miércoles, 1 de abril de 2009

Tercero Incluido en Teatro Abierto 1981

En 1981 surge el Movimiento del Teatro Abierto en Argentina como una reacción cultural de la gente de teatro en contra de la dictadura militar que azotaba el país. Surge como resultado de una crisis que venía desde atrás, ya que, como todos sabemos, las dictaduras no se producen por generación espontánea. El terror generalizado por el "Proceso de Reorganización Nacional" se había expandido por todo el país; los poderes fácticos arremetían contra el ámbito intelectual y especialmente contra las manifestaciones literarias que más podrían oponérsele. Autores, directores y actores fueron vigilados y perseguidos por expresas ideas contrarias al régimen. Teatro Abierto 1981 es un cabal ejemplo que muestra cómo factores socio-políticos y extra textuales condicionan y/o provocan un modo de hacer teatral.

Teatro Abierto 1981 significó:

1) la afirmación de que el teatro es una manifestación de arte colectivo que implica a todos los elementos que lo producen: autor como dramaturgo, dramaturgos agrupados en una empresa común, dramaturgos, directores, actores, escenógrafos y técnicos, coincidentes en sus objetivos;

2) rescatar para el teatro argentino la propia identidad que le corresponde, es decir, la reafirmación de un teatro auténticamente nacional, con voz y lenguajes propios, con una temática adecuada y la imperiosa necesidad de conectar con el público, sin por ello perder valores estéticos y universales. En todo caso, lo que los organizadores se proponían era, entre otras cosas, demostrar la existencia de un teatro argentino.

(Dramaturgia y sociedad en Teatro Abierto 1981 por Miguel Angel Giella)

El hecho que la cultura se levantara masivamente también tuvo su impacto en las esferas oficiales y su reacción no se dejó esperar. Una semana después de iniciado el ciclo, el 6 de agosto de 1981, desconocidos colocaron tres bombas incendiarias en la Sala del Picadero, cuando se presentaba la pieza Tercero incluido de Eduardo Pavlovsky, incendiándola. Cuarenta y ocho horas más tarde de aquel atentado, Teatro Abierto se recomonía, pudo continuar en el Teatro Tabarís, la más comercial de todas las salas de la calle Corrientes y con el doble de capacidad que el Teatro del Picadero. El ciclo se desarrolló a teatro lleno y con un entusiasmo del público que superaba el fenómeno teatral para convertir cada función en un mitín antifascista

Algunas Obras:

" El que me toca es un chancho", de Alberto Drago, con Leonor Manso y Nora Cullen.
"El acompañamiento", de Carlos Gorostiza, dirección: Alfredo Zemma, con Carlos Carella, Pepe Soriano y Ulises Dumont.
"La Roca", de Carlos Pais, con Pepe Novoa y Juan Carlos Puppo.
"Tercero incluído", de Eduardo Pavlosky.
" Papá querido", de Aida Bornik, con Beatriz Matar, Mirtha Busnelli y Arturo Bonin.
"Cositas mías", de Jorge García Alonso, con Mirtha Busnelli y Roberto Castro.
"Gris de ausencia", de Tito Cossa, con Pepe Soriano y Luis Brandoni.
"Mi obleisco y yo", de Osvaldo Dragún, con Salo Pasik, Zelmar Gueñol, Graciela Juarez y Omar Fanucci entre otros.
"El 16 de octubre", de Ellio Gallipolli, dirección de Alberto Ure.
"Lejana tierra prohibida", de Ricardo Halac, con Víctor Laplace, Virginia Lago y Felisa Yeny.
"Chau Rubia" y "Nuevo Mundo" entre otras.


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