En el ciclo de danza que está presentando el Teatro Cervantes en la sala María Guerrero (jueves, viernes y sábado, a las 21; el domingo, a las 20.30), Iñaki Urlezaga se anima a un tango. A un tango nuevo, que Mora Godoy creó para él y su compañía, Ballet Concierto.
Cuadro por cuadro, Siempre Buenos Aires -espectáculo que también se puso en escena anteayer en el Avenida, en el marco del Festival de Tango- articula coreografías grupales, dúos y solos del bailarín platense, quien al principio esboza un tono humorístico y luego se compenetra hasta el ceño con un personaje apasionado, pero distante del príncipe trágico al que ya está habituado.
En la función del sábado, Urlezaga y Eliana Figueroa marcaron la diferencia por sobre el ensamble de jóvenes bailarines clásicos que llevaron adelante la hazaña de bailar, mayormente, a Piazzolla. Incluso, en su carácter de conjunto, la compañía se desenvolvió más preparada con los pasos de este tango-ballet hecho a la medida de sus zapatillas de punta que con el Bolero de lenguaje contemporáneo repuesto en este mismo programa (la famosa música de Ravel, con coreografía de Miguel Angel Elías).
De las seis parejas que recrearon un salón con un baile de enérgicos grand battement ,algunas, más tarde, llegaron a destacarse. Como la de Franco Cadelago y Luisina Rodríguez, que hizo Los pájaros perdidos . Hay que decir que a lo largo de la noche, el puntano ofreció una actuación ascendente, que fue de un pas de deux -con la invitada del Teatro Colón Luciana Barrirero- que lo mostró un poco parco y con algunas dificultades como partenaire a un derrotero de virtudes técnicas que, sobre todo, le asignó la pieza de Godoy.
Con menos show del que podía esperarse de la creadora de Tanguera , esta obra encaminó a los intérpretes en vías de un tango estilizado, ni arrabalero ni canyengue. Prolijo, romántico y sensible fue el cuadro de trajes celestes, que puso a los dieciséis bailarines sobre el escenario que, en algunos pasajes, les quedó chico.
Prodigioso ejecutante de giros múltiples y saltos, Iñaki tuvo oportunidad de lucirse en duetos y en variaciones solistas. Aunque vistoso, algo caprichoso resultó el tango electrónico por entre la humareda, en el que el bailarín se quita y pone varias veces el saco de su traje negro, una acción que más allá de reiterativa no pareció tener una particular intención para transmitir.
Así, de las reposiciones del clásico ( Constanza , con coreografía de Urlezaga) al contemporáneo (Iñaki se entregó, expresivo, a la pieza que en esta puesta va coloreándose en el crescendo de la música), Ballet Concierto asistió a su primera cita importante con el tango, un género que, quedó bien claro, le dio cabida a la energía joven del conjunto y le otorgó, también, la posibilidad de brillar a las principales figuras de esta compañía.
El Cervantes, que llama al ciclo en el que se inscribe este programa "de danza contemporánea", seguirá a partir del 3 de septiembre con la reposición de Happy Hour , de la compañía Tangokinesis.
Constanza Bertolini
No hay comentarios:
Publicar un comentario