclemente clima nocturno.

Por Karina Mauro
Fuente: alternativateatral

sábado, 23 de abril de 2005

La Historia y sus historias

EL DIRECTOR RICARDO BARTIS HABLA SOBRE SU NUEVA OBRA
En De mal en peor, los conflictos de una familia venida a menos son el lugar desde donde se mira una época en que el festejo del Centenario se superpone con las protestas obreras.

Por Cecilia Hopkins

De mal en peor es el sugestivo título de la última producción del Sportivo Teatral que dirige Ricardo Bartis, referida a un segmento de la historia argentina. En su sala de Thames al 1400, el espectáculo comienza proponiendo una visita libre a un extraño museo. Entre fotos de la campaña al desierto, cuadernos y láminas escolares, cuchillos y estandartes, una mujer de aspecto decrépito, vestida en colores patrios, balbucea su historia al visitante. Se trata de una cautiva en tierra araucana quien, luego de 30 años, fue rescatada y entregada en custodia a una familia oligarca en desgracia. Corre el año 1910 y existe para todos una sola esperanza de volver a disfrutar de la antigua buena vida. El elenco está conformado por 9 actores –todos destacables–: Cecilia Peluffo, Agustín Rittano, Marta Pomponio, Carlos Defeo, Claudia Cantero, Luciana Ladisa, Flora Gró, Federico Martínez, Alberto Ajaka, Andrea Nussembaum y Matías Bringeri.

Hace un año, el elenco y el director comenzaron a investigar, desde la producción literaria y los devenires sociales, el lapso de la historia argentina que va de 1880 a 1910, para encontrar material actoral y dramatúrgico. Más que en el consabido relato de la Argentina pujante de la generación del ’80, el equipo hizo foco en las luchas sociales y la creciente marginación, la deuda externa y la transformación de la frontera. El espectáculo comenzó a tomar forma cuando surgieron los personajes de una familia estragada por una deuda imposible de honrar. Si bien la historia de la familia Rocataglione y los Méndez Uriburu tiene puntos de contacto con la obra de Florencio Sánchez (nacido en Montevideo en 1875 y muerto de tuberculosis en Milán, a los 35 años) está lejos de ser un collage de sus textos: “De mal en peor tiene una deuda intelectual con Sánchez porque establece una ligazón profunda con sus textos. Pero, para nosotros, el autor funcionó como un tío lejano con quien entramos en discusión teatral al cual, finalmente, reconocemos como un elemento iluminador en el plano de las ideas”. Es que, para Bartis, el de Sánchez es “un teatro estimulante, que se refiere a los núcleos profundos del comportamiento argentino”, según define en una entrevista con Página/12.

–De mal en peor es, en parte, un homenaje a la obra del autor de En familia y Mi hijo, el dotor. ¿Por qué le interesa tanto su dramaturgia?

–Junto a González Castillo, Gregorio de Laferrère y Discépolo, Sánchez me parece un estímulo intelectual severo. Todos ellos son autores muy estimulantes para pensar ciertas formas de la actuación criolla. Nos ofrecen la oportunidad de discutir con ciertas modas conceptuales que se colocan en un lugar ahistórico y que han influido en los últimos 15 años en sectores importantes de la vanguardia teatral. Estos autores, en cambio, presentan conflictos sociales interiorizados en el seno de la familia, referida a los valores burgueses tradicionales: el trabajo, el matrimonio, el progreso, el futuro. Son textualidades que estallaron estas nociones y establecieron una interlocución directa con sus espectadores, a quienes estaba dirigida esa crítica despiadada.

–¿Qué elementos conservaron de la historia argentina?

–Nosotros tomamos como excusa lo histórico y lo transformamos en un elemento ficcional. Entre 1880 y 1910 hubo manifestaciones obreras, atentados, represión y, a la vez, se estaban preparando los festejos del centenario, gastando fortunas en una arquitectura que diera cuenta de la opulencia desmesurada en la que algunos vivían. La clase dirigente creyó que era posible gastar indefinidamente, dejar de trabajar y trasladar sus beneficios al plano especulativo.

–¿Y el personaje de la maestra Mary Helen Hutton?

–También es una historia apócrifa. Lo real fue que Sarmiento contrató a 65 maestras norteamericanas para la alfabetización popular. Pero ésta es capturada por los indios y luego recibe unos títulos de indemnización que el Estado daba (y esto también fue real) a quien hubiera tenido pérdidas a manos de los indios. La familia está desesperada por encontrar esos documentos para salvar su situación.

–¿Cuáles serían los núcleos del comportamiento argentino?

