Destinado a difundir la Actividad Cultural de la Ciudad de La Plata y promover el Intercambio Cultural
lunes, 14 de mayo de 2001
Expulsados, vodevil - publicado en diario El Día
Expulsados... seis personajes en busca de sí mismos
Por IRENE BIANCHI
"Expulsados Vodevil", basada en la narrativa de John Cheever. Actuación: Cococho Abbtángelo, Karina Bordogna, Mónica Fernández, Ernesto Meza, Delia Aguinaga y Karina Carballo. Música original: Diego Madoery. Escenografía e iluminación: Laura Valencia. Asistencia técnica: Eduardo Campo. Dramaturgia y dirección: Laura Valencia. La Fabriquera, calle 2 entre 41 y 42
El novelista y cuentista norteamericano John Cheever (1912-1982), publicó sus primeros relatos en importantes revistas como "The New Yorker", obteniendo el Premio Pulitzer de Literatura en 1979 tras la edición de sus obras completas, titulada "Relatos de John Cheever" (1978). Sus novelas más destacadas: "Crónica de los Wapshot"; su secuela, "El escándalo de los Wapshot", "Bullet Park"; "Falconer" y su novela corta: "¡Oh, esto parece el paraíso".
Sus cuentos y novelas pueden considerarse comedias costumbristas, en las que el autor reflexiona con ironía y sarcasmo acerca del empobrecimiento emocional y espiritual de las clases media y alta de la sociedad norteamericana de su época.
En este sentido, la obra de Cheever tiene puntos de contacto con la narrativa de otro autor estadounidense: Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), quien personificó en sus cuentos y novelas el ambiente y costumbres de los años veinte; "la era del jazz", como la calificara el autor de "El Gran Gatsby": una atmósfera social marcadamente hedonista, traspasada por una enorme banalidad espiritual.
Laura Valencia se inspiró en la producción de Cheever para imaginar el encuentro (más causal que casual) de seis personajes en un lugar incierto. No se conocen entre sí y ninguno sabe a ciencia cierta cómo fue a parar ahí ni para qué está.
Al principio, pareciera que se tratara de un cocktail, en el que los invitados beben, fuman y parlotean sobre cuestiones intrascendentes. Pero, poco a poco, se empieza a percibir que ese lugar se halla fuera del espacio y del tiempo: una suerte de limbo o peculiar sala de espera del que los personajes sólo podrán salir cuando hayan elegido un recuerdo de su historia.
El denominador común entre todos parece ser la soledad, el desamor, la imperiosa necesidad de aturdirse, de ser escuchados; el desamparo, la nostalgia. Por sus dichos, parecería que todos están muertos y aún no saben qué les espera ni dónde ir.
Lo más atractivo de la puesta de Valencia es el uso del espacio, que -en un certero golpe de efecto- integra el patio y la galería de la casa, convirtiendo la totalidad del lugar en área escénica. Eso le da profundidad a la visión del espectador; permite jugar con los volúmenes de voz y crea por momentos la sensación de estar viendo una película.
Otro acierto de la escenografía: lo que a primer golpe de vista parece una alfombra es en realidad un cuadrilátero de tierra suelta, lo que refuerza la hipótesis de la tumba.
Tal vez el "Expulsados" del título se refiera a que todos estos seres han sido expulsados de la vida, del "paraíso terrenal", arrancados a destiempo, de ahí su desconcierto y su deambular sin rumbo.
Hay un marcado contraste entre la sofisticación, frivolidad y vacuidad de los personajes, y lo trágico de la espera. Ni la música, ni el baile, ni la bebida, ni el cigarrillo ni el flirteo logran disipar la angustia, la oscuridad, el miedo, el vacío.
Las caracterizaciones son caricaturescas y deliberadamente ambiguas y patéticas. El vestuario subraya la personalidad de cada cual.
"Expulsados vodevil": un cocktail tragicómico.
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