sábado, 10 de octubre de 2009

“No hago teatro con mentalidad de ONG”

Su vida. "El teatro es algo íntimo. Porto la ´bolivianidad´de forma natural, sin declamaciones" dice el director de Transparente, su primera obra que toma su propia historia como materia prima

DIEGO ARAMBURO, DIRECTOR Y DRAMATURGO BOLIVIANO

Representante de la nueva generación del teatro de su país, reniega del folclorismo y afirma que no precisa usar poncho para ser más boliviano.

No sería la primera vez que el dramaturgo y director boliviano Diego Aramburo viene a la Argentina. Y decimos “sería” porque actualmente se encuentra en Canadá, donde dirige un montaje, contratado por el Théâtre du Trident, el teatro nacional de Quebec, un nivel inédito hasta el momento para un artista de su país. Esta vez, la compañía Kiknteatro, que tiene a cargo hace más de una década, presenta una de sus creaciones, Transparente, en el Espacio Callejón, en el Abasto, en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires.

“El teatro boliviano de la nueva generación comienza su presencia en los grandes festivales internacionales en este FIBA, y la puerta que Rubén Szuchmacher y Alberto Ligaluppi (directores del festival) abren este jueves para las artes escénicas bolivianas tiene una importancia fundamental”, dice Aramburo, responsable además de la puesta de King Kong Palace, del chileno Mariano de la Parra, en el Festival del Mercosur, que se desarrolla también en este momento en Córdoba.

Transparente es profundamente ‘yo’, por lo que se puede decir que tanto las facilidades como la problemática del mismo hecho de ser boliviano la atraviesan de principio a fin, pero ésa no es la temática de la obra. El concepto de partida para la escritura era transparentarme pues en mis obras anteriores, si bien eran textos que reflejaban parte mía, nunca me permití tomarme a mí mismo como materia prima. Al mismo tiempo, el material genera una historia o tres paralelas, pero la ilación inicial no fue narrativa sino que todas reflejan cosas muy íntimas, vistas desde diversos ángulos”, dice Aramburo.

Estudió teatro en Brasil –donde se relacionó con Antunes Filho, Declan Donnellan y Yoshi Oida–, en el Centro Jerzy Grotowski y en Francia. ”A la Argentina siempre la sentí demasiado próxima: mi padre estudió aquí y cargaba con una influencia positiva que supo transmitirnos, quizás por culpa de Mafalda, Fontanarrosa, Borges, Arlt, Cortázar y tantos otros”. No obstante, reconoce al hecho de vivir en Bolivia como la médula de su trabajo. “Pero no para hacer, como yo lo llamo, ‘teatro con cabeza de ONG’”, subraya.

–¿Te referís a cierto folclorismo?

–Sí, al aprovecharse de la estética boliviana –de algunas, porque tenemos una inmensa variedad–, o de las problemáticas sociales y las necesidades del país, para vender obras. Los bolivianos inevitablemente llevamos dentro una mezcla de culturas y un universo polisémico y abigarrado que contiene al mismo tiempo los más profundos problemas y dolores junto a las más grandes alegrías y las más simples y geniales soluciones. Entonces no hace falta declararse boliviano si uno realmente lo es, porque es algo profundo y marcante que un disfraz jamás podría portar. Para mí, el teatro es algo íntimo y porto “la bolivianidad” de forma natural. Y no por hacer que suenen unas zampoñas, cosa que sería demasiado superficial, simplista en el peor sentido, pues la bolivianidad es mucho, pero mucho más que alguna estética. No por no usar poncho soy menos boliviano que quien lo use. Los folclorismos no son la mejor ayuda y hasta pueden perjudicar, pues mientras más uno quiere mostrar algo desde sus pistas más visibles –entendamos “vistosas”–, más uno quedará en lo superficial en su relación con lo mostrado por esa vía.

–En 2004 hiciste en la Argentina una obra de Sarah Kane, que en ese momento era una desconocida para los porteños. ¿Cómo eligen las obras?

–Estuve en Buenos Aires un par de veces, con obras mías y con la de Sarah Kane. Escojo un texto por razones personales, porque me habla y me toca, al procesarlo lo hago mío y, por lo tanto, boliviano.

–¿Qué dramaturgos y directores conocés de la Argentina y te interesan?

–Me encanta el teatro de Rafael Spregelburd o propuestas de gente más joven como Mariano Pensotti o Lola Arias, o de más grandecitos, como Veronese y el propio “Szchummi”: tengo el placer de conocerlos a todos. Sigo también a Federico León, Agustina Gatto o Romina Paula. Y la propuesta cordobesa actual, con Cipriano Argüello Pitt, Gonzalo Marull o Jazmín Sequeira es muy interesante.

Fuente: Crítica

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