domingo, 30 de noviembre de 2003

CATCH: Sexo, humor, violencia, barro, chicas y perversión.

El Niño-Rey del under, el hombre por detrás de éxitos off como Mujeres de carne podrida o Pornografía emocional extrema sus saludables posibilidades de impureza en una puesta protagonizada por (muchas) mujeres desnudas, una travesti y un chanchito ultrachillón. "En esta obra hay un personaje que mea en la escena, también habrá un chancho y aquellas de ustedes que sean elegidas como actrices se van a tirar al barro. A propósito, en este lugar no hay duchas de agua caliente y por eso se van a tener que lavar con tachos. Catch es una cooperativa en la que no hay plata y los ensayos son hasta las doce de la noche en el Parque Chacabuco tres veces por semana. Si alguna de ustedes se quiere ir, ahora es el momento." Dijo eso, y las trescientas actrices presentes en el casting (multitudinario para tratarse del off) se quedaron esperando su oportunidad para trascender como las actrices de la obra de Muscari, esas que están en tetas y en concha casi todo la obra y encima se enchastran en el barro.

El Experimento de Muscari
Catch es la exageración del roce y aunque haya una idea a priori de lo que se verá, detrás se esconde una premisa de las Mitologías de Barthes que recorre la obra, y su programa: es que nadie le pide al catch más verdad que al teatro. Y en eso está la experimentación de Muscari, que anota las distintas reacciones del público. En el cierre, una de las chicas aclara que la obra cambia permantemente cada sábado y que la cuestión se alimenta del boca a boca entre quienes pasaron la noche extraña debajo de la autopista.

Ataque de Conchas
"Quiero tener un falo entre las piernas para tener el poder. Quiero dejar de ser una concha adornada con tutú rosa". Los espectadores no están del todo seguros de que sea verdad lo que están viendo y escuchando. "¿Te parece que hay demasiados desnudos?", pregunta al director en la entrevista. "No sé, es que todo es tan excesivo que dan lo mismo que las tetas sean diez o catorce… ¿No?", es la auto-respuesta. Y la charla sigue. "En los ensayos cuando empezaban a aparecer los problemas con los desnudos y con el sexo entre las chicas, pensé en algo que me ayudo a darme y a darles una respuesta: La lección de anatomía se hizo hace treinta años con desnudos en escena. Eso hoy ya no es una sorpresa. Lo que puede llegar a ser interesante es que pasa con ese desnudo, por qué se hace o hacia donde va. El morbo no viene de la denudez sino cuando se pone en juego el mundo de lo sensible con el dolor. Esa es la única perversión". Durante la obra las chicas hablan de dietas, de entrenamientos y de crecimiento muscular; de aminoácidos, de polvos proteicos, del peso ideal. Porque en el ring chocarán todos los pesos: mosca, pluma, liviano, medio pesado y pesado; para todos los gustos. En la tensión, las chicas envaselinadas se toman en serio el juego de chocar. Entonces las tres entrenadoras ordenan a sus púgiles y también se las disputan, porque habrá quien tenga, como en los clubes de fútbol, a las más prometedoras y esos cuerpos cotizarán a posteriori. Junto a las entrenadoras evaluarán a las chicas un jurado especial y las legisladoras. Todas mujeres que desean ser hombres, ocupar su lugar, competir ya que el único hombre en realidad es una diva de pelo largo más cerca del glamour que del ring. Pero el poder lo ejerce la luchadora veterana (una especie de Pedemonti en femenino), que arenga a sus muchachas en un desvarío idiomático mezcla de inglés y español. Es ella quien castiga y decide a las cuatro que irán desnudas a luchar en el barro como culminación de una ceremonia bizarra en la que participa también desnuda, pero a un costado del cuadrilátero. En el enchastre y con música a todo trapo chocan y patinan los cuerpos.

