Hoy se estrena Raíces, de Arnold Wesker
Luciano Suardi dirige un elenco encabezado por Martha Bianchi, en el Regina
Raíces , la pieza del dramaturgo británico Arnold Wesker que sube a escena en el Regina, es el segundo encuentro teatral de Marta Bianchi con el director Luciano Suardi (ver recuadro). La madre de un hogar humilde de campesinos es el personaje que recrea Bianchi en esta historia, que sitúa la acción en 1959, durante los días que restan para la llegada a la casa del joven obrero judío, del cual se enamoró Beatie (Melina Petriella), la hija que regresó de Londres.
"Esta madre de Raíces es absolutamente distinta de lo que Marta es", dice Suardi, quien destaca que Bianchi "tuvo que componer un cuerpo para su personaje, y también una forma de pensar, la de una mujer rígida, muy limitada, y con pocos recursos". Un desafío que la actriz no dudó en asumir porque, según ella misma confiesa, "cuanto más lejanos a mi persona sean los personajes, más me provocan. Y más me atrevo, pese a que soy bastante tímida". Paso a paso, Bianchi describe su camino para moldear a esta mujer hospitalaria y de pocas palabras: "La engordo. La avejento (aunque puede tener mi edad, pero yo no tengo esa actitud corporal), le cambio la energía, la forma de moverse". El recorrido, explica el director, "fue un trabajo de adentro hacia afuera", un proceso paulatino, según agrega el puestista, "de ir encontrando pequeños gestos y detalles", con cada uno de los actores.
Raíces , considerada un clásico del teatro inglés, va revelando desde los más sutiles hasta los más duros contrastes que surgen durante el reencuentro de Beatie con su familia, en la cual, además, hay cierta expectativa por conocer al joven del que tanto habla su enamorada. "Beatie ha conocido en Londres otra mirada sobre el mundo, pudo ver que hay otra forma posible de vincularse. Y cuando vuelve al hogar familiar, confronta todo", explica Suardi. De alguna manera, considera el director, "la obra es esta lucha de Beatie por escaparse de los límites, y por hacerles entender amorosamente a sus familiares que hay otro modo de mirar la realidad. Y a partir de allí, tratar de ver si hay posibilidad de transformarla". Pero los padres y hermanos de Beatie "son gente sin expectativas", a quienes "no se les pasa por la cabeza un cambio", según reflexiona la protagonista. "Porque no tienen recursos ni educación; como dice el autor de la obra, «no tienen puentes». O sea, las palabras que nos da la educación y que estimulan el pensamiento. Que son puentes para expresarse, para lograr lo que uno quiere, para pensar y atreverse a cambiar."
En esta historia y en opinión del director, "la familia de algún modo es el espejo". Porque, agrega Bianchi, a lo largo de la obra "surge muy claramente cómo lo que me molesta del otro, es lo que tiene de igual a mí". Por eso, ambos coinciden en que el texto de Arnold Wesker bien podría tomarse como una invitación a "descubrir que uno puede transformarse, pero aceptando quien es. Y a partir de esa aceptación, poder transformar a los otros".
Julia Montesoro
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