domingo, 27 de septiembre de 2009

El juego que desanda la memoria

La compañía expone la plenitud de sus artistas Foto: Augusto Famulari

El grupo español Trànsit conmovió en El salto de Nijinsky, con la dirección de la coreógrafa María Rovira


El salto de Nijinsky,
Dirección: María Rovira. Intérpretes: Compañía Trànsit de Barcelona (María Garriga, Isabel Tapias, Julio Escudero, Reinaldo Ribeiro, Sol Vázquez, Daniel Rosado, Damián Cortés). Música: Javier Gamazo, Marc Alvarez. Espacio escénico: Susana Fernández, Xavier Valls. Iluminación: Xavier Valls. Diseño de vestuario: Susana Fernández. En el Anfiteatro Eva Perón, de Parque Centenario.

Nuestra opinión: muy buena

Luego de presentarse en muy diferentes escenarios en el interior del país, la compañía Trànsit, de Barcelona, llegó a Buenos Aires para ofrecer, en única función, una de sus creaciones más destacadas y que viene presentando en gira desde su estreno, en 2007. El salto de Nijinsky no tuvo aquí el mejor marco escénico. El recientemente acondicionado espacio del Anfiteatro Eva Perón, al aire libre, no resultó del todo adecuado para una experiencia que hubiera requerido mayor intimidad. Es cierto que el trabajo no se vio deslucido, pero, por tratarse de una propuesta de danza pura, en la que el trabajo interior de cada bailarín es muy significativo, una sala convencional hubiera potenciado, y mucho, esta realización.

Energía

La destacada coreógrafa María Rovira se inspiró en una foto en la que, ya muy afectado por la esquizofrenia, se ve al bailarín Vaslav Nijinsky dando un salto. El momento es verdaderamente sublime, porque el artista hacía ya muchos años que estaba alejado del escenario y su memoria estaba muy afectada.

Rovira fantasea a partir de ese acto, va hacia atrás en la historia de Nijinsky y no se detiene en el instante, como hace la foto. Por el contrario, la artista española pareciera bucear en su conciencia y en la de sus bailarines, para verificar y hasta confirmar que los saltos de aquel magnífico creador, que hoy es su fuente de inspiración, han tenido un desarrollo creciente. Su trabajo de danza física lo demuestra.

En ese proceso la acompañan los músicos Javier Gamazo y Marc Alvarez. Cuerdas y vientos que llegan del clásico irán buscando sintetizar épocas hasta llegar a un tiempo bien contemporáneo. En la danza propiamente dicha, el juego tiene un valor fundamental. ¿De qué otra manera, en el arte, se puede desandar la memoria y enfrentarla con la actualidad para tornarla puro presente?

La compañía Trànsit lleva adelante un proyecto singular por su objetivo, que los expone en plenitud como artistas. Una fuerte energía los une y saben dosificarla para que cada fragmento del espectáculo tenga una entidad propia. En algunos casos, hasta provocando fuerte conmoción, como el dúo y el trío de hombres de la segunda parte, en la que se rescatan formas del clásico para estilizarlas y, desde allí, hacer eje en una evolución en la que el cuerpo termina exponiendo una fuerte destreza.

Síntesis perfecta de la obra, esas escenas alcanzarán mayor trascendencia después. El juego, la memoria, el cuerpo dispuesto en plenitud, en un espectáculo creativo y siempre intenso.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

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