Julieta Vallina, Pollo Canevaro y Ernesto Meza - Fotografía: Enzo Brutti
Con un premio del Concurso de Proyectos de la Comedia de la Provincia , otro del Instituto Nacional de Teatro y todo preparado para las funciones que tendrán lugar el mes próximo en el Centro Cultural Recoleta, hoy volverá a presentarse en la sala de la calle 2 entre 41 y 42, Eterna, el espectáculo cuya puesta en escena y dirección son de Laura Valencia. Las funciones tendrán lugar los viernes y sábados a las 23.
Así, en una remozada y renovada sala, ampliada y acustizada, José Canevaro, Julieta Vallina, Jorge Caballero, Laura López Moyano y Ernesto Meza recrearán la adaptación que hizo Valencia de la novela de Ricardo Piglia, "La ciudad ausente", un producto de la búsqueda teatral dentro de lo que es la búsqueda existencial.
A partir de lo que podría llamarse una anécdota, la muerte de Elena, la mujer de Macedonio Fernández, se plantean una serie de interrogantes acerca de la muerte y los muertos, la aceptación de los que quedan vivos y los recuerdos de los difuntos.
En "Eterna", la idea gira en torno de la intención de "desactivar" a esa mujer, la voz interminable que mantiene vivo el recuerdo. La historia se desarrolla en un Museo en el que se encuentra la Máquina, la representación del imparable cadáver. Pero La Máquina narra la historia y no cesa. ¿Quién tiene el poder de detenerla? Alquien que no quiere testigos a la hora de desconectarla.
Con el "okey" del autor de la novela original, que vino a ver "Eterna", Macedonio no existe en esta obra, pero está Pérez y otros personajes. Se busca algún parangón con respecto al macabro destino de los restos de Evita, para lo cual se agregó texto, y todos deambulan permanentemente en un lugar laberíntico, creando un ritmo vertiginoso y una atmósfera ominosa.
LA PUESTA EN ESCENA
La puesta en escena es una cuestión aparte pero definitoria a la hora de hablar de "Eterna". La escenografía, constituida por un ropero y cuatro cajas, cambian de lugar y de posición todo el tiempo. Son utilizados como recurso dramático desde el momento en que se transforman en cada situación.
Del mismo modo, se procede con los cambios de vestuario, los que se concretan en el mismo escenario. La música se funde con textos en off y con sonidos producidos por los propios actores, grabadores a cinta abierta y un proyector de super 8 mm.
El uso de estos recursos es deliberado, según confiaron los hacedores de esta creación, pues provoca cierta ambigüedad en la ubicación temporal generando un estado permanente de pasado, presente y futuro.
Fuente: El Día (Viernes 9 de abril de 1999)
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