UNA EXPERIENCIA VITAL. Spregelburd al frente de un elenco multitudinario, en tiempos del estreno de “Bizarra”, en el Centro Cultural Rojas. Diego Fernández Otero
Tal vez "Bizarra", de Rafael Spregelburd, sea la obra teatral más larga del mundo. Varios años después del estreno y a raíz de la edición del texto completo, el autor y las protagonistas se reencuentran para recordar la gesta de un espectáculo que fue mojón para la escena independiente porteña.
Por: Damián Damore
No sé responder cuál es la primera imagen que se me cruza cuando me hablan de Bizarra, está todo tan mezclado." Rafael Spregelburd contesta a la pregunta y a la vez reflexiona sobre los alcances del tiempo. O al menos, sobre los alcances de aquel tiempo en el que el país se incendiaba. Los personajes de Bizarra establecieron exageraciones de todo tipo. "La obra en sí fue exagerada, hay personajes que empiezan de una manera posible y terminan rápidamente desaforados: el romanticismo de Velita; el odio de clase del militante Cabriota; el regodeo en la maldad de la villana Wilma Bebuy, el delirio político de Candelita Auster; el resentimiento del amante despechado en el pobre Washington Ureta; la exacerbación gay de Dubián, el extremismo nacionalista de Sebastián. Todos los personajes están atravesados de un procedimiento desaforado que los transforma en herramientas poéticas de un punto ciego y neurótico, casi siempre un ataque al modo bienpensante de la clase intelectual. Disfrazadas de ingenuidad, en Bizarra se dijeron cosas monstruosas que –lejos de estar de acuerdo con mi pensamiento– producen un enorme y oscuro placer culposo. Sólo porque son 'muy' exagerados, se nos hacen tolerables. Pero el daño ya está hecho: una vez dicho lo que había que decir, disfrazado de demasiado, queda un angustiante fondo de rara verdad."
Bizarra fue una fábula de diez capítulos con más de cien personajes. El último episodio fue ambientado el 19 de diciembre del 2001, dos días antes de que Argentina se quedara sin presidente; se estrenó en el Rojas en diciembre de 2003. Sus protagonistas son dos hermanas, Velita y Candela, pobre y rica respectivamente. Fueron separadas al nacer y se enteran de su parentesco casi al final de la saga. En el medio pasa de todo. Ñ ubicó al prolífico dramaturgo y a las actrices Laura López Moyano (Velita); Elisa Carricajo (Candela); Viviana Vázquez (Wilma) y Débora Dejtiar (Alba). Repasaron aquellos días de Bizarra. "Viviana Vázquez canturreaba una canción venezolana en la terraza de la productora Corina Cruciani: trataba de convencernos a todos (un poco borrachos de cerveza caliente y de sol) de que era momento de saltar hacia el corazón de Latinoamérica y dejar de lamentarnos –como veníamos haciendo– por la huida migratoria de tantos amigos y familiares. Recuerdo una vez que me puse a componer una cancioncita horrorosa que narraba las desgracias de una chica llamada Velita y que era una parodia de "Chiquitita", de ABBA. En un momento dejamos de sacar cuentas y metimos todo lo que nos daba la gana. Nicolás Varchausky, autor de la música original, hacía gestiones infructuosas para grabar las canciones con la banda de la Policía Federal y Los Pibes Chorros. Así nació Bizarra. Fue tan aventurera que es para contársela mil veces a los nietos", dice Spregelburd.
Elisa Carracajo trabajó como actriz en Acassuso y Fractal, también factoría de Spregelburd, pero lo que sucedió en Bizarra le resultó increíble. "Que la misma gente siguiera a la obra cada viernes en el Rojas ya nos parecía genial. Creo que es una medida que representa el fenómeno: comprometerse a venir a ver una obra en capítulos. Una vez estaba muy irritada haciendo una cola y se me acercó una persona y me dijo, '¡Candela!, ¿que haces vos haciendo la cola?'. Me cambio el humor, claro". Viviana Vásquez: "En un momento hubo problemas en el elenco. Se armó una cadena de mails que derivaron en malos entendidos, '¡esto es teatro!', pensé. La cuestión es que descubro que algunos personajes morían en el capítulo ocho, entre ellos el mío. Yo me enojé con Rafael en ese momento, le dije, 'si me sacas en el ocho, voy al Rojas y te armo un escándalo'. En fin: no me mató en el ocho, pero sí en el nueve y ¡resucité en el 10! Me mataron con la música de Isol (ex vocalista de Entre Ríos, responsable también del diseño de figuritas de la obra) y ahí lo adoré a Rafael: fue la muerte más hermosa que me podía imaginar para mi personaje. Podría hacer Bizarra de nuevo con mucho gusto".
Laura López Moyano (Velita) relata: "El día de las fotos para el álbum de figuritas, Viviana se llevó un body de satin naranja y le propuso a Rafa hacer fotos subidas de tono. Se hizo el almanaque porno de Bizarra 2004, todos hicimos poses muy ridículas. Había mucha ropa extraña. Nadie podrá ver ese almanaque, que de un lado tiene a todas las chicas y del otro los chicos".
