martes, 8 de septiembre de 2009

Piñeyro adelanta su nueva película

Piñeiro por Piñeyro. El director tomó cosas del best seller y cambió otras, como la edad de los personajes. (Foto: Patricio Pidal)

CÓMO SERÁ LAS VIUDAS DE LOS JUEVES

Vuelve tras cuatro años y lo hace con la adaptación a la pantalla del best seller de Claudia Piñeiro. Por qué no es "sobre los countries".

L. M.D´Espósito

Una de las mejores cosas que le pueden pasar a un periodista de cine en la Argentina es entrevistar a Marcelo Piñeyro. No sólo porque es un tipo al que le gusta mucho el cine, sino también porque discute, pregunta y se preocupa por lo que hace, más allá de si a uno –también crítico– le gustaron o no sus películas. El motivo de esta entrevista es Las viudas de los jueves, su último largometraje basado en el best seller de Claudia Piñeiro, y apuesta fuerte del cine industrial nacional en esta última parte de la temporada. “Estoy fundido –dice, con razón, en medio de la maratón de medios que lo entrevista(mos)–, además terminamos apenas la semana pasada con el film”. Sin embargo, cuando empieza a hablar de cine, se le ilumina la cara y ahí va: la charla se extiende como si no hubiera ningún apuro.

–¿Cómo llegaste a esta película? ¿Qué te interesó de la novela?

–La verdad es que al libro me lo propusieron. El productor Gerardo Herrero me venía presentando cosas y yo no aceptaba; entonces me preguntó si había leído Las viudas de los jueves y le dije que no. Tenía muchos prejuicios con la novela, realmente me esperaba algo tipo Amas de casa desesperadas o similar. La verdad es que la leí y me pareció mucho más interesante, me parece una buena novela. Y ahí me puse a pensar que complementaba a El método, que parecía el otro lado de aquella película. Después pasa que a mí me gustan mucho los cuentos de John Cheever, y que lo que ocurre en la novela se podía tratar desde ese lado. No es que me crea Cheever ni remotamente (ríe), pero pensé que ahí había algo que me interesaba.

–Llama la atención la decisión de “matar” el misterio del film desde el principio, desde la secuencia de títulos.

–Porque en el fondo es un film sobre lo que es trivial de una vida trivial. A mí no me interesa ver qué pasa en un country, la película no es un estudio sociológico ni nada de eso: lo que quiero ver es cómo es esa nada, cómo es ese vacío. Por eso la conectaba con El método, porque en El método vemos al mismo tipo de personajes en el mundo profesional. En cierto sentido, me fui planteando Las viudas... como una mirada a esos personajes en la intimidad, diez años después. Es como un complemento o un díptico, pero realmente no fue algo que me planteé conscientemente sino que fue surgiendo a medida que trabajaba en la película. El libro es mucho más un estudio sociológico de la vida en un country, de hecho un estudio bastante impiadoso. Una cosa de la que yo estaba muy consciente era que no quería hacer eso; quería mostrar sobre todo la trivialidad de una vida. De allí el trabajo de adaptación, incluso –y esto lo dijo la misma Claudia– la necesidad de mostrar otras cosas. Por ejemplo, la sexualidad, que en el libro no figura para nada. Y eso está porque, justamente, me interesaba sumergirme en la intimidad de esos personajes.

–Da la impresión de que la historia deberían protagonizarla personajes más grandes. ¿Por qué elegiste a gente alrededor de los 40?

–Bueno, ésa fue una de las discusiones que tuve con los productores. Todo el mundo veía a estos personajes como más viejos, gente de unos cincuenta, cincuenta y pico. Y para mí siempre estuvo claro que se trataba de personas de alrededor de cuarenta años, digo entre los treinta y muchos y los cuarenta y pocos. No pensé en tipos de cincuenta o cincuenta y cinco y hay una razón: a esa edad, si estás en esa situación, te retirás, podés vivir el resto de tu vida tranquilo. Éstos tienen la desventaja de estar quebrados por una parte y, por la otra, no pueden empezar de nuevo. Son demasiado jóvenes para tener lo que se necesita para retirarse, y demasiado viejos como para andar otro camino. Y en eso estaba seguro, por eso es que hay una especie de cambio ahí respecto de la novela. Además, son tipos que dieron el salto en los noventa.