–El recorrido de todo el siglo XIX en este país está marcado por el hecho de soportar la condición de ser argentinos. De sentirnos obligados a explicar cosas que no hicimos y dar cuenta de horrores que no entendimos. Nosotros tomamos la idea de la deuda –el dolor, la humillación y la brutalidad de estar en deuda, no sólo económicamente sino de un modo existencial– como motor de una maquinaria perversa que se introduce en el seno de la estructura familiar y desata una serie de conductas. Para no caer en el didactismo y la solemnidad, elegimos deliberadamente el humor. Sin embargo, es una historia de traiciones y corrupción, de inmoralidad profunda, que muestra el desgaste de unos seres que se salvan momentáneamente. Porque luego volverá la máquina a destrozarlos.

Fuente: Página 12

lunes, 11 de abril de 2005

La vitalidad del teatro y su fiesta

Luego de que el movimiento Teatro Abierto jugó un importante papel en el tránsito de la última dictadura a la democracia, el teatro argentino ha ido multiplicando su poder de convocatoria.

Uno de los reflejos más visibles del interés y compromiso por el teatro es la Fiesta Nacional del Teatro, la cual se viene realizando desde 1985 en diversos lugares del país. La última edición que acaba de concluir se realizó, con una asistencia de veinte mil espectadores, en el corredor cultural rionegrino integrado por General Roca, Cipolletti y Villa Regina.

Desde 1991, y por una razonable decisión del Instituto Nacional del Teatro, se va rotando la sede del encuentro, lo cual contribuye a difundir y a hacer accesible de modo más equitativo la producción más destacada del país, atemperando el centralismo cultural porteño.

Así, año tras año, se puede constatar la calidad y la originalidad de muchas propuestas, y esto también permite difundir las obras en públicos distintos a los locales. También es cierto que a pesar de la existencia de un jurado de notables encargados de la selección de la oferta, se presentaron, entre las tres docenas de espectáculos programados, algunos desniveles en la calidad artística, hecho que deberá corregirse en las próximas ediciones, ya que de otro modo quedan relegadas las producciones relevantes de una provincia.

El teatro argentino, gracias a la combinación de apoyo público, permanente búsqueda creativa y acompañamiento de los espectadores, goza de una gran vitalidad, alimentada en cada edición de la Fiesta Nacional del Teatro.

El teatro argentino contemporáneo se caracteriza por su espíritu de renovación y creatividad. Además, ha ido multiplicando su poder de convocatoria, como lo muestra la Fiesta Nacional del Teatro.

Fuente: Clarín

martes, 5 de abril de 2005

Una celebración por multiplicado

CULMINO LA FIESTA NACIONAL

Con tres sedes simultáneas, el principal encuentro teatral del país se dispersó

Por Cecilia Hopkins
Foto:
La Madonnita, de Mauricio Kartun, entre las más comentadas.

Organizada por el Instituto Nacional del Teatro, el sábado cerró la edición número XX del encuentro más importante del teatro independiente del país. La fiesta duró ocho días y reunió a alrededor de 8500 espectadores. Fue la primera vez que tuvo lugar simultáneamente en tres ciudades: Cipolletti, General Roca y Villa Regina, las tres ubicadas en el Alto Valle de Río Negro. Promediando el evento, todavía existían dudas acerca de la conveniencia de una descentralización que, según fue señalado desde un principio, tenía el objeto de reforzar desde lo cultural la unidad socio-económica que conforman los tres municipios alineados a lo largo de la Ruta 22. Pero, ya hacia el final, existió un acuerdo general en la evaluación.

Distribuidos en función del lugar donde iban a actuar, a los elencos les fue difícil encontrar oportunidades para reunirse (la confrontación, el intercambio de experiencias, es uno de los atractivos principales de la fiesta), los espectadores tuvieron dificultades para asistir a las obras de su preferencia sin verse en la obligación de salir a la ruta y a la prensa le fue imposible ver el trabajo de todas las provincias.

Si ya resulta difícil abarcar la totalidad de la programación cuando la fiesta toma lugar en una sola sede, como había sucedido hasta ahora, los problemas se multiplicaron. También debieron multiplicarse algunos actos, innecesariamente. Así, por ejemplo, hubo tres actos de apertura y otras tantas fiestas de cierre. Es cierto que cada una de las ciudades anfitrionas puso todo su esfuerzo para que la organización fuese un éxito. Lo que no se tuvo en cuenta fueron las dificultades que imponen los traslados, más allá de la buena voluntad de los coordinadores.