"El colmo de este merchandising llegó con ese calendario pornográfico, que era tristísimo, una grosería absoluta disfrazada de material de consumo. Lo hicimos con el material que sobró de las sesiones de fotos para la obra. Todo era reutilizable. Esto era parte vital de la experiencia Bizarra (Spregelburd). "Mi personaje, Alba, está vestida de punk en toda la obra, de modo que para la producción de figuritas me llevé un vestuario sadomasoquista de cuero negro, ¡nada más lejos de mí! Disfruté mucho de la obra y la haría con gusto de nuevo. Ser de nuevo Alba Bebuy, Miss Curtiembre, y terminar uno de los capítulos con una música estridente y con pollitos en el escenario, como el grupo Kiss, fue un momento elevadísimo". (Débora Dejtiar)
Este espectáculo creó un merchandising que incluyó un álbum de figuritas y un almanaque, con la llegada del libro, ¿Bizarra cierra el último episodio o hay más? Habla Spregelburd: "Nunca se sabe. Pero es singular que pienses en el libro como parte de ese absurdo merchandising, jamás se me hubiera ocurrido, pero puede ser. La verdad es que uno quisiera que el libro fuera un poco autónomo, que sirviera como lectura incluso para quienes no hubiesen visto el espectáculo. Pero es probable que su raro valor radique en que evoca aquel espectáculo, que para nosotros, tanto los que lo hicimos como los que lo acompañaron, fue una experiencia inolvidable. Bizarra difícilmente se repita. Al menos es seguro que nunca se repetirá así como estaba. De hecho, ya es imposible volver a reunir al numeroso elenco. Lo cierto es que en Nápoles, la directora italiana Manuela Cherubini ha traducido el libro completo y será la gran producción del Festival Internacional de Nápoles 2010. Es una enorme alegría, y una rareza no esperada. Si hay un país en el mundo donde Bizarra puede volver a tener sentido, ese país parece ser la díscola Italia de Berlusconi."
— ¿Hubo propuestas para reponer Bizarra?
— Sí, hubo una intención de hacerla en televisión, en Canal 7. Pero debían darnos ciertas garantías que nunca aparecieron, supongo que porque el canal también tiene en su interiores horizontes contradictorios a los nuestros. Por ejemplo: yo quería filmar todo el material y luego editarlo en treinta episodios de una hora cada uno, pero no quería que el programa saliera al aire antes de terminar de filmar, ya que los ritmos de grabación televisivos y el apuro por cerrar cada capítulo hubieran hecho inmanejables las variaciones y novedades estilísticas que yo había pensado para este formato. En fin: tal vez en el futuro sea posible. La crisis del 2001 no se va a mover de lugar, y ya es un espacio mítico que se puede visitar cuando uno quiera, concluye Spregelburd.
Fuente: revistañ
No sé responder cuál es la primera imagen que se me cruza cuando me hablan de Bizarra, está todo tan mezclado." Rafael Spregelburd contesta a la pregunta y a la vez reflexiona sobre los alcances del tiempo. O al menos, sobre los alcances de aquel tiempo en el que el país se incendiaba. Los personajes de Bizarra establecieron exageraciones de todo tipo. "La obra en sí fue exagerada, hay personajes que empiezan de una manera posible y terminan rápidamente desaforados: el romanticismo de Velita; el odio de clase del militante Cabriota; el regodeo en la maldad de la villana Wilma Bebuy, el delirio político de Candelita Auster; el resentimiento del amante despechado en el pobre Washington Ureta; la exacerbación gay de Dubián, el extremismo nacionalista de Sebastián. Todos los personajes están atravesados de un procedimiento desaforado que los transforma en herramientas poéticas de un punto ciego y neurótico, casi siempre un ataque al modo bienpensante de la clase intelectual. Disfrazadas de ingenuidad, en Bizarra se dijeron cosas monstruosas que –lejos de estar de acuerdo con mi pensamiento– producen un enorme y oscuro placer culposo. Sólo porque son 'muy' exagerados, se nos hacen tolerables. Pero el daño ya está hecho: una vez dicho lo que había que decir, disfrazado de demasiado, queda un angustiante fondo de rara verdad."
Bizarra fue una fábula de diez capítulos con más de cien personajes. El último episodio fue ambientado el 19 de diciembre del 2001, dos días antes de que Argentina se quedara sin presidente; se estrenó en el Rojas en diciembre de 2003. Sus protagonistas son dos hermanas, Velita y Candela, pobre y rica respectivamente. Fueron separadas al nacer y se enteran de su parentesco casi al final de la saga. En el medio pasa de todo. Ñ ubicó al prolífico dramaturgo y a las actrices Laura López Moyano (Velita); Elisa Carricajo (Candela); Viviana Vázquez (Wilma) y Débora Dejtiar (Alba). Repasaron aquellos días de Bizarra. "Viviana Vázquez canturreaba una canción venezolana en la terraza de la productora Corina Cruciani: trataba de convencernos a todos (un poco borrachos de cerveza caliente y de sol) de que era momento de saltar hacia el corazón de Latinoamérica y dejar de lamentarnos –como veníamos haciendo– por la huida migratoria de tantos amigos y familiares. Recuerdo una vez que me puse a componer una cancioncita horrorosa que narraba las desgracias de una chica llamada Velita y que era una parodia de "Chiquitita", de ABBA. En un momento dejamos de sacar cuentas y metimos todo lo que nos daba la gana. Nicolás Varchausky, autor de la música original, hacía gestiones infructuosas para grabar las canciones con la banda de la Policía Federal y Los Pibes Chorros. Así nació Bizarra. Fue tan aventurera que es para contársela mil veces a los nietos", dice Spregelburd.
