domingo, 9 de diciembre de 2007

Artistas extranjeros buscan la esencia del tango en La Plata a través del teatro

Una directora rusa y un escenógrafo griego están trabajando con actores y bailarines locales para armar una obra teatral referida al tango. Es en el marco de un proyecto de residencia para artistas del exterior que se desarrolla en la ciudad.

La fascinación que despierta el tango en el exterior es capaz de generar cosas raras. Como que una directora teatral rusa y un escenógrafo griego hayan cruzado el Atlántico para conocer de primera mano la tierra de Gardel y ahora se encuentren investigando y trabajando en La Plata con vistas a montar una obra... en Londres.

La directora es Veronika Wigg, estereotipo de la mujer rusa, con la tez muy pálida y los ojos muy celestes. El escenógrafo, Michailis Kokkoliadis, hombre demasiado pendiente de las ambientaciones como para preocuparse por aprender más que un par de palabras en castellano.

Se conocieron en Londres, donde viven desde hace una década (ella se recibió en la Universidad de Moscú y consiguió trabajo en la BBC, él se fue a estudiar a la capital inglesa), y se entusiasmaron en un proyecto que empezó con “un libro de tango de 1929 que encontré en una biblioteca”, cuenta Veronika, que aprendió los rudimentos del castellano pero respira con alivio cuando le dicen que la nota puede hacerse en inglés.

Del interés por el dos por cuatro nació Twelve, un proyecto de obra teatral compuesto por doce actos con doce historias relacionadas con la cultura, la danza y la literatura tanguera.

Consiguieron una beca del Art Council de Londres para profundizar la investigación en Argentina, y hallaron en internet una tentadora propuesta: la de Residencia Corazón, el emprendimiento de los platenses Juan Pablo Ferrer y Rodrigo Mirto que ofrece una residencia para artistas extranjeros en nuestra ciudad.

“Elegimos La Plata porque tenemos un contacto muy directo con el tango de verdad. No nos interesa el tango turístico, el que ofrecen San Telmo o Puerto Madero, sino el más auténtico”, explica Veronika. “Vinimos a investigar, a palpar el mundo del tango”.

Llegaron a mediados de noviembre e hicieron un casting, del cual quedaron cuatro actores y una pareja de bailarines, que ahora están trabajando en workshops sobre las historias de Twelve.

La experiencia en La Plata terminará el 17 de diciembre, cuando Veronika y Michailis regresen a Londres. Su idea es llegar a montar la obra en la capital británica, “y vamos a tratar de llevar a algunos de los actores y bailarines con los que trabajamos acá, porque son fantásticos”, dice la directora. Antes de partir, el 14 o el 15, harán una muestra de Twelve en la residencia.

La residencia

Residencia Corazón es un proyecto de intercambio que abre las puertas de la ciudad a artistas extranjeros. Gestado por Rodrigo Mirto y Juan Pablo Ferrer, funciona en el espacio artístico que poseen en diagonal 77 y 3, con la idea de fondo de darle más vida cultural a La Plata y
realizar un aporte para sacarla de la sombra que desde siempre le ha hecho Buenos Aires.

Edificios fantásticos y actores apasionados

Sucede en todos los ámbitos: admiramos las maravillas de los demás y no sabemos ver las que tenemos frente a nuestras narices. Veronika y Michaili quedaron fascinados con teatros que para nosotros pasan desapercibidos o incluso están en muy mal estado de conservación.

“Visitamos La Fabriquera, El Princesa, el Teatro de la UNLP. Son fabulosos, en Inglaterra los actores tratan de salir de los teatros clásicos para buscar lugares como esos. Pero allá la ambientación es artificial, aquí son edificios genuinamente antiguos. Sería increíble, por ejemplo, hacer Chejov en un teatro como El Princesa”, dice la directora rusa.

Otra cuestión que los sorprendió fue la calidad actoral. “Vimos algunos actores maravillosos, en obras, en cambio, de poca calidad dramatúrgica -afirma Veronika-. Y en algunas cosas para mí, como directora, es extraño.

En Inglaterra tenés que estar tres semanas para que se toquen entre ellos, yo estoy todo el tiempo diciéndoles ¡come on!, ¡come on! para que se liberen. Acá al primer día ya no había barreras, les tenía que decir calm down, calm down. Vi mucha energía y vitalidad en los actores; sienten el deseo del teatro, pero les falta formación en teatro clásico”.

Fuente: Hoy

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