Un grupo de artistas locales abrió la fiesta en Cipolletti, la actriz mapuche Luisa Calcumil actuó en la sesión inaugural de General Roca y dos grupos chaqueños hicieron lo propio en Villa Regina. En ninguno de los actos se hizo presente (por “razones de agenda”, según trascendió) el gobernador de la provincia, el radical Miguel Saiz. Al menos, el secretario de Cultura del gobierno nacional, José Nun, envió una nota justificando su ausencia, la cual fue leída por Raúl Brambilla, director ejecutivo del INT. Fue durante el homenaje ofrecido a Tito Cossa, por su trayectoria en el teatro independiente, y al ex diputado formoseño Francisco Giménez, artífice de la Ley del Teatro.

Durante las primeras jornadas, las obras más comentadas fueron Y no se olviden de Toto, del grupo mendocino Hantavirus Itinerante, un musical callejero que integró rock, música folklórica, rap y salsa; Medea, por el grupo santafesino Punto Cero, dirigido por Gustavo Guirardo; y todas las producciones que llegaron de la ciudad de Buenos Aires: La Madonnita, de Mauricio Kartun; Criaturas de aire, de Lucía Laragione; y Shangay, de José María Muscari, que debió agregar una función. Ya terminando la fiesta, se destacó la obra representante de Jujuy, Menumorfosis, por el grupo Danza Libre, con dirección de María Verónica Romero, basada en rítmicas secuencias de movimiento en torno de las adicciones, tomando la comida como eje central. A pesar de su buen nivel actoral y de su anticonvencional propuesta espacial, el grupo De las Artes, bajo la dirección de Edgardo Dib, presentó una versión de Tío Vania, de Chejov, (La casa de campo) que evidenció una gran falta de síntesis. Aunque adscriptos a una estética totalmente diferente, lo mismo sucedió con otros dos grupos. Uno de ellos, el mendocino Cuatro Dedos, aportó con Hermanitos una cuota de humor absurdo en el racconto afectivo de 4 hermanos ciegos. También excedidos en tiempo, aunque con aciertos, los entrerrianos de Desesperados Albaneses, que dirige Gabriel Cosoy, presentaron en Cuando los cerdos arrasan la historia de dos actores que, en extrañas circunstancias, se reúnen para volver a formar el grupo de teatro del pueblo.

Fuente: Página 12

viernes, 1 de abril de 2005

El príncipe blue

Dramaturgia: Mariela Anastasio

Dirección:Víctor Hugo Fernández

Actuaciones: Federico Aimetta, Guillermina Andrade, Diego Cremonesi, Laura Palmieri y Mariela Anastasio

Escenografía y vestuario: Victor Hugo Fernández

Esta obra participa en la Temporada Vacaciones de invierno 2004, y es seleccionada finalista por la Comedia Municipal en el Concurso Municipal 2004. En agosto de ese mismo año recibe la 1º Mención en el Festival Regional de Teatro Infantil 2004, organizado por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, y realiza funciones para la misma. En el año 2005 es seleccionada Suplente por la Comedia Municipal en el Concurso Municipal 2005.

Fuente: La coctelera

lunes, 28 de marzo de 2005

Después del incendio, La Nonna levanta el telón

Hoy a las 21.00 hs en 3 y 47

Para el teatro La Nonna ya pasó lo peor. El incendio es parte de un doloroso pasado. Ahora es tiempo de cosechar y de comenzar a transitar nuevamente el camino de los éxitos.

Porque esta noche a las 21, en la intersección de 3 y 47 (en la puerta del teatro) se realizará una función extraordinaria de No seré feliz pero tengo marido, el unipersonal de Linda Peretz, organizado por la Asociación Amigos de La Nonna.

“Ella fue la primera persona que se comunicó conmigo el día del incendio, ya que la noticia le impactó mucho porque había inaugurado la sala del segundo piso. Desde ese día se puso a nuestra disposición”, manifestó un emocionado Leo Ringer, el director de La Nonna, que adelantó: “Gracias al apoyo de la Provincia de Bs. As. pudimos terminar la sala de la planta baja, en la que desde abril vamos a iniciar la temporada 2005”.

El trabajo de Peretz se ofrecerá al aire libre, en un escenario prestado gentilmente por Carlos Mancinelli. Las entradas (o bonos contribución) tendrán valores de $ 10, $ 20, $ 50 y $ 100, según la disponibilidad económica de la familia. Para eso habrá boleterías en las cuatro esquinas del teatro, por donde después de las 19 no se podrá circular en automóvil.

Los espectadores deberán llevar sillas o almohadones. Igualmente, habrá 250 butacas. “Quiero agradecer la desinteresada colaboración de la comunidad teatrística, de la Municipalidad de La
Plata y de los padres de los alumnos de la escuela de teatro, que harán de acomodadores”, concluyó Ringer.

