sábado, 25 de julio de 2009

Jóvenes suizos traen a La Plata su solidaridad

Construyen un comedor comunitario en el Barrio Savoia, de City Bell.

Un grupo integrado por 11 jóvenes misioneros suizos está construyendo un comedor comunitario en el barrio Savoia, "el terreno no tenía nada y nosotros estamos levantando las paredes, todos creemos en Dios y queremos compartir con la gente nuestra alegría; además es muy valioso estar en este país para aprender una cultura que es muy diferente a la nuestra", contó con un perfecto castellano Jolanda Gentsch, una de las coordinadoras.

Ella junto a Tabea, Michael, Manuela, Timon, Sarah, Yvonne, Rahel, Simon, Sashika y Lukas, tienen entre 18 y 24 años, llegaron al país el 14 de julio y fueron albergados en una casa del barrio Savoia por el pastor Rodolfo Escudier y María José, su esposa. La organización misionera a la que pertenecen es cristiana evangélica y se llama Latin Link. "Cuando regresemos no sé que cosas vamos a contar primero porque todo nos gusta mucho, en Suiza las cosas son diferentes cuando cumplís 16 años, aunque estudies también comenzás a trabajar; pero somos más solitarios y tranquilos, acá todo es más grupal y abierto, la gente conversa más", señaló Tabea, la otra coordinadora del grupo que anteriormente vivió 7 meses en Salta como misionera.

A los jóvenes los reunió la fe y el proyecto de levantar un comedor comunitario para los más necesitados en 7 y 471, "con el programa se puede ir en grupo a algún lugar de Latinoamérica, para financiar el viaje hasta hicimos empanadas salteñas en Suiza y le pedimos a nuestros amigos y familiares que colaboraran con nosotros", explicó Tabea.

El deseo de conocer otra cultura fue para los jóvenes una motivación muy fuerte, "escuché muchas cosas sobre este país, pero quise verlas con mis propios ojos; además el objetivo es ayudar a la gente y eso es muy importante para nosotros", agregó Jolanda mientras programa un festival en el que le van a cantar y servir la merienda a los chicos del barrio.

Si bien cuentan con un maestro mayor de obras que los guía, ellos disfrutan también de la experiencia de levantar las paredes con sus propias manos, "estaba el terreno sin nada de nada", repiten con satisfacción cuando hablan de la construcción que dará contención alimentaria a los niños más necesitados de la zona.

De regreso de la faena, los nóveles albañiles dejaron sus zapatos sucios por los materiales de construcción en el exterior de la vivienda, ingresaron, prepararon el mate -un descubrimiento que les encantó- y cantaron canciones religiosas. "Es muy bueno estar acá, estamos muy felices y agradecidos por la hospitalidad de los argentinos y en particular por la calidez de la familia Escudier que nos albergó", afirmó Jolanda
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Fuente: El Día

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