martes, 9 de febrero de 2010

Un polémico estreno de ópera en Ginebra


El realizador Olivier Py incluyó una escena porno en "Lulú"

Desde el pasado jueves, el ambiente lírico y los medios de Ginebra, Suiza, se han sumado a una polémica disparada por la provocativa puesta de la ópera Lulú, del compositor austríaco Alban Berg (1885-1935).

El realizador francés Oliver Py ambientó una escena del tercer acto de esta ópera en un cine pornográfico, con la proyección de un video con imágenes de alto voltaje erótico mientras suena la Canción del proxeneta de Wedekin. A raíz de esta arriesgada escena, los responsables del Gran Teatro de Ginebra tuvieron que colgar un cartel de advertencia en la entrada a la sala y también un aviso en su sitio web. En el texto se indica claramente que "para traducir las intenciones del compositor y de su inspirador Frank Wedekind, Olivier Py y su equipo han recurrido a imágenes que, si bien son cada vez más frecuentes, siguen siendo raras y poco habituales sobre un escenario lírico y podrían chocar a un espectador no advertido".

Vale recordar que el libreto del último gran opus de Berg está centrado en las escabrosas experiencias de vida de la joven Lulú (en esta puesta de Py encarnada por la soprano Patricia Petibon), su caída en la prostitución y su muerte a manos del temible Jack el Destripador. Con este punto de partida, Py vuelve a explorar en el erotismo para la puesta en escena, tal como había hecho con Thannhauser de Wagner en 2005 y en este mismo escenario. En aquella oportunidad, sus opciones también provocaron la polémica, especialmente con el momento en que aparece en escena un actor pornográfico con una máscara de toro y su pene en erección.

Para los amantes de la ópera, este tipo de transgresiones al canon representan toda una afrenta al aura mística que sostiene a la mejor tradición del género y a las buenas costumbres. Por esta razón, en los debates que se han multiplicado en Internet y en los periódicos de aquel país, el cruce de opiniones no se ha concentrado en los problemas artísticos o estéticos de la puesta, sino en las argumentaciones radicalizadas tanto a favor como en contra de Py. Algo parecido ocurrió en abril del año pasado en nuestro país, cuando la Orchestre des Camps- Élysées presentó en el teatro Solís un programa Berlioz -Sinfonía fantástica y Lelio- con una puesta en escena que incluía escenas eróticas y el desnudo casi total de cinco actrices. Buena parte del público manifestó su sorpresa y desagrado, invocando frases clásicas como "esto qué tiene que ver con Berlioz". La discusión más profunda quedó, sin embargo, otra vez abierta y sin que nadie recogiera el guante y colocara el tema en un terreno más racional y crítico.

Fuente: El País

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