"Piel de chancho. Fuego entre mujeres" . Autor y director: José María Muscari. Intérpretes: María Aurelia Bisutti, Armenia Martínez, Laura Espínola. Diseño de luces: Marcelo Alvarez. Música original: Mauro García Barbé, Asistente de dirección: Graciela Balletti. Dirección: José María Muscari. En el Teatro del Pueblo.
Nuestra opinión: buena
Una vez más, José María Muscari busca develar el mundo interno de unos personajes muy particulares, marginales en una primera mirada, pero profundamente complejos si esa mirada se fortalece. Su búsqueda siempre ronda lo patético y entonces es fácil reírse de ellos o, en su defecto, sentir que conmueven mucho porque, de continuo, rondan algún costado propio o el de alguna persona conocida.
Esta vez un trío familiar femenino cae bajo la lupa del creador y son ellas las desmenuzadas. Nana, Ingrid y Luisa -abuela, madre e hija, respectivamente- comparten la vivienda y se cuidan, se molestan y se insultan con la misma intensidad. El caso es compartir lo que allí sucede, aunque los extremos a los que cada una llega sean, por momentos, verdaderamente extravagantes.
Nana (María Aurelia Bisutti) es una abuela que asoma con parte de su cuerpo quemado a partir de un accidente doméstico. Su operación se va haciendo inminente, vive en un mundo muy suyo, de a ratos próximo al delirio, y se relaciona con su hija y su nieta en un doble juego en el que, aún sabiendo todo sobre ellas, prefiere escapar de esas historias y problemas.
Ingrid (Armenia Martínez) se desvive entre atender a su madre, la librería en la que trabaja y ocuparse del estado de salud de su hija anoréxica. A la vez que su lesbianismo parecería interferir de continuo en esa realidad.
En tanto que Luisa (Laura Espínola), la menor de la familia, enfrenta a las dos mujeres mayores, las cuestiona, reniega de ellas, mientras se impone controlar su cuerpo para que éste se mantenga en un estado ideal.
La historia de Muscari, en verdad, por momentos, no importa. Al creador parecería no interesarle una construcción dramática en la que personajes, acciones, diálogos y situaciones se sinteticen en una construcción que conduzca la historia por un canal con algunos visos de formalidad. En algunos pasajes, por ejemplo, las actrices salen de situaciones que no terminan de definirse y enfrentan a la platea con unos monólogos de rico dramatismo.
Hay un caos instalado en esa estructura que el artista supera con una fuerte dirección de actores. De las tres intérpretes consigue extraer unos mundos íntimos muy calificados y entonces "Piel de chancho" se transforma en un material exclusivamente actoral, plagado de buenas ideas escénicas; pero, como éstas no terminan de instalarse, no hay forma de reparar en ella. En cambio, no hay manera de desconocer a esas tres mujeres exasperadas, tan solas y desprotegidas, tan odiosas por momentos y entrañables por otros.
José María Muscari parece conocer mucho sobre los mundos privados de los personajes -y también de los actores- y con tres tan dispuestas e inquietantes actrices el juego llega a una completud más que interesante.
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