Elisa Carracajo trabajó como actriz en Acassuso y Fractal, también factoría de Spregelburd, pero lo que sucedió en Bizarra le resultó increíble. "Que la misma gente siguiera a la obra cada viernes en el Rojas ya nos parecía genial. Creo que es una medida que representa el fenómeno: comprometerse a venir a ver una obra en capítulos. Una vez estaba muy irritada haciendo una cola y se me acercó una persona y me dijo, '¡Candela!, ¿que haces vos haciendo la cola?'. Me cambio el humor, claro". Viviana Vásquez: "En un momento hubo problemas en el elenco. Se armó una cadena de mails que derivaron en malos entendidos, '¡esto es teatro!', pensé. La cuestión es que descubro que algunos personajes morían en el capítulo ocho, entre ellos el mío. Yo me enojé con Rafael en ese momento, le dije, 'si me sacas en el ocho, voy al Rojas y te armo un escándalo'. En fin: no me mató en el ocho, pero sí en el nueve y ¡resucité en el 10! Me mataron con la música de Isol (ex vocalista de Entre Ríos, responsable también del diseño de figuritas de la obra) y ahí lo adoré a Rafael: fue la muerte más hermosa que me podía imaginar para mi personaje. Podría hacer Bizarra de nuevo con mucho gusto".
Laura López Moyano (Velita) relata: "El día de las fotos para el álbum de figuritas, Viviana se llevó un body de satin naranja y le propuso a Rafa hacer fotos subidas de tono. Se hizo el almanaque porno de Bizarra 2004, todos hicimos poses muy ridículas. Había mucha ropa extraña. Nadie podrá ver ese almanaque, que de un lado tiene a todas las chicas y del otro los chicos".
"El colmo de este merchandising llegó con ese calendario pornográfico, que era tristísimo, una grosería absoluta disfrazada de material de consumo. Lo hicimos con el material que sobró de las sesiones de fotos para la obra. Todo era reutilizable. Esto era parte vital de la experiencia Bizarra (Spregelburd). "Mi personaje, Alba, está vestida de punk en toda la obra, de modo que para la producción de figuritas me llevé un vestuario sadomasoquista de cuero negro, ¡nada más lejos de mí! Disfruté mucho de la obra y la haría con gusto de nuevo. Ser de nuevo Alba Bebuy, Miss Curtiembre, y terminar uno de los capítulos con una música estridente y con pollitos en el escenario, como el grupo Kiss, fue un momento elevadísimo". (Débora Dejtiar)
Este espectáculo creó un merchandising que incluyó un álbum de figuritas y un almanaque, con la llegada del libro, ¿Bizarra cierra el último episodio o hay más? Habla Spregelburd: "Nunca se sabe. Pero es singular que pienses en el libro como parte de ese absurdo merchandising, jamás se me hubiera ocurrido, pero puede ser. La verdad es que uno quisiera que el libro fuera un poco autónomo, que sirviera como lectura incluso para quienes no hubiesen visto el espectáculo. Pero es probable que su raro valor radique en que evoca aquel espectáculo, que para nosotros, tanto los que lo hicimos como los que lo acompañaron, fue una experiencia inolvidable. Bizarra difícilmente se repita. Al menos es seguro que nunca se repetirá así como estaba. De hecho, ya es imposible volver a reunir al numeroso elenco. Lo cierto es que en Nápoles, la directora italiana Manuela Cherubini ha traducido el libro completo y será la gran producción del Festival Internacional de Nápoles 2010. Es una enorme alegría, y una rareza no esperada. Si hay un país en el mundo donde Bizarra puede volver a tener sentido, ese país parece ser la díscola Italia de Berlusconi."
— ¿Hubo propuestas para reponer Bizarra?
— Sí, hubo una intención de hacerla en televisión, en Canal 7. Pero debían darnos ciertas garantías que nunca aparecieron, supongo que porque el canal también tiene en su interiores horizontes contradictorios a los nuestros. Por ejemplo: yo quería filmar todo el material y luego editarlo en treinta episodios de una hora cada uno, pero no quería que el programa saliera al aire antes de terminar de filmar, ya que los ritmos de grabación televisivos y el apuro por cerrar cada capítulo hubieran hecho inmanejables las variaciones y novedades estilísticas que yo había pensado para este formato. En fin: tal vez en el futuro sea posible. La crisis del 2001 no se va a mover de lugar, y ya es un espacio mítico que se puede visitar cuando uno quiera, concluye Spregelburd.
Fuente: revistañ
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