lunes, 30 de noviembre de 2009

El Teatro Romano mira al futuro

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El auto del Supremo impulsa la inacabada rehabilitación del Coliseo

FEDERICO SIMÓN - Valencia

En 2010 se acometerán las obras de accesibilidad del Teatro Romano de Sagunto, se rehabilitará el muro tras dos décadas de falta de mantenimiento, se acometerá un proyecto de instalaciones que, por ejemplo, implicará un cambio de los sistemas eléctricos y, por fin, se rescatará el viejo proyecto museístico que dará valor cultural al monumento. Tras dos décadas de litigio, el Teatro Romano mira por fin al futuro. Un futuro en el que las instituciones valencianas pueden completar las nunca totalmente terminadas obras de rehabilitación e impulsar un monumento que no ha llegado al límite de su potencial turístico y cultural. "Hay que aprovechar la crujía cubierta entre los dos muros y diseñar un espacio museístico para entender las partes del monumento y su significado", explica la directora de Patrimonio, Paz Olmos. La responsable del Consell reconoce que el teatro necesita un lavado de cara tras 20 años en los que "la Generalitat tenía dudas de la permanencia de la intervención".

Si bien fue el Partido Popular, a través del ex diputado Juan Marco Molines, el que inició el litigio contra la rehabilitación impulsada por el Consell cuando gobernaba el socialista Joan Lerma, la vía judicial ha supuesto en los últimos lustros para los populares una patata caliente.

Y, más aún, tras la sentencia del Supremo de finales de 2007 en la que validaba la del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad Valenciana que ordenó en 2003 el derribo del muro de cierre de la escena hasta una altura de 1,2 metros y la retirada de las gradas de mármol. Justo los elementos emblemáticos que convirtieron las obras de los arquitectos Giorgio Grassi y Manuel Portaceli en un trabajo estudiado por arquitectos de todo el mundo.

Finalmente, el Supremo ha optado por cerrar el caso atendiendo a la petición del Consell y del Ayuntamiento de respetar la intervención ante la premisa de que la rehabilitación sería totalmente legal con la normativa ahora vigente y ante la imposibilidad de revertir la obra a su estado anterior. Un estado primigenio que por otra parte era fruto de cuatro décadas de restauraciones dudosas tras la que prácticamente todo lo visible de las ruinas era artificial.

Por eso, la decisión del Supremo ha logrado un inusual consenso. El mismo Ayuntamiento de Sagunto, ahora en manos del PP, se muestra satisfecho. "Al final, lo que todo el mundo deseaba es que todo acabara", explica el alcalde, Alfredo Castelló, "el auto es bueno para todos". Eso sí, recuerda que dos sentencias, del TSJ y del Supremo, "dicen que las obras son ilegales" y opina que la rehabilitación "estéticamente es un desastre". Pero asegura, conciliador, que los saguntinos se han acostumbrado a la intervención y que el monumento "puede ahora cumplir su papel cultural, aunque el teatro actual no sea muy respetuoso con lo que había". En cuanto a ese papel, el cultural, se escuda en que la gestión del monumento es competencia de la Generalitat y se muestra satisfecho con la programación del festival Sagunt a Escena.

En ese punto discrepa el arquitecto Manuel Portaceli, dispuesto ahora a celebrar la preservación de su obra tras muchos meses en los que la vio a merced de la piqueta. Un teatro como el de Sagunto puede mantener una programación de seis meses y no de uno solo, opina el coautor junto a Grassi de la obra, alabada por los expertos. "En todos los congresos internacionales en los que se ha debatido el proyecto, causaba estupor la sentencia; incluso los que no compartían los criterios se preguntaban ¿si la ley actual permite esa rehabilitación por qué van a demolerlo?".

Y aunque Portaceli opina que los años de litigio han empobrecido, por miedo, el panorama de las intervenciones de rehabilitación en monumentos, cree que ahora hay que mirar adelante. En cuanto al futuro museo, es consciente de que el Consell no les llamará para acometerlo. "Espero que conozcan bien el proyecto y sepan ejecutarlo".

Fuente: El país

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