domingo, 15 de marzo de 2009

Danza | Brenda Angiel, Con los pies lejos de la tierra


Por Natalia Blanc
De la Redacción de LA NACION


Bailarina, directora y coreógrafa, desarrolla una técnica de baile aéreo que se realiza con arneses, rieles y sogas elásticas

Colgada de un arnés enganchado en la cintura, Brenda Angiel mira el mundo cabeza abajo. Esta bailarina, coreógrafa y directora argentina de 42 años desarrolla una disciplina innovadora: la danza aérea. Su técnica, reconocida en todo el mundo, surgió a partir del ballet contemporáneo y se realiza con elementos que se utilizan para escalar montañas. "Lo mío no es acrobacia como lo que hace el Cirque du Soleil ni teatro de acción como lo de De la Guarda. Es danza", aclara la fundadora de Aérea, la primera escuela de América latina dedicada a esta especialidad. Ya con los pies sobre la tierra, Angiel invita a presenciar una clase en su sala de Almagro para explicar cómo armó, paso a paso, su exitoso espectáculo Air condition , estrenado en Nueva York en 2005.

Debajo del techo pintado de negro se ve una estructura metálica, diseñada especialmente para soportar el peso de los cuerpos en movimiento, de la que cuelgan arneses y sogas elásticas. Los alumnos y bailarines usan las paredes como piso y se desplazan por la sala colgados de rieles. Los docentes son integrantes de la compañía de Angiel, con la que recorrió el mundo: en diciembre se presentó en Brasil (en un importante teatro de San Salvador, Bahía) y meses antes, en la sala oficial de La Haya, Holanda. A una de las tres funciones asistieron Máxima Zorreguieta y el príncipe Guillermo, que aplaudieron de pie los tangos, las milongas, el rock y el hip hop aéreos creados por la coreógrafa argentina. "Fue a vernos Jiri Kilian, uno de los mejores coreógrafos del mundo. Después de la función, se acercó a felicitarme. Fue muy importante para mí, ya que lo admiro mucho."

Casada con un arquitecto y madre de dos nenas de 8 y 4 años, Angiel estudió danza contemporánea y composición coreográfica con Ana Itelman y luego en la Escuela de Nikolais, en Nueva York. "Mis primeras coreografías las hice en el piso, al estilo tradicional. Cuando volví a Buenos Aires, armé una obra para un espacio que tenía el escenario en el centro y las plateas repartidas en tres frentes. Se me ocurrió entonces hacer unos pasos en el aire para que los pudieran apreciar los tres grupos de espectadores. Cuando empecé a investigar la técnica y cómo podía colgarme, descubrí un mundo nuevo, inexplorado", cuenta.

Esa obra, titulada Tres partes y una pared , se estrenó en 1994 en el Centro Cultural Ricardo Rojas. "Estaba fascinada con todo lo que se podía hacer en el aire. Ese primer trabajo fue pura investigación: qué se puede hacer y qué no, cuáles son los límites -aclara-. Hice tres o cuatro temporadas en el Rojas mientras investigaba la técnica: con cada coreografía advertía que se abrían nuevas e infinitas posibilidades de creación."

En 1996 vinieron a Buenos Aires los directores del American Dance Festival en busca de jóvenes coreógrafos y la becaron para estudiar en Estados Unidos. "Como les gustó mi trabajo, al año siguiente volvieron a invitarme para crear coreografías para sus bailarines. También me pidieron que diera una clase y a partir de entonces se me ocurrió enseñar. Lo propuse en el Rojas y, cuando tuve que ponerle un nombre al curso, les dije: danza aérea." De aquellas clases surgió después la escuela, a la que concurren chicos de seis años en adelante, adolescentes y adultos. "La mayoría no viene a aprender a bailar sino a divertirse con esta actividad, que requiere mucho esfuerzo físico pero parece un juego."

No hay antecedentes en el mundo de danza por los aires. Existen compañías con propuestas del estilo, que surgieron en el teatro, el clown y la acrobacia. "Este trabajo está totalmente ligado a la técnica. Busqué durante mucho tiempo un arnés funcional para lo que yo necesitaba y como no existía, tuve que diseñarlo. Una de las limitaciones de colgarse es el tiempo, ya que el arnés es incómodo y el cuerpo no lo soporta demasiado. Al principio causa dolor, como las zapatillas de punta de la bailarina clásica. Por eso, en mis espectáculos estoy casi obligada a hacer cuadros cortos. A veces me imagino pasos que después advierto que no pueden hacerse en el aire. Hay mucho de prueba y error: qué puede funcionar y qué no. Y mucha intuición también. El proceso creativo es arduo pero placentero", agrega. Angiel trabaja con música original. "Primero armo la coreografía, pensando directamente en el aire, y después convoco a los músicos. Ensayo la obra en la escuela y para los montajes en los teatros trabajo con tres escaladores, que son los encargados de la seguridad."

Air Condition , el espectáculo que estrenó después de Vuelos Aires , es el resultado de muchos años de trabajo. "La versión que presento ahora tiene un setenta por ciento de cuadros nuevos. Aunque la obra mantiene el nombre, la renuevo permanentemente."

Mientras prepara una nueva gira por Holanda, Bélgica e Italia ("y, tal vez, China", adelanta), Angiel fantasea con conseguir un productor para reestrenar en Buenos Aires Air Condition , que ya se presentó en la Ciudad Cultural Konex y en el teatro Metropolitan. "Lo que más me apasiona de la danza aérea es que permite probar e inventar todo el tiempo. No tiene límites creativos, sólo aquellos que marca el cuerpo."

© LA NACION

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