Fuente: Diario Hoy viernes 18 de marzo de 2005

viernes, 25 de marzo de 2005

New York, Los simuladores

Por IRENE BIANCHI

"New York", de Daniel Dalmaroni, por el grupo La Gotera. Elenco: Marcelo Arena, Marcelo Demarchi, Virginia Naón y Laura Palmieri. Escenografía, vestuario e iluminación: Claudio Suárez. Dirección general: Diego Aroza. Centro Cultural "Viejo Almacén El Obrero", domingos 20.30 hs.

Mario (Demarchi) está de visita en casa de su hermano Ernesto (Arena). Ambos charlan mientras se refrescan en la pelopincho del patio de atrás. Mario, un geólogo devenido jardinero urbano, siente la necesidad de confesarle algo a su hermano. La culpa y el remordimiento lo carcomen. Tiene un secreto atragantado que no lo deja respirar. Tiene que ver con Dolores (Palmieri), hija de Ernesto y Marta (Naón).

Ernesto no quiere escucharlo. Es más, hará todo lo posible por desviar la conversación y hablar de bueyes perdidos. El y su mujer son expertos en hacerse los desentendidos, en mirar para otro lado. Se embarcan en larguísimas discusiones intrascendentes e inconducentes, triviales y banales. Se reiteran, se contradicen, enmascaran sus sentimientos, se mienten a sí mismos todo el tiempo, casi como un mecanismo de supervivencia. Locuaces, verborrágicos, impúdicos, hablan de todo menos de lo verdaderamente importante. Si lo hicieran, tal vez descubrirían que sus vidas no tienen el menor sentido. Su discurso está plagado de "lapsus linguae": dicen "tumor" por "rumor", "invisible" por "inverosímil". Los traiciona el subconsciente.

La joven Dolores, en cambio, se resiste a seguir siendo cómplice de este juego perverso. Se rebela contra tanta hipocresía. No quiere copiar este modelo, basado en mentiras y secretos bien guardados. Los enfrenta y los desafía. Pero nada los hará tambalear. Están inmunizados. Son impunes e inimputables.

Cabe esperar que Dolores "zafe" de tanta falsedad, aunque bien puede ocurrir que -tarde o temprano - los mandatos paternos terminen prevaleciendo. También Mario y Ernesto son hijos de la mentira, y no hacen sino repetir y perpetuar viejas tradiciones familiares.

Esta lograda comedia negra de Daniel Dalmaroni genera sentimientos encontrados. Por momentos, uno no puede evitar reirse de estos sordos por opción, patéticas criaturas con ínfulas, que leen el New York Times y tienen un sacabichos más grande que la piletita de lona donde chapotean. Pero también despiertan asco y espanto, repugnancia y horror.

La marcación actoral de Diego Aroza hace que los personajes estén muy bien delineados. Demarchi compone un Mario pusilánime, un ser que casi se redime, pero no le da el cuero. La "Marta" de Virginia Naón es una experta simuladora. Trata por todos los medios de cuidar las apariencias, aturde y se aturde con su voz chillona, habla de "sacar todo afuera", pero vive engañándose y engañando. El "Ernesto" de Arena es un tipo repulsivo, auto-suficiente, grotesco, un sordo profesional. La "Dolores" de Laura Palmieri es un buen contrapunto. Su deliberada inexpresividad y su frontalidad contrastan con la aparatosidad y frivolidad de sus padres, y la cobardía de su tío.

El vestuario y escenografía de Claudio Suárez proporcionan el marco realista en el que estos personajes se mueven como patos en el agua.

"New York": radiografía de la hipocresía "made in Argentina", en clave de humor negro.

Fuente: El Día

miércoles, 23 de marzo de 2005

“Es el modelo de familia subvertida”

JOSE MARIA MUSCARI HABLA DE SU VERSION DE “ELECTRA”, DE SOFOCLES
La puesta del Lorange respeta la historia original, pero la envasa en una especie de “happening sofocleano” que incluye un coro de anotaciones irónicas.

Por Cecilia Hopkins

Sombreros de cowboy y botas tejanas, tutús de gasa y rastras de gaucho, son algunos de los detalles que, en indescifrable mezcla, lucen los personajes de Electroshock, la versión que el director José María Muscari realizó de la Electra, de Sófocles, actualmente en cartel en el Teatro Lorange. La obra forma parte de la primera tanda de estrenos del Festival de Teatro Griego organizado por la Fundación Konex, evento que en principio iba a tener lugar en la Ciudad Cultural Konex del Abasto, espacio que aún sigue sin conseguir la habilitación pertinente. A pesar de que el espectáculo incluye gimnastas y coreografías sobre música tecno, la versión desarrolla puntualmente la historia original.

