viernes, 30 de abril de 2010

Historias de la necrópolis platense

Cementerio municipal

Diseñado por Pedro Benoit, abrió sus puertas en 1886. Allí yacen los restos de personalidades de nuestra ciudad

Muchas historias se tejen alrededor del cementerio municipal platense, pasando por el dolor y las míticas leyendas hasta los relatos que hablan acerca del trabajo de cuidadores, serenos y sepultureros. La necrópolis ubicada en la intersección de las avenidas 31, 72 y diagonal 74 es uno de los patrimonios arquitectónicos de la ciudad que guarda los restos de personalidades de la historia, la cultura y la ciencia.

En diálogo con Hoy, sus cuidadores desmistifican eso “tenebroso” de trabajar en un cementerio y aseguran que “no hay que temerle a los muertos sino a los vivos. Este es un trabajo muy tranquilo”.

“Hay muchas leyendas, por ejemplo hace muchos años corría una que era una apuesta para ver quién se animaba a cruzar el cementerio de noche”, señala uno de los cuidadores del lugar. Y agrega que “las personas tienen conmigo una relación muy cercana como si yo fuera un empleado doméstico, porque les cuido las bóvedas de sus familiares”.

Por los pasillos de la necrópolis, circulan muchos relatos como el que cuenta la historia del perro fiel que, al morir su dueña, volvió todos los días a echarse sobre la tumba de la mujer, hasta que finalmente murió.

Diseñado por el ingeniero Pedro Benoit, que también se ocupó de diseñar la ciudad, el cementerio fue habilitado en 1886, tras cerrar el que se ubicaba en la localidad platense de Tolosa.

El 1º de febrero de 1887 ingresó el primer fallecido a tierra común. Se trataba de un bebé con pocos días de vida y cuyo nombre era Modesta Fany Giliberto. En tanto, el primero en ocupar una bóveda común fue doña Damiana Rivero de Domínguez, el 22 de mayo de 1898.

Entre las destacadas personalidades que descansan se encuentra el poeta Pedro Bonifacio Palacios, más conocido como “Almafuerte”, el político y abogado Ricardo Balbín, el científico Florentino Ameghino, el general Manuel Hornos, Alejandro Korn y el artista Juan José “Pepe” Podestá.

“También está la tumba de Juan Cruz Mateo, que fue uno de los músicos de Carlos Gardel, eso es poco conocido, pero fue un músico platense”, refiere el cuidador.

Además, en el centro del casco del cementerio, se encuentra el mausoleo de Florentino Ameghino, protegido como lugar de interés histórico.

Pero no todo es protección y cuidado, en algunos sectores de la necrópolis se nota el abandono. La basura y las hojas se amontonan en las esquinas y la pared posterior del predio se halla descascarada. Además, muchas veredas están rotas por el levantamiento que producen las raíces de los árboles. Y, en el perimetraje del predio, están las tradicionales veredas sucias de la ciudad.

Fuente: Hoy

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