El dramaturgo y director es un observador de esa clase social en la Argentina
Un mes sabático -septiembre de 2008-, un proyecto en ciernes y un grupo de libros en la mochila. El dramaturgo y director Mauricio Kartun inició, en ese tiempo y de esa manera, un viaje fuera de Buenos Aires que también significó la producción de Ala de criados , la nueva obra que presenta en el Teatro del Pueblo y cuyos intérpretes son Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo y Laura López Moyano.
En el living de su departamento de Paternal el té espera ser servido, él se acomoda tranquilo y muy dispuesto en su sillón, sobre la pequeña mesa ratona se destaca un libro de Cristian Ferrer sobre Raúl Barón Biza, "un broli espléndido", comenta Kartun. ¿Por qué estos detalles? Porque en su nueva obra vuelve a poner su mirada sobre ciertas costumbres de la aristocracia argentina de principios del siglo XX. ¿Qué le interesa de ella? Lo explica él: "Tengo una enorme simpatía por el universo de esa clase social. Una simpatía algo paradójica porque no dejo de cuestionar ideológicamente lo que esa clase social produjo como fenómeno de poder pero, hay ciertos personajes que me resultan muy atractivos y que vienen del ámbito de la cultura: Borges, Bioy, las chicas Ocampo, hasta ciertas figuras más iconoclastas como Salvadora Medina Onrubia, Barón Bizza. Esa zona me ha producido siempre cierta gracia. Es una clase a la que puedo describir sin entrar en una parodia descalificante, puedo reírme de esas familias sin necesidad de pararme en un lugar crítico".
-Y en esta obra, ¿dónde y cómo ubica a alguna de esas familias?
-Desde hace años trabajo de una manera sistemática, no porque crea en la sistematización de la creación sino porque utilizo algunas cosas que me han dado resultado. Reitero algunos mecanismos que se me han revelado como más eficaces que otros. Comienzo el laburo a partir de un universo; un espacio y un tiempo a los que siento elocuentes, cargados de un valor poético. En general contienen una metáfora. Gastón Bachelart dice que toda metáfora es un mito en pequeño. Siempre he tomado eso al pie de la letra. Si hay una metáfora y me conforma, ya tienen voluntad de mito, ya dice algo por si misma. La obra me podrá salir mal o bien pero la metáfora está allí hablando, hay algo vivo. En este caso el espacio es un club de tiro, en Mar del Plata, donde se reunían las familias aristócratas a la tardecita y hacían concursos de tiro a la paloma. Ese lugar está cruzado con las circunstancias de la Semana Trágica en el Buenos Aires de 1919. Una huelga general, disturbios que fueron duramente reprimidos y un caos muy fuerte en la ciudad. Algunas familias atemorizadas, visualizaban en esas revueltas la posibilidad de una revolución social y partieron hacia la Biarritz argentina.
-Comentabas que cuando saliste de la ciudad dispuesto a escribir el texto llevaste libros. ¿Cuáles?
-No podría hablar de cosas específicas. Me gusta leer como quien caza. Como el cazador que va caminando y, en realidad, no va disfrutando de cada paso sino que, simplemente, espera que de vez en cuando salga una perdiz, una liebre. Me gusta leer en busca de estas revelaciones que me permiten ir armando un acopio de personajes, situaciones, historias, imágenes.
-¿Cuando corregís el texto cómo clasificás o desechás ese acopio?
-La corrección es el verdadero trabajo del escritor. Estoy convencido. Creo en la dialéctica de corregir. El corregidor era el regidor del rey en las colonias. Me da tranquilidad ser el rey a la noche y hacerlo desde el capricho monárquico de pedir, a veces, cosas absurdas, en la medida que a la mañana se levanta el corregidor, que es mucho más sensato, y pone orden. En esta dialéctica de regir y corregir me suelto.
Para agendar
Ala de criados, de Mauricio Kartun.
Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943 (4326-3606). Viernes, a las 21; sábados, a las 22; y domingos, a las 20. De 25 a 40 pesos.
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