A cargo de Carolina Fal, el personaje de Electra enfrenta a su madre Clitemnestra (Stella Galazzi) acusándola de asesinar a su padre Agamenón, rey de Micenas, en tanto propicia la venganza pidiendo a su hermano Orestes (Luciano Suardi) que haga justicia. A todo esto, Egisto (el nuevo rey, hermano del muerto, interpretado por Horacio Acosta) ocupa su tiempo en desenfrenadas bacanales. Un coro de seis actores comenta los acontecimientos en sorna y combina sus acotaciones con otras intervenciones de corte técnico, como si estuviese encargado de vigilar que la representación esté bajo control. Así, el espectador tiene la sensación de estar presenciando un alocado ensayo general. “Quise ser fiel a mí mismo y me pregunté cómo hacer una tragedia”, cuenta Muscari. “Me salió esta asociación libre, este happening sofocleano que, por otra parte, no deja de contar la tragedia tal cual fue escrita”, resume.

Al director le pareció poco menos que un despropósito la idea de realizar a lo largo de todo un año un ciclo de tragedias griegas: “¿A quién le va a interesar verlas?”, confiesa que se preguntó no bien recibió la invitación para participar del proyecto, aunque le había divertido la idea de proponer una versión de Medea, de Eurípides, con Moria Casán en el rol protagónico. Cuando los directivos de Konex le pidieron que se encargara de la tragedia de Sófocles, Muscari se aburrió en la primera lectura. Fue recién después de ver algunas de las versiones cinematográficas sobre el mismo tema que encontró las claves de su representación, especialmente desde lo visual. Junto con la estructuración de la dramaturgia general fueron apareciendo las “fantasías insolentes”, como define el director. “No suelo censurarme mucho, además sabía que tenía toda la libertad para trabajar, así que enseguida imaginé que Egisto violaba a su hija desde que era chica y que había un amor cercano a lo sexual en la relación entre los hermanos”, dice refiriéndose a Electra y Orestes, incluyendo también a Crisotemis (Julieta Vallina), hermanastra de éstos.

Los comentarios del coro mantienen un cierto nivel de frivolidad que Muscari buscó a sabiendas, con la idea de hacer trizas el tono original: “Me seduce mostrar diferentes niveles de realidad: busqué actores viscerales para que llevaran adelante la tragedia sin sumarse al humor de las interrupciones del coro. Porque me gusta que, cuando el espectador entra en un estado de emoción, alguien aparezca en escena para hacerle ver que lo que está viendo es una ficción”, señala.

–¿Por qué esta necesidad de romper con los discursos “serios” de su propia dramaturgia?

–Mi objetivo fue romper ese material y, a la vez, que personajes como Electra no se sumaran a esa propuesta. Esta necesidad de experimentar con la noción de zapping, de edición, tiene que ver con mi idea de lo contemporáneo. Hoy nuestra atención está puesta simultáneamente en varias partes. Y no sólo le pasa a los de mi generación. A la gente mayor le ocurre lo mismo, aunque tal vez tenga menos facilidad deasimilarlo. Pero esta modalidad de cortes ya forma parte de la vida cotidiana.

–El motor de la venganza de la protagonista no tiene mucho que ver con el complejo de Electra, mencionado en la introducción...

–Lo que más me impactó es que esta mujer no puede tener paz hasta que no vengue la muerte del ser querido que le mataron sin que medie razón alguna. Esto lo vemos todos los días en los noticieros: todo el tiempo salen personas que lloran en cámara pidiendo justicia por una muerte sin razón, como en el caso Cromañón. Para esta Electra, pudo haber sido el padre, el novio o cualquier otro ser querido. Porque yo creo que este personaje tiene sed de venganza de aquello que la justicia no encarrila.

–Habría que aclarar que esta necesidad de obtener justicia aparece enmarcada en un clima de frivolidad y locura muy especial...

–Sí, la familia de Electra está muy ligada a la apariencia y a la fiesta dionisíaca, porque lleva el cuerpo y el sexo muy expuesto. Y un vestuario que parece sacado de un universo trucho, menemista. Me hace acordar al modelo subvertido de la familia argentina que aparece en los medios, como se ve en Los Roldán o en los reality shows de Moria Casán.

