miércoles, 26 de noviembre de 2003

Una tertulia amistosa para agasajar a un maestro

BUENOS AIRES
EL DIRECTOR TEATRAL ALBERTO URE Y SU LIBRO DE ENSAYOS SOBRE TEATRO, POLITICA Y CULTURA
Ure presentó “Sacáte la careta”. El filósofo Horacio González, la actriz Cristina Banegas, el director Ricardo Bartís y el gobernador Felipe Solá fueron algunos de los que aprovecharon la ocasión para aplaudirlo.

Por Hilda Cabrera

El estilo zumbón y la carga frontal que en otro tiempo animaron los escritos y las entrevistas del director teatral y maestro de actores Alberto Ure se encuentran también en el título de su libro, presentado el lunes en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación. Sacáte la careta, publicado por el Grupo Editorial Norma, puede equivaler tanto a una exhortación a no simular como a una invitación de otra índole dirigida a una mujer. Ese arranque provocador no se halló sin embargo en quienes tuvieron a su cargo rendirle honores a un libro que reúne escritos de este director, publicados en diferentes circunstancias y épocas.

El texto lleva el subtítulo de Ensayos sobre teatro, política y cultura y está prologado por partida doble: por la escritora y periodista María Moreno (encargada de la edición) y la actriz, directora teatral y cantante de tango Cristina Banegas. En la convocatoria todo fueron alabanzas para el artista, que asistió al encuentro en su silla de ruedas, la que fue ubicada a un costado de la primera fila de butacas, cerca de un invitado ajeno a las actividades de este tipo: el gobernador Felipe Solá. Y fue la excepción, puesto que Ure, que nació en Buenos Aires en 1940 y sufrió en 1997 un accidente cardiovascular que lo apartó de su trabajo en la escena, se vio acompañado básicamente por gente de teatro, amigos y un sector del público que recuerda sus controvertidos montajes.

La entrada era libre y gratuita, y la ocasión buena para ver y escuchar a Banegas, quien abrió la sesión cantando, con la colaboración en guitarra de Edgardo Cardozo, “Apología tanguera”, milonga de su adorada Rosita Quiroga y Enrique Cadícamo. El clima fue otro cuando le tocó hablar al sociólogo y profesor Horacio González, que demostró haber leído concienzudamente cada uno de los apartados que integran el libro: “Teatro y nación”, “¿Usted dejaría que su hermana se casara con un brechtiano?”, “Dígame quién soy, maestro”; “Murmullos en off”, “Yendo de la tele al living”, “Sólo un malentendido”. Destacó lo que él considera revelador en Ure: su audacia. La alocución resultó frondosa y se le detectaron algunos lapsus. El más notorio fue su desconocimiento de la actriz, investigadora y docente rusa Galina Tolmacheva, artista opuesta al estalinismo, que se radicó en Mendoza en 1948 y falleció allí en 1987. La mención a Tolmacheva se debió a un socarrón artículo de Ure que la tiene como protagonista.

Munido del libro en cuestión, señalado por papelitos en numerosas páginas, González practicaba en la convocatoria su métier de profesor, sereno pero algo enredado en sus intentos por transmitir con claridad el pensamiento escrito de Ure. Sorteó algunos tramos no precisamente transparentes para quienes no conocían al dedillo la trayectoria del director. Elogió su personalidad arrolladora, puesta de manifiesto en montajes y escritos, algunos devastadores respecto del teatro y de la crítica local.

Cuando le tocó el turno a otro convocado a la mesa, el actor y director Ricardo Bartís, fundador del Sportivo Teatral y creador de obras reconocidas a nivel internacional, los elogios fueron aún más contundentes que los de su apacible predecesor en la charla. En su opinión, las puestas de Ure tienen un valor “de puta madre”. En ese registro destacó también él la singularidad del ahora premiado ensayista en montajes que hicieron época. Tanto González como Bartís recordaron unos pocos títulos. No está demás, entonces, destacar que el primer gran éxito de Ure fue su versión de Atendiendo al señor Sloane, del inglés Joe Orton, realizada en 1968, con protagónicos de Eduardo Pavlovsky y Jorge Mayor, y que otro estreno relevante fue Hedda Gabler, del noruego Henrik Ibsen, en 1974, con Norma Aleandro. Su primer experimento fue Palos y piedras (1968), y a éste le siguieron –entre otros, y además de los ya nombrados– Telarañas, de Pavlovsky, Sucede lo que pasa y Puesta en claro, dos obras de Griselda Gambaro, a quien se vio en la presentación de Sacáte la careta.

Durante el acto se memoraron muy especialmente, de forma verbal y a través de un precario video, escenas de Puesta en claro y otras obras dirigidas por Ure. No faltaron las alusiones a El padre, del sueco August Strindberg; Los invertidos, de José González Castillo; Antígona y Noche de reyes, cuyo montaje, basado en la pieza homónima de William Shakespeare, desató fuertes controversias en 1991, sobre todo porque se incluían allí actores cuyos ámbitos habituales eran los del teatro comercial y la televisión, como Gino Renni y Carolina Papaleo. Esa es la época en que Ure se conecta con las autoridades de Canal 13, donde en 1992 comienza a trabajar en la dirección de actores. Continuaba ligado a la TV cuando escenificó ¡Amor, valor, compasión!, de Terrence McNally, y versiones de En familia, de Florencio Sánchez, y Don Juan, de Molière.

Durante la presentación se mencionó en varias ocasiones el efecto “boxístico” de las críticas de Ure. Esta apreciación surgió de uno de los escritos destacados por González: Dorrego: en la Comedia Nacional son más crueles que en Navarro. El profesor reconoció que se hubiese necesitado en esa misma mesa un interlocutor con un fuste comparable al de Ure para discutir el tema Dorrego, y mencionó al escritor, ensayista, autor de teatro, profesor y periodista David Viñas. La palabra boxeo reapareció en la intervención de Bartís y fue entre elogios. Las expresiones del creador de la reciente Donde más duele fueron tan contundentes que le arrancaron un gesto de satisfacción a Ure. Todos parecían regocijarse ante la lectura de las ácidas críticas diseminadas en el libro. No había duda: desde el presente todo pasado resultaba simpático. Se vio al público reír abiertamente frente a una infidencia del fundador del Sportivo Teatral referida a los escupitajos que en cierta ocasión Ure lanzó desde un primer piso a quienes se encontraban debajo suyo. Lo dicho sonó a travesura de chico díscolo.

La imagen del artista decidido a plantar asuntos espinosos se mantenía vigente. Lo mismo que el recuerdo de los enlaces que Ure practicaba en sus puestas sobre las relaciones íntimas de los personajes y los “desequilibrios” de un determinado orden social. Entre sus últimos trabajos, Los invertidos es ejemplo de esta conexión y de la práctica de un cinismo social enmascarado. El malestar de la cultura sigue siendo un asunto del presente. En este sentido, Sacáte la careta propicia el debate, aun cuando tras la presentación del libro la tertulia fue amistosa. Es que Banegas (quien seleccionó los textos junto a la investigadora Paola Motto) había convidado muy cariñosamente a los presentes a degustar un vinito para celebrar al director amigo y “francotirador”.

Fuente: Página 12

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