viernes, 21 de agosto de 2009

"No tengo añoranza por el pasado"

DIRECTOR EN EL 2005, LUPPI DEBUTO COMO CINEASTA EN ESPAÑA, CON "PASOS", LA PELICULA EN LA QUE ACTUO SU ESPOSA, SUSANA HORNOS.

ENTREVISTA A FEDERICO LUPPI

Radicado en España después del corralito, volvió para filmar dos películas y aceptó una participación en la TV: desde la semana que viene será el padre de Roth en "Tratame bien". Retrato de un hombre apasionado.

Por: Silvina Lamazares

El contestador telefónico del cuarto de al lado acumula pedidos de entrevistas que el dueño de casa no quiere dar. Dice que prefiere no hacer más notas, porque "empiezo a decir cosas y me caliento, yo me conozco... No puedo callar la bronca, sabés. Y hay cosas de este país y del mundo entero que no entiendo, que no voy a entender". Y, hombre fiel a sus promesas, una vez que aceptó la entrevista con Clarín a cuento de su regreso a la televisión, no puede con su genio. A los 73 años, con más de 80 películas filmadas, con un exilio a cuestas, una honda cultura y una colección de luchas gremiales, entre otras resistencias, Federico Luppi no habla sólo de su próximo personaje. Retrato de un hombre apasionado.

La charla, sin testigos ni más sonidos que ese teléfono que refleja la demanda de los medios, fluye a caballito de su fervor, en el octavo piso del edifico de Barrio Norte en el que vive cuando regresa a la Argentina. Un balcón terraza, ambientes coloridos, una salamandra y la sencillez del que no necesita las gigantografías de sus retratos decorando el espacio. Así vive Luppi en la Buenos Aires querida de su mujer española: "Susana está enloquecida con esta ciudad. Con la arquitectura, con la comida... Una de nuestras salidas clásicas es ir a comer a El cuartito (ver La ceremonia). A mí no me gusta quedarme aquí haciendo turismo, me quita un poco de realidad, ¿sabés?".

Buen anfitrión, se presenta como un gran preparador de sabrosos tés y se refleja como esos caballeros que se sientan últimos, aunque deba esperar un rato parado. A un costado, el Cóndor a la trayectoria que recibió la semana pasada, un puñado de películas (entre ellas Ana y los otros, Enrique IV, Ginger y Fred y su Plata dulce, la que selló en la memoria de los espectadores la frase de Arteche y la puta madre que te parió) y una plaqueta de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires que le entregaron hace unos meses en Ramallo, su ciudad natal.

"Había venido en noviembre del año pasado para filmar en Rosario, con Norma Aleandro, Cuestión de principios, de Rodrigo Grande. Estando ahí apareció la oferta de filmar en San Luis con Juan Carlos Desanzo (Verano amargo) y me fui quedando. Y cuando volví surgió esta oportunidad de grabar unos capítulos en Tratame bien (desde la semana que viene será el padre del personaje de Cecilia Roth en el unitario de El Trece) y también la de actuar en Farsantes (la versión televisiva de Nueve reinas), con Leonardo Sbaraglia y Leticia Bredice, que dirigirá Bruno Stagnaro. Así que hasta fin de año estaré seguramente en mi país", comenta el actor que en 2001, a propósito del corralito, se radicó en España.

"No quiero hacer la novela del joven pobre... Yo me intereso por la política porque la política guía mi vida. No es que yo me quiera meter en el entrecejo del Senado o de los diputados, pero me acuerdo del corralito y ésa es la clara demostración de cómo intentan adueñarse de lo tuyo: me tenía que levantar a la mañana temprano a hacer largas colas en el banco para que me dieran 100 dólares por semana... de mi propio dinero. Algún reverendo hijo de puta, en alguna miserable y oculta oficina de algún ministerio me jodió la vida y yo me entero recién frente al hecho consumado", recuerda, enfervorizado. "Lo único que pretendo es sentido común, que es lo que trato de aplicar, como cuando me hablaron de la jubilación privada: ¿acaso una compañía financiera privada que vive de especular con la guita se va a ocupar de mi futuro jubilatorio?", se pregunta el protagonista de clásicos emblemáticos del cine argentino, como Tiempo de revancha o La patagonia rebelde.

"El otro día le decía a mi mujer que yo pongo voluntad para no engancharme en las broncas, pero me pongo a ver la tele y escucho cada cosa, que me pongo loco. Cualquiera dice cualquier cosa", entiende Luppi, el hombre que se irritó cuando, frente al televisor, oyó a Mirtha Legrand decir "¿y a mí qué me importa Honduras? (el día que ella esperaba que la presidenta argentina hablara de la realidad postelectoral)". Luppi contraataca: "Hay cosas que no se pueden decir así nomás. América latina ha vivido permanentemente la angustia, el dolor y la resaca espantosa de golpes militares... ¿Cómo vas a decir eso? Es una irresponsabilidad".

Lejos de sostener aquéllo de que todo tiempo pasado fue mejor, confiesa que "no tengo añoranza por el pasado". Abuelo, padre de dos hijos y dueño de un talento incuestionable y de un Cóndor a la trayectoria que le entregaron la semana pasada, grafica que ese premio "es como las arrugas: un día te llega".

Fuente: Clarín

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