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Muchachas en el Ring
Diecisiete luchadoras, divididas en equipos dispares pelean para evitar un castigo que inevitablemente llega. Diecisiete mujeres que reniegan de lo que son porque no es funcional para un mundo hecho a la medida de los hombres. Muscari le tiró algunas ideas sobre las que trabajar a las diecisiete actrices que lo impactaron -literalmente- entre las 300 que se presentaron al casting abierto que convocó para Catch . Fue muy claro de entrada. Explicó que se iba a trabajar el tema del sexo y del desnudo de manera muy cruda. Explicó que iba a ser un trabajo intenso y hostil. Fueron pocas las que abandonaron el teatro. "Quiero que se vuelvan competitivas, egocéntricas, agresivas, histéricas, mujeres. Las quiero con la autoestima baja. Repitan". En Catch pelean, se pelean, se embarran, se enchanchan. Van construyendo signos, algunos muy cerrados, otros muy angustiantes todos en un universo descangallado que seguramente va a ir emprolijándose (nunca demasiado) con el correr del tiempo y de las funciones. Ni siquiera el director se preocupa por contar una historia que se entienda de cabo a rabo. Entonces, ¿por qué preocuparse por desentrañarla? Mejor es dejarse sacudir.

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Almejas y Jamones
Para hablar de Catch, el último espectáculo de Muscari, habría que trazar una linea que va desde la experiencia de llegar a las once en una noche cerrada de invierno en medio del inhóspito Centro Cultural Adán Buenosayres en el Parque Chacabuco, hasta el momento en que una mujer de más de setenta años se desnuda, impávida, frente a unos doscientos espectadores. Entre medio, fue necesario pasar por una docena de mujeres de distintos tamaños, contexturas y pesos específicos que alternativamente se gritaron, se acosaron, se manosearon, se golpearon, fueron crueles, histéricas, impiadosas e impunes. También hubo que ser testigo del acto íntimo de la pillada de un travesti y una luchadora, y presenciar la lucha de barro con el sonido de fondo de un chancho que grita como si lo estuvieran degollando. Limpito, el chancho. Rosadito. "La idea de Catch surgió de la obsesión con el gimnasio y de observar que el mundo allí dentro no es tan frívolo como se cree. Es como pensar que la gente que está en la cultura es profunda. Hay quienes sí lo son y quienes no. La forma no hace necesariamente al contenido. También me intereso la contradicción entre la fuerza y la sensibilidad de ese mundo, tema que uní con el de la violencia en el mundo de la mujer". Eso dice José María Muscari, acelerado, mientras come una porción de torta de frutilla grande como un perro caniche, atiende dos, tres, cuatro llamadas telefonicas en su celular, dice "dame morbo de la ultima de Federico León y contame si viste algo del o-Goethe". Y eso, en código muscariano significa algo así como "describime que te pareció la última obra de Federico León y si hay alguna obra que hallas visto que tenga la estética de las obras de los alemanes-austríacos como Thomas Bernhard, Heiner Müller o Peter Handke".

Una poesía femenina del Boxeo
Las mujeres de Muscari gritan mucho y lloran poco. Se hacen fuertes para meterse en un mundo masculino que no las necesita, en el que para hacerse notar se vuelven más y más machas. Hacía tiempo que Muscari tenía en la cabeza la idea de trabajar sobre el mundo del catch femenino. Una manera de hablar sobre las mujeres -cosa que a este director le apasiona- en un entorno eminentemente masculino. La apuesta a la performance le permite a Muscari ir y venir con las ideas, con las propuestas, con la intervención de las actrices en la estructura de la obra. Con esa excusa se permite experimentar, llegar al límite, tensar la cuerda hasta dejarla sucumbir. Parece que no, pero sucumbe. A Muscari le gusta provocar y lo hace sin pedir permiso. Quiere ver reacciones. Primero, las de sus chicas; luego, las de su público. Porque si hay algo seguro es que ese que llena las gradas que rodean el ring y el sector delimitado por las butacas es público de Muscari, que lo sigue desde sus inicios, cuando empezaba a hacerse notar.

Fuente: entrevistas

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