Fuente: Página 12

viernes, 18 de marzo de 2005

Potente investigación actoral

Alejandro Lifschitz, en un pasaje de la obra

"Llanto de perro. Una vulgaridad contemporánea." Dramaturgia: Andrés Binetti. Intérpretes: Marianela Iglesia. Gabriela Jost. Alejandro Lifschitz, Paula López. Iluminación: Andrés Binetti. Escenografía y vestuario: Teatro de los Calderos. Asistente de dirección: Mathias Carnaghi. Dirección: Andrés Binetti y Paula Gómez. En el Teatro del Pueblo.

En un perdido paraje del noroeste argentino, tres hermanos pasan sus días sin mayores sorpresas. Son hijos de distintos padres y extrañamente sus nombres son los apellidos de sus progenitores. Dos mujeres y un hombre pasan sus días conectados con los avatares del tiempo, con los animales que pueden cazar y comer y con unas historias personales que lo único que expresan es el salvajismo de sus conductas.

Pero un día llega una visitadora social y los descubre, perdidos en el monte. Ella intenta registrar algo de sus hábitos, pero son tantas las carencias y tan pocas las certezas de sus historias, que esa mujer termina agredida por el mundo de esos individuos salvajes.

El espectáculo se detiene en los personajes y cada uno de los intérpretes recrea, a quien le ha tocado en suerte, con rasgos muy intensos. Sus observaciones sobre esas personas son extremadamente potentes y logran trasladarlas a sus cuerpos con actitudes, gestos y formas de hablar muy elocuentes.

La dramaturgia de Andrés Binetti y la dirección que comparte con Paula López, en este caso, está muy ligada a la actuación y es muy rica en su concepción y desarrollo de personajes y aun en como ellos se ubican frente al espacio escénico (una pequeña habitación), pero no encuentra el mismo crecimiento en la relación de los hermanos con la forastera que llega a censarlos. Y si bien el espectador se queda con una fuerte carga de angustia por lo que acontece entre ellos -desde lo metafórico, casi un acto de canibalismo-, el desenlace no alcanza el mismo vuelo que se iba manifestando en la progresiva acción.

Aun así, "Llanto de perro" es una investigación profunda sobre lo actoral que devela un mundo rico para observar y reinterpretar, el de una argentina que rara vez se muestra en los escenarios de Buenos Aires.

El grupo Los Calderos (en la temporada anterior presentó "Leve contraste por saturación") vuelve a apostar a historias pequeñas, a personajes muy intensos y a una teatralidad que va manifestándose a un ritmo sumamente potente.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

jueves, 24 de febrero de 2005

Un Sófocles en manos de Muscari

Todo el elenco de "Electra" en la última escena

"Electra Shock"
, versión libre basada en "Electra", de Sófocles. Con Carolina Fal, Luciano Suardi, Stella Galazzi, Julieta Vallina, Horacio Acosta, Mercedes Scápola Morán, Guillermo Arengo y elenco. Dirección de arte. Cristian Morales. Coreografía: Luis Biasotto. Diseño de luces: Marcelo Alvarez. Música original: Mauro García Barbé. Dramaturgia y dirección: José María Muscari. Teatro Lorange.

No hay con qué darle: "Electra Shock" es un auténtico Muscari. Aquí está la síntesis de las obsesiones del joven director: otra vez en escena aparecen esas mujeres que todo lo pueden, otra vez su necesidad de hablar sobre el teatro y el circuito teatral, otra vez su pulsión de instalar el juego cueste lo que cueste. Claro que en esta versión del texto de Sófocles hay algunas novedades: por un lado, se vale de una tragedia clásica; por otro, convocó a un elenco de actores de primerísimo nivel.

Vayamos por partes. El espectador que se acerque al Lorange se encontrará con la columna vertebral de la obra escrita por el autor de "Edipo Rey", pero, claro, bajo la "estética" de José María Muscari. La misma Electra, a cargo de una Carolina Fal en versión blonda, se encargará de dar algunas pistas en su primer parlamento: "La familia de Electra, como la de «Los Locos Adams», nunca fue una familia muy normal".

A lo largo de la hora que dura la propuesta, el espectáculo es un cúmulo de elementos residuales del rock, de la cultura punk, de la comedia musical, del teatro comercial y hasta de una tragedia con tonos muy "Once" (o sea, detalles kitch que no podrán pasar inadvertidos).

El coro, según la óptica del director de "Shangay", está compuesto por un sexteto de jóvenes aeróbicos, da la bienvenida al público (otro recurso clásico de Muscari). Pero si bien ellos son los que promueven la acción y los que provocan a los actores/personajes, tanto gasto de energía o tanto músculo trabado no siempre encuentra sus mejores resultados. Sin embargo, el otro sexteto, el de los actores, es el que toca las cuerdas más filosas, más vibrantes de esta primera producción de la Fundación Konex.

