domingo, 16 de agosto de 2009

Sbaraglia-Soriano: bajo el signo de la trampa

Nunca habían trabajado juntos. Pero desde hoy, llevarán adelante "Contrapunto", de Anthony Shaffer, un policial negro que llegó dos veces al cine. Será en el Multiteatro, dirigidos por Agustín Alezzo.

Por: María Ana Rago

Pepe es, por norma, súper puntual. Incluso, llega antes de la hora fijada para la entrevista. Leo se retrasa unos minutos, pero no demasiados: es que lleva a su hija de 3 años al jardín de infantes, desde San Telmo hasta Palermo, y eso le complica los horarios. Uno tiene 80 años; el otro, casi la mitad, 39. Soriano y Sbaraglia ensayan Contrapunto, de Anthony Shaffer, que se estrenará esta noche en el Multiteatro, dirigida por Agustín Alezzo. Las diferencias no los alejan: saben complementarse. Y procuran enriquecerse con los aportes del otro.

Hace pocas semanas, Soriano terminó con las funciones de El loro calabrés, espectáculo que estrenó hace 35 años y que vuelve a hacer una y otra vez, para evitar tener que comer "pan amargo": es la metáfora que él mismo emplea para expresar que prefiere no aceptar propuestas de trabajo que no lo convencen. En El loro calabrés encuentra un refugio seguro: es su pan sabroso.

Después de Closer, en 1999, Sbaraglia no volvió a hacer teatro. Hasta ahora, que bajo las órdenes de Alezzo, quien fue su primer maestro, hará su regreso a las tablas. Los acompañará en escena, con una participación especial, el actor uruguayo Félix Volpini.

Antes de uno de los últimos ensayos de Contrapunto, los actores mantienen esta entrevista con Clarín. Después de una sesión de fotos en el escenario en el que darán vida a sus personajes, eligen un bar para la charla. Aunque ya es el mediodía, café con leche y medialunas de por medio, transitan por diversos temas, pero siempre vuelven a la cuestión central: esta obra que los hará compartir, por primera vez, un proyecto.

La historia sobre cómo llegan a hacer este espectáculo es sencilla. El productor Julio Gallo le había propuesto hace un tiempo a Pepe hacer una obra sobre Orson Welles. Pero al actor le pareció que no era un texto próximo para los argentinos. A partir de entonces, paró las antenas, a ver si aparecía algún otro libro para interpretar. "Conocí a Kenneth Branagh, que hizo la última versión cinematográfica de esta obra, incluso, vimos juntos la película. Le pregunté si era pieza teatral y me dijo que sí", relata Soriano. Y salió a buscar la versión en castellano. "Luego, necesitábamos al otro actor, que diera respuesta a la fuerza que el personaje tiene", sigue. Y así surgió el nombre de Sbaraglia.

Desde hace un año y medio, Leo -que por una década había estado radicado en España-, viene trabajando para proyectos locales. "Yo me formé con Agustín (Alezzo)", cuenta Leo. Si bien sigue teniendo propuestas laborales del otro lado del Océano, por ahora, se quedará acá, hasta diciembre. "Pero la idea es ir y venir. Tratar de compatibilizar para seguir filmando allá", dice.

Pepe, usted protagonizó "Visitando al Sr. Green", con Facundo Arana. Acá repite la fórmula de trabajar junto a un actor joven.

Sí, exactamente. Me gustó esa experiencia. Necesitamos renovar los planteles. Tiene que haber gente joven en el teatro. Porque uno no es eterno y hay que ir cediendo espacios. Mirá, yo tengo una hija de 16 años y tengo hijos grandes de 46 y 48 años. Si yo no tuviera una hija adolescente, estaría ignorante de la manera de vivir este tiempo. Y hablando del teatro, la gente joven me alimenta. Yo les transmito mi experiencia, que a veces les sirve, pero me devuelven muchas cosas. Y en el juego, quedamos, como dice la obra, "honrosamente empatados". Y está muy bien que sea así.

