sábado, 31 de octubre de 2009

Atractivas viñetas que pasean por los años 30

Interesante composición de cada uno de los roles

Todos los secretos . Dramaturgia y dirección: Ramiro Lehkuniec y Ulises Romero. Elenco: Romina Almaluez, Virginia Azzaretti, Fabián Carrasco, Rocío Flores, Julia Gárriz, María Emilia Ladogana, Dominique Maucci, Magalí Mella, Florencia Prada, Eugenia Rosales, Nadyn Sandrone, Cinthia Santos, Facundo Suárez y Daniela Tolini. Músicos: Amanda Burgos y Viviana Ghizzoni. Vestuario: Guadalupe Romero. Escenografía: Anastasia Baranoff y Félix Padrón. Iluminación: Hernán Feola. Coreografía: Mariano Garcés. Duración: 90 minutos. Espacio Urbano (Acevedo 460).
Nuestra opinión: buena

La acción de Todos los secretos transcurre en un taller de costurería de la Buenos Aires de 1930. El mundo enfrentaba una de las peores crisis económicas. En el país, el general Uriburu derrocaba al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen. El proceso de industrialización generaba temor entre los inmigrantes que habían llegado a la gran ciudad de distintas provincias o de Europa. En ese contexto tan cercano a los tiempos actuales transcurre la acción de este melodrama escrito y dirigido por Ramiro Lehkuniec y Ulises Romero. Ellos dos se cargaron al hombro a un elenco de 14 intérpretes salidos de la cantera del IUNA.

El resultado es más que atractivo y sorprendente teniendo en cuenta la poca experiencia de los actores. Casi como viñetas, los autores cruzan a un niño bien con una anarquista, a un peón de la construcción litoraleño con una húngara, a una trabajadora sexual con una trabajadora del hogar, y a una empleada de limpieza con una joven de aires bacanes. En el entramado, los autores zurcen una historia que se teje y desteje a la vista del público.

La propuesta cuenta con una muy interesante composición de cada uno de los personajes, situaciones cruzadas trabajadas con buen ritmo, un atractiva resolución espacial y una meticulosa reconstrucción de época que va desde el maquillaje hasta el lenguaje pasando por algunos elementos escenográficos.

Cierto: por momentos la trama se abre innecesariamente alargando la acción. O la escena del parto es muy poco creíble lo cual hace disminuir su peso dramático. O, en tren de enumerar, en algunos detalles la reconstrucción histórica se toma cuestionables libertades. De todos modos, el mismo montaje se las ingenia (básicamente gracias al estupendo trabajo coral de las actrices y a un acertado tono melodramático con rasgos de humor) para convertirse en una interesante propuesta de un plantel actoral que está dando sus primeros pasos.

Alejandro Cruz

Fuente: La Nación

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