El artista admira la obra prehispánica, porque
expresa la necesidad de dejar rastro del pensamiento humano
En 1990, el escultor británico Antony Gormley tomó todo el dinero que tenía y viajó a México con la idea de producir una obra completamente diferente a cualquier cosa que había hecho hasta el momento
. El resultado fue Field (Campo), integrado por 40 mil piezas, trabajo que no se incluía en la exposición que Gormley presenta actualmente en el Antiguo Colegio de San Ildefonso; sin embargo, cambió su proceder.
Componen la muestra 28 esculturas, 19 proyectos, 129 dibujos, además de dos instalaciones: Línea del pan y Cuarto de pan. Este último comprende 9 mil 782 rebanadas de pan blanco de caja cubiertas de cera, colocadas individualmente. Cuarto de pan aborda los medios de supervivencia según el artista: alimentos, techo y defensa.
“Venía de una especie de crisis –expresa a La Jornada– , ya que había estado haciendo cuerpos de plomo y me sentía atorado.” Gormley (Londres, 1950) llegó al país en 1986 como parte de una exposición colectiva en el Museo de Arte Moderno.
Field resultó una experiencia que cambió su vida, de hecho, esa fue su revelación mexicana: aprender a hacer imágenes relacionadas con el cuerpo colectivo.
–¿Cómo se conectó con la familia Texca en Cholula para fabricar las piezas?
–Pasé seis días caminando de una ladrillera a otra, haciendo una de las figuras con mis manos y preguntando si era posible hacer 40 mil de ésas antes de Navidad. Finalmente encontré a la familia.
Gormley explica que ha renombrado la obra como American field y que acaba de hacer una para Asia con 230 mil piezas: “Tal vez haga una para África y ya. American field se encuentra en Gran Bretaña y hace poco se exhibió en la Tate, de Liverpool”.
El artista, ganador del Premio Turner en 1996, profesa gran admiración por la escultura prehispánica y su expresión poderosa de la necesidad de dejar algún rastro de su pensamiento y sentir humanos
.
Si su compatriota y colega Henry Moore tenía predilección por el Chac mool, Gormley es partidario del Xipe Totec. Explica: Más allá de sus funciones rituales, veo esta obra como una meditación acerca de la distinción entre apariencia y sustancia. Si es posible que un hombre se ponga la piel de otro, entonces tenemos la capacidad de transformarnos. Así que me conmovieron esas imágenes en las cuales se ven los ojos adentro de los agujeros de unos ojos y los labios adentro de la apertura de una boca. Existe la idea de que la identidad es algo que creamos, no que nos fue dado
.
Para el artista, la escultura, una de las formas de arte más antiguas y más resistentes, es la que más necesitamos en la era digital, porque trata con material real en tiempo y espacio reales
.
Ante la obsesión
por el valor de intercambio de la obra, Gormley propone usar el arte para la autorreflexión.
Al referirse a sus esculturas asegura que todos esos cuerpos son vacíos. No son héroes, ni representaciones, simplemente indican el espacio en donde alguna vez estuvo un ser humano
.
Cada sala de la exposición intitulada Antony Gormley se refiere de manera diferente a la condición humana: “A veces podría tratarse de la digitalización y del hecho de que vivimos en un mundo donde la transmisión de imágenes es siempre por medio del pixel. De modo que la imagen del cartel Sublimate III (Sublimante) es una expresión física del pixel. Esto tiene que ver con resolución, con apariencia y desaparición; tiene que ver con la distinción entre lo virtual y lo real.
“Se puede decir que Sublimate III es un intento de recuperar de primera mano la experiencia física de ese mundo a la manera de la transmisión digital de imágenes. Pero, por el otro lado hay otras obras como Firmament II (Firmamento), donde el espacio del cuerpo es vacío y se encuentra en el centro de una difusión, como una nube.
“Esta es una obra que trata con la entropía, del hecho de que cada ser viviente –en términos de su transmisión de materia en energía– es también un campo entrópico.”
Firmament II, hecha con 91 poliedros, primero fue colocada en el patio central de San Ildefonso, pero como al artista no le gustó, entonces, hicieron volar la escultura por encima del techo del edificio y finalmente la depositaron en el patio de pasantes.
La muestra primero estuvo en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, ciudad que ya cuenta con una escultura permanente de Gormley. Se trata de la tercera versión de la pieza Allotment (Distribución), de 1995, “otra imagen del cuerpo colectivo: tuvimos 300 voluntarios en Monterrey, quienes fueron medidos con mucho cuidado. Entonces hicimos 300 edificios del tamaño más pequeño que el ser humano puede ocupar.
“Allotment es como una ciudad virtual. Se divide en 12 manzanas y en cada una hay 25 de esos cuartos. Actualmente, la obra se encuentra en el Parque Fundidora, en uno de los viejos inmuebles, donde permanecerá más o menos un año hasta que se le construye un edificio propio o se le encuentra otro espacio.”
La muestra Antony Gormley permanecerá hasta el 31 de enero de 2010.
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