martes, 29 de septiembre de 2009

Un teatro universitario

[cano.jpg]

Luis Cano (IUNA)

Para ser prácticos fui punteando algunas cuestiones que pienso deberíamos plantearnos:

No existen teatralidades políticamente ingenuas.

Conviene preguntarnos, entre las actuales condiciones de la creación: cuál es su intervención (si es que la hay), a qué se deben sus regodeos estéticos, cómo expresa su relación con las imágenes dominantes de la cultura…

Hablo apuntando hacia la posibilidad de un teatro universitario. Es un planteo herido tanto por los avatares de la vertiginosa anorexia de ideas como por las ligeras producciones exhibidas en los dos o tres circuitos de nuestro campo teatral porteño.

Y si, como decía, las teatralidades no son políticamente ingenuas, la crítica también deberá hacerse cargo de la politicidad constitutiva en que se sustenta.

El campo teatral porteño avanza de manera inequívocamente conservadora. Sus débiles alternativas no escapan al imaginario del consumo de mercaderías, su producción está anclada en una indefinida flojera…

Hay reciprocidad entre las teatralidades débiles y las ideologías frágiles.

Las teatralidades débiles derivan en conformismo. Y hay todavía un segundo movimiento: el que lleva hacia la diseminación de la teatralidad. Subrayando lo lúdico contra lo trágico, la retórica contra la observación, la descripción por encima de las hipótesis.

Cuestiono la funcionalidad entre los discursos circulantes y la decadencia política del teatro al que asistimos.

Cuestiono el sonambulismo de los programas que, haciendo jerga de ‘hibridación’, ‘desterritorialización’ y demás expresiones (globalizadas), ponen su manto de discursos para disimular la falta de teorizaciones.

No se me escapa: no tenemos nada que esperar de la cultura (hegemonía, banalidades). Dado que la cultura es lo que sobrevive al entierro de las ideas.

Ya no sabemos ni cómo explicar el agotamiento de la escena porteña, que a pesar de sus declamaciones en contrario, queda perdidamente expuesta en sus obras, abandonada al juego de los signos.

Entre la confusión emerge lo inmediato, la fascinación, el mundo de las imágenes… Y esta indefinición tiende a expulsar del arte la militancia (¿suena mal?) y el compromiso. Justo cuando más necesitábamos un pensamiento crítico que se sobreponga a la más completa indiferencia.

Intento aproximar algunas reflexiones hacia la posibilidad de hacer un teatro universitario. Dado que el teatro necesita apoyo conceptual para elaborar un pensamiento crítico.

En una época donde lo que llamábamos dictadura lo ejercen los mercados (el privatismo generalizado) necesitamos una política alternativa que no se asocie al pragmatismo utilitario (a la moda de la ausencia de ideas).

Pienso que esta posibilidad se da en el espacio académico (en los estudios). Pienso en la construcción de una mirada contraria a lo que nombrábamos como ‘pensamiento único’, y que hoy es apatía.

No insinúo una élite del conocimiento (solo otra instancia estructural de sujeción) sino la posibilidad transformadora que aportaría una reflexión más rigurosa.

Un espacio a codazos con el imaginario de la alienación, que se pregunte con claridad: ¿Qué teatro nos hiere hoy?

Un teatro universitario como otra cosa.

Que represente el apoyo y reconocimiento de los estudiantes avanzados de todas las carreras. Que suponga la revelación de obras surgidas del aprendizaje, de la experimentación, de la docencia, de la investigación… Un teatro meramente audaz.

Luis Cano, docente - director del Proyecto de producción espectacular de la Licenciatura en Actuación del Departamento de Artes Dramáticas del IUNA año 2008 titulado “Mecanismos del cortejo”.

Fuente:salvajesdisgregados, territorioteatral

No hay comentarios:

Publicar un comentario