–También parece que, dada la historia, las alternativas eran o bien un tono de melodrama desatado o uno de sátira desatada.

–Vuelvo a lo de Cheever: me interesaba ese tono que no termina de ser satírico o irónico ni melodramático. De hecho es un film donde tomamos bastante distancia, tratamos de observar a los personajes en el lugar donde se mueven. Sobre todo, quería evitar que los personajes fueran arquetipos, que simbolizaran algo. Quería que fueran ellos mismos, eso que son, no unos arquetipos de la vida en un country. Y lo que son es eso, gente que vive encerrada en lo que cree que es lo mejor que les puede pasar, pero no hace más que estar ahí, yendo de un lugar al otro. No hay nada ahí, son tipos que van de acá para allá y creen sólo en el dinero. Es trivial incluso su relación con la muerte, empezando por el Tano (Pablo Echarri): es significativo que su negocio sea la muerte, y en lo único que puede pensar al final es cómo hacer una transacción trivial con su muerte.

–Volviendo a lo que decías de que incorporaste la sexualidad de los personajes, también aparece como algo trivial.

–Y está todo el arco de esa sexualidad. Desde la pareja adolescente que está experimentando, hasta la de Martín (Ernesto Alterio) y Lala (Gloria Carrá), donde la sexualidad no aparece para nada; evidentemente se ve también en ese caso que la relación entre el Tano y Teresa (Ana Celentano) es de socios. Y que en la de Ronnie (Leonardo Sbaraglia) y Mavi (Gabriela Toscano) hay una sexualidad con problemas, rutinaria, pero que funciona.

–Esa pareja es la más compleja, la que se ve como mejor construida.

–Esa pareja es central, creo que las dos más importantes y que están más trabajadas son las del Tano y Teresa y la de Ronnie y Mavi. Los primeros son los que reflejan el funcionamiento de ese mundo; los otros tienen problemas, tienen idas y venidas. La diferencia entre el Tano y Ronnie es que Ronnie se bajó mucho antes de la calesita y se acomoda, para sobrevivir, en ese lugar de bufón, de la ironía. Incluso ésa es la pareja que discute sobre irse del country: Ronnie le habla a Mavi de vender la casa, de irse. Además tienen a su hijo, tienen una relación familiar muy diferente.

–También es llamativo que el hijo de esa pareja no aparece como el lugar común del pibe malcriado de country.

–Totalmente, las cosas que hace son las que hace cualquier adolescente. Eso me parece es lo que los termina sacando de ahí, lo que les permite salir, la llave. Lo dice Ronnie directamente, pero es evidente que se trata de otra relación, con idas y venidas, pero diferente, más contenida. Eso también es lo que le permite a Ronnie tomar distancia de lo que pasa y decir lo que dice.

–Es la primera vez, además, que las mujeres tienen tanto peso en una de tus películas.

–Sí, creo que es la primera vez que me metí en el mundo femenino desde adentro. En realidad, todo el poder lo tienen las mujeres, por eso es que de alguna manera tienen mayor peso, algo que además está relacionado con que la Argentina es un país muy matriarcal. Eso, claro, también viene de la novela, pero lo que hicimos fue concentrarnos un poco más en el personaje de Teresa, que es realmente quien cree en ese tipo de vida, y que por eso termina haciendo lo que hace, optando por ese mundo. Realmente el Tano y ella creen en eso. Y lo que pasa es que ahí no hay nada. Por eso en la película no hay realmente misterio o suspenso: son gente que lo único que hace es vivir ahí. No tiene otra cosa. Por eso también es que usamos todo lo que pudimos el plano general, para ver con distancia, la idea era retratar esa nada de los personajes. No la nada del country, porque no quería hacer un film contra los countries, eso no me interesa. Lo que me interesaba era eso de contar la negación, de construir un pequeño mundo donde el afuera no existe o no tiene relación con uno. Y lo trivial y aburrido que es eso. Quise filmar desde adentro del barro, no sentarme afuera y ver cómo juegan en el barro los demás.

Fuente: Crítica

No hay comentarios: