viernes, 29 de mayo de 2009

Claudio Tolcachir: "Quiero tener el ojo cada vez más afilado"

EQUILIBRIO. "No hay que sacralizar el teatro independiente ni pensar que el teatro comercial es necesariamente malo, cuantos menos prejuicios uno tenga, mejor", señala Tolcachir.(Foto archivo)

El realizador de La omisión de la familia Coleman vuelve a la avenida Corrientes con "Agosto", una superproducción que ya probó su éxito en Broadway. En un diálogo con Ñ le resta importancia a las diferencias entre el circuito independiente y el comercial y advierte: "el teatro independiente tiene que tomar riesgos".
Por: Guido Carelli Lynch

En la penumbra del teatro Lola Membrives todos están nerviosos. Falta menos de una hora para que comience la primera función de "Agosto" abierta al público, la primera función real (sin amigos, personajes de la farándula ni periodistas) y desde el boletero hasta Norma Aleandro caminan más apurados que en los días anteriores por los pasillos del teatro. El pánico y el estrés sobrevuelan la sala pero no afectan ni un poco al director, Claudio Tolcachir, uno de los realizadores más festejados del teatro independiente nacional.

El hacedor de la multipremiada"La omisión de la familia Coleman" y "Tercer Cuerpo" tiene empapelada la ciudad de Buenos Aires con su adaptación del suceso de Broadway del año pasado y, tal vez por que es su cumpleaños espera confiado. "Que vengan muchas personas y te digan que esta es la mejor obra que vieron en su vida es algo muy hermoso y muy fuerte para nosotros", dice. Cuesta creer entonces que algunos de los conmovidos espectadores de las avant-premiere de Agosto hayan visto algunas de las anteriores obras de Tolcachir.

La calma chicha del director y la respuesta del público para ver en escena la apuesta de Daniel Grimbank están a la vista, al menos por ahora. Versátil, Tolcachir salta del off al on, de su sala propia, –Timbre 4- en una casa chorizo de Boedo a las luces de Corrientes. "Si fuera muy conciente no podría salir de casa, entiendo que es mi trabajo, lo hago con el mayor placer, me comprometo y pongo el corazón y el cuerpo en esta obra y en cualquier muestra con alumnos o en Timbre 4, porque a mí lo que me gusta es el teatro", dice sobre sus incursiones en uno y otro ámbito.

-Agosto trabaja como muchas de sus obras las relaciones interpersonales en una familia "disfuncional". ¿Notó ese paralelismo?

-Sí, yo creo que lo que pasa con el teatro en sí desde Edipo Rey en adelante es que la familia es una forma de núcleo que nos representa a todos. Todos mal que mal, mal que bien tenemos nuestra familia y es adonde te formas, lo que te hace ser quien sos. Pero siempre es una excusa, no es el centro de estas obras. A través de esas historias aparece la sociedad, aparece el país. Agosto es una obra muy llena de historias y cada espectador desde su edad, según lo que esté viviendo puede reconocerse con alguno de los personajes. Los actores trabajan con mucha verdad y –por eso- el público entra en los personajes.

-Pero "Agosto" sí tiene tal vez ese perfil tragicómico de sus obras anteriores?

-Cuando uno dirige la obra de otro, tiene que apropiársela, pero –sobre todo - tiene que tener la sensibilidad para ver lo que el texto pide. Ese límite entre el dolor y el humor de Agosto a mí también me sale cuando escribo. Así que en definitiva tuve la sensación de dirigir una obra escrita por mí, me sentía muy identificado con los recursos del autor.

-¿Le dio temor no volver al "circuito comercial" después de la experiencia tan breve de "Atendiendo al Sr Sloane", en el Konex?

-Eso fue una experiencia muy buena artísticamente y mala por otras razones. Pero como yo no tengo ninguna ambición en particular de llegar a ningún lado, no sentía miedo porque no tengo interés en hacer otras cosas. Esto (Agosto) es mucho más que teatro comercial es uno de esos proyectos que uno haría gratis.


Actor, director, dramaturgo, discípulo de Alejandro Boero y Juan Carlos Gené, construyó su cosmovisión escénica trabajando bajo las órdenes de directores tan reconocidos y disímiles como Norma Aleandro, Daniel Veronese, Sergio Renán, Luciano Soardi. "Fui formando un espectro lo más amplio posible de recursos, porque no hay dos actores iguales, no hay dos momentos iguales. El talento del director más allá de ver lo que no funciona es tratar de descubrir el arma de lo que el actor necesita para desenredar el nudo. Esa mezcla humana y técnica es mi búsqueda. Quiero tener el ojo cada vez más afilado y recursos para cada situación", anticipa.

-Se habla mucho del momento del teatro argentino: ¿se siente parte de un movimiento en particular?

-(Duda y afirma) Sí, me siento parte, pero sobre todo heredero de gente que comenzó esto hace 80 años, que fueron los primeros en abrir teatros independientes. Y también me siento heredero de los que se jugaron la vida haciendo teatro en la dictadura. Creo que ahora más que una hermandad artística, hay una hermandad en las formas de producción, una filosofía de trabajo en común Todos hacemos, hacemos y hacemos y de esa máquina de generar van saliendo cosas interesantes: obras, productores, actores, directores, iluminadores. Es como el fútbol hay tantos jugadores que siempre sale uno bueno.

-¿Pero qué cambia a la hora de pensar una obra comercial y una independiente?

-Las búsquedas son distintas. Una cosa es teatro comercial, otra cosa es un texto como éste, una comedia profunda y cínica, con actores de la c...de su madre, maravillosos. A veces vas a ver teatro independiente que es de una frivolidad absoluta, o totalmente snob, o no ves cosas tan genuinas que te emocionen. No hay que sacralizar el teatro independiente ni pensar que el teatro comercial es necesariamente malo, cuantos menos prejuicios uno tenga, mejor. El teatro independiente tiene que ser para tomar riesgos, para que podamos probar cosas nuevas y creo que se puede pensar que también el teatro comercial puede ser un lugar donde puede haber cosas de nivel.

Fuente: Revista Ñ

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