sábado, 29 de agosto de 2009

El regreso del lobo y Caperucita

La familia y el amor. Héctor Díaz, Alejandra Flechner, Verónica Llinás y Valeria Bertucelli, forman el atractivo elenco . Foto:LA NACION Mariana Araujo

Estreno: la nueva creación de Javier Daulte

Javier Daulte estrenó una obra, con Valeria Bertucelli, Héctor Díaz, Verónica Llinás y Alejandra Flechner

Por Carlos Pacheco
Para LA NACION

En la sala mayor del Multiteatro, ayer se estrenó Caperucita, la nueva pieza de Javier Daulte. Es un proyecto que comenzó a tomar forma el año pasado, a raíz de una iniciativa de Alejandra Flechner, Verónica Llinás y Valeria Bertucelli. Encuentro con LA NACION: en el centro de la escena, Llinás y Héctor Díaz repasan una de las situaciones quizá más trascendentes de la obra: el encuentro de la abuela con el lobo.

En el drama, los personajes llevan otros nombres, pero lo cierto es que el cuento infantil fue el punto de partida de una obra en la que, según comentan los intérpretes y su autor, ciertos elementos desencadenantes de aquella ficción literaria se trasladan hoy a un ámbito de adultos para hablar de las relaciones parentales y, sobre todo, del amor.

En la escena descripta, el lobo recrimina a la abuela el profundo afecto que la une a su nieta. La mujer, con cierta sabiduría, le habla del sentimiento que él mismo profesa por la muchacha. Las piezas parecen haberse puesto en juego. Silvia/Caperucita (Valeria Bertucelli) y su madre (Alejandra Flechner) observan la situación desde la platea y, seguramente en su cabeza, van encontrando el orden necesario para profundizar, luego, ese mundo que acaba de despertarse.

La historia de Caperucita posee dos vertientes. El autor y director Javier Daulte lo cuenta: "Verónica me llamó en representación de las actrices. Me encantó la idea porque nunca había trabajado con ellas y hacerlo estaba entre mis mayores apetencias. Por otro lado, venía elaborando la idea de hacer algo a partir de Caperucita, por razones misteriosas, y había recibido de regalo un libro en el que 21 artistas plásticos japoneses daban sus versiones sobre el cuento. Creo que ese fue un gran disparador".

Hay dos cuestiones que llamaron su atención. "Por un lado, el elemento «lobo». La idea del monstruo en la literatura y en la literatura dramática ha estado siempre presente y de él no me ocupé en ninguna de mis obras. Por otro lado, sentí que en el cuento hay otro elemento que ha estado muy poco atendido por los analistas: la madre. Allí fuerzo una hipótesis: por qué, si la abuela está enferma, no va la madre a verla en vez de mandar a su hija, sabiendo que en el bosque hay un peligro. Parece que la muerte de la madre, para una mujer, es una cuestión intramitable; no se puede pensar. A partir de ese axioma, nace un personaje, que en el cuento es muy secundario y que acá se vuelve muy importante: la madre de Caperucita.

La creación del material demandó su tiempo. En diciembre del año pasado, el autor les presentó a las intérpretes y a Héctor Díaz unas primeras escenas que los movilizaron de inmediato. "Es que el deseo de un actor es uno de los estímulos más importantes para mí - cuenta Daulte-. El mejor actor es el que quiere trabajar conmigo, aquel con el que intuimos que queremos abordar un lenguaje común. Eso ya me parece un proceso óptimo para el trabajo".

Hacía siete años que Valeria Bertucelli no hacía teatro. Muy ligada al cine y a la TV, la actriz ansiaba subirse a un escenario, pero no encontraba ese proyecto que la definiera verdaderamente. "En realidad -confiesa-, en varias ocasiones estuve a punto de hacer teatro, pero sentía que tenía que ser algo que me diera muchas ganas, que me conmoviera, que me permitiera correr riesgos. Tenía, además, muchas ganas de trabajar con Javier". Asegura que hay algo del lenguaje de Daulte que le interesa mucho: "El juega con lo dramático, casi trágico, y en algún momento asoma un humor casi triste. Su mundo expresa cierta sordidez, pero sabe encontrarle belleza a la tristeza. Puede estar contando un delirio total y lo hace de manera muy real".

Su necesidad de correr riesgos a la hora de trabajar en un proyecto teatral obligaban a la actriz a encontrar un director que se animara a darla vuelta como a una media. "Siento que entregué el alma en este trabajo -afirma-. En un punto, ante cada proyecto, uno tiene hasta cierto prejuicio de que el trabajo te movilice mucho, de que te pasen cosas fuertes, y me encontré con un tiempo de ensayos que me movilizó muchísimo. Cada cosa que le pasa al personaje me llevaba a hacerme preguntas muy fuertes. No pude hacer nada de taquito."

Ese ser que tanto la movilizó se llama Silvia y trabaja en un supermercado. Está muy ligada a su abuela porque casi fue criada por ella. En momentos en que su abuela es internada por un grave problema de salud, aparece el lobo -el amor- y su historia comienza a transitar por carriles casi desconocidos y sumamente desestabilizadores.

La experiencia encuentra a Bertucelli en un momento muy particular. "No soy de esos actores que creen que la onda está en el teatro. La onda está en el teatro si está vivo. Hay veces que la obra es genial, pero hay algo que no curre en la escena y el público lo percibe. Quería ser muy cuidadosa con eso; no quería hacer teatro por hacerlo. En el cine me siento muy cómoda; cuento con muchos elementos para contar una historia, y eso me encanta. El teatro me da vértigo."

El lobo romántico

Héctor Díaz llegó a Caperucita convocado por Javier Daulte, un creador con el que ha compartido varios proyectos. "Después de ¿Estas ahí? -cuenta el intérprete- tuve algunas propuestas para hacer teatro y me costó asumirlas. Estoy muy acostumbrado a trabajar con Daulte y con Rafael Spregelburd. Ahí se diseña una trama, una red de trabajo con la que siento mucha afinidad, y me cuesta salir de eso, por los materiales, por los códigos de trabajo. No es casual que vuelva a trabajar con Javier; me parece una obviedad", cuenta el actor de Aquí no hay quien viva , que volverá a la TV en Niní , con Florencia Bertotti. "Los materiales de Javier son muy interesantes en la lectura, pero también son incompletos. En algunos casos, no escribe la obra en su totalidad. Hasta que se empiezan a poner en funcionamiento procedimientos de la actuación, no sabe hacia dónde va. Eso genera mucha sorpresa. Siempre ocurre algo inesperado, y eso me hace sentir riesgo. Siempre en sus textos hay un tesoro, del cual doy fe, ni él mismo está enterado", explica este lobo preso del amor.

Para agendar

Caperucita, de Javier Daulte.

Multiteatro, Corrientes 1283 (4382-9140). De miércoles a domingo, a las 21, y sábados, a las 21 y a las 23. Desde 70 pesos.

Fuente: La Nación

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