Seis actores en pugna

Muscari tiene pasión por los actores. En esta oportunidad eligió a seis intérpretes de enorme talento que él mismo, mediante una proyección lateral, se encarga de presentar.

Algunos de ellos tienen momentos maravillosos. Carolina Fal, con vestimenta tipo cowgirl, se apodera de la acción con enorme dominio sin bajar nunca su energía. Stella Galazzi, como Clitemnestra, tiene un delirio escénico desbordante. Un tono similar a cuando Horacio Roca, como Egisto, entra en acción y dice un monólogo que se estrella por donde se lo quiera analizar. Julieta Vallina, como Crisotemis, y Guillermo Arengo, como Ayo, no se quedan atrás . A lo sumo, Luciano Suardi, como Orestes, y Mercedes Scápola Morán, como Pilade, dan la sensación de que todavía no encontraron sus lugares en medio de esta "tragedia show", como dice el director.

"Electra Shock" tiene sus desniveles; a veces se realizan acotaciones por fuera del texto original de poco vuelo, al coro le falta fuerza o hay desajustes técnicos. De todos modos, Muscari pone a Sófocles en medio de la avenida Corrientes con actores de lo más granado de la escena alternativa y con una Electra palermitiana y vital. ¿Quién, sino él, se permite todas esas licencias?

Alejandro Cruz
Fuente: La Nación

miércoles, 26 de enero de 2005

ENTREVISTA A JOSE MARIA MUSCARI "No tenemos 800 personas que vayan al teatro todos los días"

En un homenaje a la Cultura griega, la Fundación Konex lo convocó para hacer una adaptación personal de Electra, la obra clásica de Sófocles. Fiel a su estilo desestructurado, ensaya Electra Shock, junto a un grupo de jóvenes actores. Entretanto, tiene otras dos obras en cartel, y reflexiona sobre las nuevas tendencias en los escenarios locales: “Hacer teatro en salas chicas es una forma de resistencia”, dice.

Marcela Mazzei

1 - ¿Cómo va a ser esta versión tan particular de una obra clásica del teatro griego?

En mi versión de Electra, esta Electra Shock que voy a hacer, sucede todo lo contrario de lo que uno espera de una tragedia. Porque uno dice tragedia y te imaginás algo denso, aburrido, largo, engorroso y poético. Y la verdad que no es ni largo, ni aburrido, ni engorroso ni poético. Es corta, dura una hora cinco y la historia está clarísima; la poesía queda de lado y la obra se vuelve más concreta. Es una versión que yo intenté iluminar lo más que pude basándome en la visceralidad del texto en sí: lo que le pasa a Electra con el hermano y la madre, y con el tema de vengar la muerte del padre. A partir de eso empecé a armar un imaginario, que es este que tengo ahora, mezclando condimentos que no tienen nada que ver con la tragedia. Los actores cantan en vivo, hay una puesta muy moderna, hay un coro que no es el coro griego clásico sino que es un coro casi de show que lo que hacen es iluminar y armar todo. Así que es una visión bastante particular, una impronta muy personal sobre el universo de Sófocles.

2 - ¿Creés que la obra tiene actualidad o la puesta es lo innovador?

Me parece que la puesta la acerca al público cotidiano de hoy, pero la temática de la obra es algo que trasciende la época. Porque tiene que ver con una mina que no tiene paz hasta que no vengue la muerte de su padre. Y me parece que la Argentina de hoy está llena de personas que no tienen paz porque no pueden vengar la muerte de personas cercanas que les mataron injustamente. Sin ir más lejos, veo todos los días a los familiares de la gente de Cromañón pidiendo justicia por esos muertos.

3 - ¿En quién pensás cuando te referís a tu público?

Yo me fui dando cuenta con el tiempo que hay un público de culto de lo que hago, que siguen lo que yo hago. Y después hay públicos que son ocasionales, que dependen de la temática del espectáculo y de los actores. Pero hay un público que me sigue, para el cual no trabajo, no es que yo hago algo para mi público. Justamente, lo que caracteriza mi carrera es lo disímil. De hecho, me seduce un poco la idea de no saber qué público va a venir a ver Electra. ¿Va a venir el público que quiere ver tragedia? ¿Va a venir el público que quiere ver a Carolina Fal porque la conocen de la tele? ¿Va a venir el público del establishment cultural porque es Konex? ¿Va a venir el público moderno que venía el año pasado al festival Verano Porteño? No lo sé. Me parece que todo eso va a armar un nuevo circuito de público que va a ser particular.

4 - ¿Qué tiene en común tu trabajo con lo que hace De la Guarda?

