El Experimento de Muscari
Catch es la exageración del roce y aunque haya una idea a priori de lo que se verá, detrás se esconde una premisa de las Mitologías de Barthes que recorre la obra, y su programa: es que nadie le pide al catch más verdad que al teatro. Y en eso está la experimentación de Muscari, que anota las distintas reacciones del público. En el cierre, una de las chicas aclara que la obra cambia permantemente cada sábado y que la cuestión se alimenta del boca a boca entre quienes pasaron la noche extraña debajo de la autopista.
Ataque de Conchas
"Quiero tener un falo entre las piernas para tener el poder. Quiero dejar de ser una concha adornada con tutú rosa". Los espectadores no están del todo seguros de que sea verdad lo que están viendo y escuchando. "¿Te parece que hay demasiados desnudos?", pregunta al director en la entrevista. "No sé, es que todo es tan excesivo que dan lo mismo que las tetas sean diez o catorce… ¿No?", es la auto-respuesta. Y la charla sigue. "En los ensayos cuando empezaban a aparecer los problemas con los desnudos y con el sexo entre las chicas, pensé en algo que me ayudo a darme y a darles una respuesta: La lección de anatomía se hizo hace treinta años con desnudos en escena. Eso hoy ya no es una sorpresa. Lo que puede llegar a ser interesante es que pasa con ese desnudo, por qué se hace o hacia donde va. El morbo no viene de la denudez sino cuando se pone en juego el mundo de lo sensible con el dolor. Esa es la única perversión". Durante la obra las chicas hablan de dietas, de entrenamientos y de crecimiento muscular; de aminoácidos, de polvos proteicos, del peso ideal. Porque en el ring chocarán todos los pesos: mosca, pluma, liviano, medio pesado y pesado; para todos los gustos. En la tensión, las chicas envaselinadas se toman en serio el juego de chocar. Entonces las tres entrenadoras ordenan a sus púgiles y también se las disputan, porque habrá quien tenga, como en los clubes de fútbol, a las más prometedoras y esos cuerpos cotizarán a posteriori. Junto a las entrenadoras evaluarán a las chicas un jurado especial y las legisladoras. Todas mujeres que desean ser hombres, ocupar su lugar, competir ya que el único hombre en realidad es una diva de pelo largo más cerca del glamour que del ring. Pero el poder lo ejerce la luchadora veterana (una especie de Pedemonti en femenino), que arenga a sus muchachas en un desvarío idiomático mezcla de inglés y español. Es ella quien castiga y decide a las cuatro que irán desnudas a luchar en el barro como culminación de una ceremonia bizarra en la que participa también desnuda, pero a un costado del cuadrilátero. En el enchastre y con música a todo trapo chocan y patinan los cuerpos.
Muchachas en el Ring
Diecisiete luchadoras, divididas en equipos dispares pelean para evitar un castigo que inevitablemente llega. Diecisiete mujeres que reniegan de lo que son porque no es funcional para un mundo hecho a la medida de los hombres. Muscari le tiró algunas ideas sobre las que trabajar a las diecisiete actrices que lo impactaron -literalmente- entre las 300 que se presentaron al casting abierto que convocó para Catch . Fue muy claro de entrada. Explicó que se iba a trabajar el tema del sexo y del desnudo de manera muy cruda. Explicó que iba a ser un trabajo intenso y hostil. Fueron pocas las que abandonaron el teatro. "Quiero que se vuelvan competitivas, egocéntricas, agresivas, histéricas, mujeres. Las quiero con la autoestima baja. Repitan". En Catch pelean, se pelean, se embarran, se enchanchan. Van construyendo signos, algunos muy cerrados, otros muy angustiantes todos en un universo descangallado que seguramente va a ir emprolijándose (nunca demasiado) con el correr del tiempo y de las funciones. Ni siquiera el director se preocupa por contar una historia que se entienda de cabo a rabo. Entonces, ¿por qué preocuparse por desentrañarla? Mejor es dejarse sacudir.
Una poesía femenina del Boxeo
Las mujeres de Muscari gritan mucho y lloran poco. Se hacen fuertes para meterse en un mundo masculino que no las necesita, en el que para hacerse notar se vuelven más y más machas. Hacía tiempo que Muscari tenía en la cabeza la idea de trabajar sobre el mundo del catch femenino. Una manera de hablar sobre las mujeres -cosa que a este director le apasiona- en un entorno eminentemente masculino. La apuesta a la performance le permite a Muscari ir y venir con las ideas, con las propuestas, con la intervención de las actrices en la estructura de la obra. Con esa excusa se permite experimentar, llegar al límite, tensar la cuerda hasta dejarla sucumbir. Parece que no, pero sucumbe. A Muscari le gusta provocar y lo hace sin pedir permiso. Quiere ver reacciones. Primero, las de sus chicas; luego, las de su público. Porque si hay algo seguro es que ese que llena las gradas que rodean el ring y el sector delimitado por las butacas es público de Muscari, que lo sigue desde sus inicios, cuando empezaba a hacerse notar.
Fuente: entrevistas