domingo, 21 de junio de 2009

La carta de Mario Pergolini a Fernando Peña


Irse… de a poco o rápidamente

No me gusta mucho escribir despedidas. O Necrológicas. No me gusta escribir sobre lo inevitable y mucho menos de la mirada que a uno le deja la gente que se va. Por vaya uno a saber que extraña yunta, muchas personas que he conocido se han ido. Y juro no tener la edad de mis abuelos o de mis padres como para ya tener tantos muertos a cuestas. He vivido alguna parte de mi vida muy parecida a la de estos hoy muertos y a pesar de todo siempre sigo lamentando al que se va por vivir tan rápido. Será que veo la vida con otros ojos (tal vez con sus pupilas más en su lugar) o tal vez el tiempo me sacó un poco el calor en las venas y puso frialdad en la mente, pero hoy en día lamento la muerte del tipo que intentó correr más rápido que todos.

Lamento mucho Peña que te haya gustado más la vida al final que cuando la pusiste en juego. Se de la lucha que tuviste con vos mismo por haberte convertido en ese piloto de carreras de tu propia vida, pero tengo que admitir que te escuché muchas veces que así te parecía que había que vivir. Lamento que justo ahora que la tenías más a mano, se te escapara la vida de tu cuerpo para demostrar, tal vez injustamente, que vivir agitado es sólo para los jóvenes y sólo por un ratito.

Me acabo de enterar que te moriste en una clínica cerca de la radio. Me acordé que te tenía que llamar, que me viniste a visitar al estudio hace poco. Me acordé que me tenía que acordar de tenerte en cuenta, pero la muerte me ganó de mano. A vos también. Lo lamento, te juro que en este momento de tremenda soledad tengo tiempo para lamentarlo. No es justo que los artistas, o lo que hayas sido, sufran su talento, el que fuera, y no tengan forma de disfrutarlo. No me parece bien esta montaña rusa en la que te pusiste. Siempre se pierde. Creo que nunca se gana. Estoy empezando a estar un poco cansado de los muertos jóvenes.

Me imagino que te hubiese gustado ver lo que pasó con la noticia de tu muerte. Bueno te digo que tus amigos Lalo, Elizabeth, Quique y los de la radio en las que trabajabas ya te están llorando. Que los noticieros hablan del loco lindo que fuiste y los programas de chismes no saben que hacer, porque están totalmente desconcertados ya que vos filmaste como te morías, y esa apuesta ya es difícil de subir. La señora que te había hincado una demanda porque le apoyaste tu miembro en el teatro, lamenta no poder seguir con el juicio.
Yo no sé que decirte. La lista de muertos aumenta y siempre pienso que sería mejor que se muera gente sin talento o los menos jugados, los que van a lo seguro, los tibios.
Guardaré tu chal olvidado adrede en mi ya inexistente oficina de Cuatro Cabezas. Creo que lo voy a regalar.

Fue un gusto haberte conocido. Fue loco ver tanto exceso junto, justo cuando yo ya no era eso. Gracias por el cariño y el respeto. Te van a velar en la Legislatura de la ciudad, je. Las voces que inventaste en la radio seguro que estarán puteando y riéndose de esto.
Descansá como quieras, pero descansá.
Mario Pergolini

Fuente: primiciasya

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