Lo que hace De la Guarda sí es participativo y es un "teatro de sensaciones", definido por ellos también. Y creo que lo mío, si bien apunta a las sensaciones, es un teatro que tiene un sostén más intelectual, que no depende de lo físico, que hay un texto y que contundentemente está contando algo: una anécdota, una historia, un universo. No tiene que ver con la performance pura, cuando me parece que lo de De la Guarda sí es una performance. Lo mío tiene mucho de la impronta performática pero toma esa impronta para construir un nuevo código.

5 - ¿La diferencia entre el teatro alternativo y el comercial es sólo de presupuesto, o existe una estética de lo emergente?

Al menos en mí no. Yo te puedo asegurar que un espectáculo como Shangay, que está en un circuito puramente comercial como es el Maipo, lo creé con la misma libertad con que hice Pareja abierta para la calle Corrientes y con la misma libertad con la que hice Catch para hacerlo en Parque Chacabuco en un principio, aunque después trascendió Catch. Pero en general trabajo con una libertad muy absoluta, me importa muy poco dónde lo voy a hacer ni con quién ni qué público va a ir. Trato de comprometerme con lo que yo necesito y con ese grupo de actores, haciendo lo que tengo ganas de hacer, sin enroscarme de lo que va a significar, si es comercial o no, o si la gente va a pagar la entrada o va a ser a la gorra: eso no me importa. El espectáculo siempre tiene la calidad que estoy dispuesto que tenga, más allá de cómo va a ser el marco productivo.

6 - ¿Hay una marca política en esta tendencia de hacer teatro en salas chicas?

Vos hablás de una impronta espacial, casi. No sé. Me parece que hay algo que es muy obvio: no hay 800 personas por día que vayan a ver una obra de teatro, y no tiene que ver con quién lo protagonice o si es comercial o no. Entonces, eso sí lo asumió el teatro más emergente y las salas son más chicas. También, la gente que tiene salas independientes trata de mantenerlas como puede, no subsisten de otra manera. Tiene que ver con una política de producción más que con una poética de ir a tomar algo o no, de que sea más o menos acartonado. Yo creo que es una forma de resistencia. Y de acercarse más a la realidad, de darse cuenta que hay cosas que se quedaron en el tiempo. Más allá de cómo sea la obra, es difícil que vayan 800 personas por día a ver algo. Porque no las hay, porque el teatro es algo de culto, porque ya no es una necesidad social hacer teatro. En la época de los griegos la gente iba al teatro como a una fiesta, y hoy la gente va al teatro como una salida de entretenimiento.

7 - ¿Qué te parece la gestión cultural respecto al teatro?

Creo que lo que pasa está bueno, pero falta más. Aunque hablar del teatro en esos términos es muy ingenuo, porque falta más salud, falta más educación, faltan un montón de cosas más. No falta teatro. Algunas cosas se hacen y están buenas pero faltan otras cosas que son más sustanciales. Si esas cosas sustanciales estuvieran, el teatro y la cultura que falta impulsar sería mucha menos... surgiría sola, también.

8 - Hace unos días clausuraron el Teatro Gran Rex por fallas en la seguridad, ¿creés que las inspecciones pueden perjudicar a las salas más chicas?

Esto es una gran psicosis que se va a caer en breve, porque van a tener que clausurar todo el país. Eso es lo que pienso de verdad, que el país no está en regla. Ahora, fuera de eso, me parece raro resolver que determinados espacios culturales no se abran porque no cumplen con determinadas normativas. Realmente, creo que todos los centros culturales dependientes del GCBA no deben estar en condiciones, y dependen del gobierno. Para mí hay algo muy claro. ¿Qué fue lo que impulsó todo esto? La tragedia de Cromañón. ¿Qué pasó en Cromañón? Había un lugar que no estaba habilitado y, en todo caso, estaba habilitado para que entren 1200 personas y entraron 5000. Había un techo que era de media sombra que no tenía que estar y un empresario que recaudó más dinero del que tenía que recaudar cobrándole entrada a la gente. Chau, se acabó, es eso lo que pasó. No hay mucha más vuelta para dar. Me parece que en el Gran Rex nunca entró más gente de la que puede entrar, porque entran sentados y compran la entrada. Entonces, enroscarse en otra cosa es ridículo, es patear una pelota que no existe, una psicosis que no se va a generar. Clausurando estos lugares y con toda esta movida mediática nos olvidamos que hay algo que el señor Ibarra hizo mal. Y eso no hay que taparlo con la clausura del Gran Rex, no hay que taparlo con nada.

Fuente: Clarín