El año próximo se estrenarán dos películas en las que actuó Leo: El corredor nocturno, que hizo junto a Miguel Angel Solá, y Las viudas de los jueves, de Marcelo Piñeyro. El año pasado, Pepe actuó en El brindis, que se filmó en Chile, y que acá no se estrenó. Está por filmar otra película en ese país, bajo las órdenes de Silvio Callosi. "Me acostumbré, sobre todo, a hacer teatro y, eventualmente, a la televisión", dice Soriano. "Pero hace siete años que no hago televisión, ni siquiera voy a un reportaje. No porque no me llamen. Pero sé que la televisión es un negocio, por eso no acepto ir a contar mi vida a un programa si no me pagan. Y el precio lo fijo yo", sentencia. "La suerte que tengo es que puedo prescindir de eso. No es soberbia: no lo necesito para promocionarme", dice. "Es cierto que la televisión está bastante estúpida en todos lados", aporta Leo, al comparar lo que ocurre en la Argentina y en España, sobre todo, con los llamados "personajes mediáticos".

"Nosotros estamos haciendo teatro porque no sólo es un medio para vivir, sino que fundamentalmente te hace crecer muchísimo", asegura Leo, quien cree fervientemente en Contrapunto, pero que al igual que su compañero, sabe que la última palabra la tiene el público.

"Es un policial negro muy entrete-

nido, con humor, con perversión, con omnipotencia", lo define Soriano. "Tiene mucho suspenso. Está lleno de trampas, que se van poniendo uno al otro", agrega Sbaraglia. "Hay vidrios que se rompen, hay tiros, explosiones, una escalera que cae...", enumera Leo. En el segundo acto aparece Félix Volpini en el rol del detective, personaje que encierra el misterio de todo el asunto. "La obra propone un juego y el público tiene que participar de ese juego", explica Pepe. "Es una letra muy difícil ésta, porque tiene un extracto literario que no tiene nada que ver con nuestra manera de hablar", dice Pepe. "Es importante hacer esta obra para asimilarnos a una temporada que en los últimos años viene siendo brillante. A mí, como público, me cuesta elegir entre tantos espectáculos en cartel", expresa este actor que es, además, un asiduo espectador de teatro. También Leo, que entre espectáculos comerciales y del under porteño, ha visto numerosas obras.

En esta puesta no usarán micrófono, porque no quieren. "Lo decidimos con Alezzo. La sala es relativamente abarcable, entran 400 personas, creemos que podemos. La voz humana es más real", dicen.

Pepe, antes de Visitando al Sr. Green, había hecho dos grandes musicales: Mi bella dama y El violinista en el tejado, donde se lucía por su talento y la vitalidad que regalaba desde las tablas.

Leo, ¿querés hacer comedia musical?

Leo: ¡Me encantaría! Estoy estudiando y cuando considere que me da la voz, lo haré. En realidad, toda la vida estudié canto. Me parece que es un género muy atractivo para el actor. Nunca canté públicamente, pero me encanta.

Tiene un hermano músico, Pablo, para quien grabó el video de uno de los temas de su disco. Y otros tres hermanos más, todos varones: uno arquitecto, otro pintor y otro periodista deportivo.

El arcón de los recuerdos de Soriano es de una enorme riqueza. En la charla, mientras Leo cuenta que lleva a su hija Julia al teatro, a ver espectáculos infantiles -aunque asegura que no demasiado, porque es muy selectivo-, Pepe recuerda que él hizo teatro para niños, incluso, bajo la dirección de Alejandro Casona. Trae a la memoria el estreno de Doña Disparate y Bambuco, que protagonizó junto a Perla Santalla, Lydia Lamaison, Teresa Blasco y Osvaldo Pachecho, en el Teatro San Martín. Su anecdotario es amplio.

La entrevista va llegando a su fin. Leo saca su celular para mostrar las fotos de su hija; en una, está dibujando: "Es que mi mujer (Guadalupe Marín) es artista plástica". Pepe empieza a hablar de la importancia de dejarles un presente mejor a los hijos. Y la charla toma otro rumbo, se aparta definitivamente de Contrapunto. Ahora les queda tiempo para una ensalada en un local de comidas rápidas y luego, volverán al trabajo: habrá un ensayo más de este policial que los enfrentará en escena.

Fuente: Clarín

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