miércoles, 24 de diciembre de 2008

Menos dinero para el Complejo Teatral

Kive Staiff: anunció la programación para el año próximo

En su último año de gestión, dio a conocer las obras de teatro, danza y ciclos que se montarán en las salas estatales

Por Alejandro Cruz
De la Redacción de LA NACION

Minutos antes de comenzar la conferencia de prensa en la que Kive Staiff dio a conocer la programación para el Complejo Teatral de Buenos Aires, recibe a La Nacion en su despacho. El panorama allí es un tanto extraño. Por un lado, como las obras de infraestructura están en avance, el lugar está casi vacío. Desde otra perspectiva, la reciente muerte del artista Carlos Gallardo, persona del riñón del teatro y sumamente querida, hace que el clima de fiesta (y locura) que se vive en la calle contraste todavía más con la realidad que se vive en el quinto piso del Teatro San Martín.

Hay otros golpes a los cuales Staiff debe reponerse. Por lo pronto, el Complejo Teatral, que depende del gobierno macrista, contará con 550.000 pesos menos dedicados a la producción (el resto, unos 45 millones de pesos, estarán dedicados al gasto en personal). De todos modos, tanto él como Carlos Elía, su director adjunto, confían en recuperar esa pérdida con la recaudación en boletería. "Estamos pobres, pero equilibrados. Alguien dijo en mi entorno que somos buenos administradores de la miseria. Afortunadamente, vamos a tener la adhesión de algunos sponsor, como el Banco Ciudad. Eso nos va ayudar a remontar la situación", apunta Staiff.

-Debe ser la primera vez que se anuncia la programación tan al borde de la Navidad.

-Bueno, teníamos incógnitas sobre el presupuesto que vamos tener.

-Las seguimos teniendo: recién hoy [por ayer] se estaría votando el presupuesto de la ciudad.

-Sí, pero se supone, con fundamento, que no va a afectar al presupuesto de Cultura. Yo no quería arriesgar hacer un anuncio que después no íbamos a poder cumplir por cuestiones presupuestarias. Superada esa situación, acá estamos.

-¿Cuáles fueron los desafíos en la construcción de la nueva programación?

-Hay una línea genérica que no se ha modificado demasiado. Es decir, apostamos al teatro clásico antiguo y moderno, apuntamos al teatro argentino actual y del pasado, tratando de hacer equilibrio. Cuando se constituyó el Complejo Teatral de Buenos Aires, la existencia de algunas salas nos permitió clarificar mucho más el perfil de esas salas.

En ese orden, el Teatro Sarmiento estuvo dedicado a la experimentación y la vanguardia. Ese fue el criterio para el ciclo Biodrama que armó Vivi Tellas, su programadora. A partir del año próximo, finalizado el ciclo, esta tarea estará en manos de Alejandro Tantanian. "Me parece bien tener un ladero en mejores condiciones generacionales para evaluar lo que se está haciendo", apunta el ex crítico de teatro que reconoce sentir algunas limitaciones en lo que se refiere a las nuevas camadas de creadores.

- Un año atrás, cuando asumió Mauricio Macri, como jefe de gobierno, dijo que había acordado una gestión de dos años.

-Así va a ser. Claro que hay situaciones que tienen que ver, por un lado, con el Bicentenario, y por el otro, que el 25 de mayo de 2010 se cumplirá 50 años de la inauguración del San Martín. Por lo cual, vamos a programar 2010 para el nuevo director y él decidirá, como ocurre en un país civilizado.

-Pero no estamos en un país civilizado.

-Bueno [se ríe]. Pero es bueno que así ocurra. He leído hoy [por ayer] en LA NACION una nota a Marcelo Lombardero, que va a estar a cargo del Teatro Argentino, y Marcelo va a respetar la programación ideada por la otra gestión con algunos cambios. En otros países del mundo se designa un nuevo director con varios años de anticipación. ¿Por qué no intentar ser un poco civilizados...?

-Su extensa gestión ha atravesado de todo: desde períodos democráticos hasta la dictadura, pasando por la crisis económica de2001. Ahora terminaría con problemas presupuestarios y, como lo señaló en su oportunidad Carlos Elía, con una cantidad de pérdidas en el nivel de personal, que está siendo jubilado.

-Sí, pero es la realidad argentina. ¿Qué hacer entonces? ¿Mandarnos a mudar y ver el partido desde nuestras casas? No tiene sentido. Hay que seguir batallando, hay que seguir trabajando. Tenemos problemas en algunas secciones, como sastrería, con artesanos maravillosos, que ya no están y que no tienen reemplazo según su oficio.

-Pero en ese caso hay dos coordenadas que se cruzan: la pérdida del artesanato, por un lado, y la incapacidad del Complejo de contratar a nuevos empleados en condiciones laborales parecidas, por el otro.

-Va a tener que pelearlo, no hay otro modo. Hay muchas cosas que ya no hacemos. Dejamos de realizar un actividad musical en el hall central, pero, el año próximo, el Banco Ciudad va a financiar esa actividad. La colaboración de un integrante de la Fundación nos va a permitir retomar el proyecto de editar pósteres de las obras. Los actores se quejan de que estamos pagando menos de lo que deberíamos pagar, pero es lo que podemos. Estamos funcionando así, persiguiendo el centavo. Termina el año ejecutando el presupuesto casi al 99 por ciento.

-A todo esto hay que sumarle el trabajo de obras edilicias...

-Y ahí estamos. Todo está muy atrasado, la obra estuvo parada durante un año, pero eso no lo manejamos nosotros. Tenemos que resolver el problema de goteras en el techo del Alvear y de otras salas, pero hay una intención de realizar todos esos trabajos.

-¿Qué gustos se está dando en la programación a sabiendas de que es su último año?

-No sé... Pienso en Marat Sade , en Mucho ruido y pocas nueces , la comedia de Shakespeare... Creo que andaría por ahí... Es más, ya me empiezan a atraer los proyectos para 2010: como el montaje de La vida es sueño , con puesta de Calixto Bieito, o El Dybbuk , con puesta de Jacobo Kaufman.

-Para finalizar, ¿habló con Hernán Lombardi, ministro de Cultura porteño, sobre quién será el nuevo director del Complejo Teatral de Buenos Aires?

-No... no. No sé si lo tiene en mente...

-No le creo, mire cómo se sonríe...

-¿No me creés? Pero, ¡por favor!

Y vuelve a sonreír. En minutos comienza la conferencia de prensa, un rito que Staiff conoce a la perfección.

Fuente: La Nación

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