lunes, 29 de junio de 2009

Ana María Bovo sigue sorprendiendo

Ana María Bovo es Olinda Petrungaro

Se luce en su unipersonal Así da gusto,
en el Maipo

Así da gusto.
Escrito, dirigido y actuado por Ana María Bovo. Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova. Ambientación y asesora de vestuario: Sofía Di Nuncio. Asistente de dirección: Alejandra Montero. Teatro Maipo, Esmeralda 449. Domingos, a las 17; martes, a las 20.30. Duración: 75 minutos.

Nuestra opinión: buena

Artista de múltiple y refinada sensibilidad, Ana María Bovo ha demostrado ser, además de una narradora oral de indiscutible poder de seducción, una dramaturga y directora de teatro de mucha calidad. En este espectáculo, expone una veta más del repertorio de sus conocidas aptitudes: la de actriz cómica. Una veta que ya insinuaba en sus trabajos de narradora, pero que ahora expone en toda su amplitud y esplendor.

El personaje inventado para animar Así da gusto es Olinda Petrungaro, una asistente de vestuario del Maipo -hija y nieta de dos jefas de ese departamento en la misma sala-, que cuenta una larga serie de anécdotas ocurridas en la historia del mítico teatro y que tienen como protagonistas a algunas de sus más famosas estrellas. Debe hacerlo para ganarse unos pesos extras para financiar un viaje que desea desde hace tiempo: visitar un volcán en erupción.

Camarín

En un ámbito pequeño, cubierto por los percheros con el vestuario de las divas, y de algún mueble más en el que se guardan otros objetos de su pertenencia, como los concheros, Ana María Bovo se mueve como pez en el agua y encarna a su personaje con una suprema gracia, que embelesa al público desde el principio hasta el final. Su Olinda es una criatura deliciosa, una suerte de Gelsomina algo ingenua en el amor, pero llena de picardía en la observación de las conductas ajenas y dueña de una información abundante y sabrosa.

Como en alguno de sus otros espectáculos, la autora y actriz combina los recursos propios de la actuación con detalles de narración muy entrañables para el imaginario de la gente, como son los pasajes de ciertas películas inolvidables.

Dentro de esa línea de evocación, su imitación y homenaje a Niní Marshall haciendo de Catita en Yo quiero ser bataclana es espléndida. Sin alardes ni estridencias mediáticas, sólo gracias a una labor persistente y llena de talento y de esfuerzo, esta artista y también prestigiosa docente ha realizado ya una obra digna de admiración. Ese comportamiento es el que explica que todavía pueda seguir sorprendiéndonos cada vez que reaparece en escena.

Alberto Catena
Fuente: La Nación

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