jueves, 4 de marzo de 2010

Dios hace terapia psicoanalítica

Silvia Franc y Eduardo Wigutow

¡Oh, Dios mío! Autoría: Anat Gov. Traducción: Juan Freund. Intérpretes: Silvia Franc y Eduardo Wigutow. Vestuario y escenografía: Alicia Vera. Música original: Gabriela Goldman. Asistencia de dirección: Juan Richards. Dirección general: Juan Freund. En el Auditorio Ben Ami (Jean Jaures 746). Jueves y sábados, a las 21. Duración: 90 minutos.

Nuestra opinión: buena

Un encuentro inesperado. Una relación extraña que va definiéndose de a poco y sin muchas certezas. Una psicóloga recibe en su consultorio una visita sorprendente: Dios. La inseguridad y el temor se apropian de la mujer, pero, a poco de comenzada la entrevista, ya no hay dudas. Ese hombre que tiene sentado enfrente es el mismo creador de un mundo al que ya le cuesta escuchar y, sobre todo, comprender. Algo se le ha escapado de las manos y ya no lo puede controlar. Y se siente cansado y enfermo, sin ánimos para recomenzar.

El encuentro que propone la autora israelí Anat Gov, más allá de su atractivo, es muy inquietante por momentos. Profunda conocedora de cuestiones bíblicas, la escritora revisa ciertos momentos y determinados personajes de la historia religiosa y, en breves síntesis, los acerca a través de unos diálogos sencillos, pero que siempre promueven el interés y la reflexión del espectador. Su valoración del mundo de Job, por ejemplo, es muy efectiva.

Actuaciones profundas

Desde la dirección, Juan Freund apunta sin dudas a la labor interpretativa. Ambos personajes son bien diferentes, en apariencia; pero, a poco de profundizar en la relación, algunos aspectos los ligan, y esto es sumamente interesante, porque pueden potenciar sus conductas y definir aún más ciertas riquezas que los caracterizan.

Silvia Franc y Eduardo Wigutow van adentrándose de a poco en el mundo interior de sus criaturas, y así logran definir con claridad las ideas que sostienen a unos seres que irán creciendo, no siempre a un ritmo ideal, pero que terminarán haciéndose cargo de una historia que está atravesada por buenos momentos de tensión. Aunque a veces ciertos toques de comedia resulten muy efectivos para alivianar una inevitable carga dramática.

Una segura reflexión quedará flotando en el aire. La ficción ha tenido su potencia y la representación ha sabido destacarla.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

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