lunes, 10 de agosto de 2009

Los milagros de Sor María Ludovica

Una monja con destino de santa

El Arzobispado sigue de cerca el camino de la religiosa hacia la canonización. Monseñor Aguer viajó a Roma. El Vaticano ya comprobó un milagro: la curación de una niña que hoy tiene 21 años y lleva una vida normal.

La comunidad católica platense espera con particular expectativa la canonización de Sor María Ludovica, la religiosa que realizó su incomparable obra solidaria en el Hospital de Niños que heredó su nombre. Aunque no se sabe cuándo será declarada santa, en el Arzobispado afirman que el proceso sigue bien encaminado.

Ya se le comprobó un milagro -el que la convirtió en beata- y por estos días evalúan otro en la congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano.
En julio de 2007 y tras las evaluaciones del caso, el Arzobispado de La Plata envió las carpetas selladas y lacradas para que las analicen los peritos médicos y teólogos de la Santa Sede. Ahora, el caso es seguido de cerca por monseñor Héctor Aguer, que en marzo último viajó a Roma para interiorizarse.

En esa ciudad se encuentra el postulador Fernando Rojo, representante del Arzobispado ante el Vaticano, que se encarga de seguir todo el proceso desde que fue beatificada en 2004. Rojo fue designado para cumplir ese cargo por la congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, a la que pertenecía la monja fallecida en 1962.

“Este proceso tiene dos instancias”, dijo a Hoy el monseñor Raúl Gross, uno de los sacerdotes del Arzobispado platense. “Una es la diocesana que ya fue superada cuando se envió el estudio a Roma. Pero todavía falta completarse la segunda, es decir la de los estudios médicos y teológicos, dado que se trata de una curación”. De acreditarse el milagro, Sor María Ludovica será santa y se cumplirá el sueño de la comunidad que la admira.

“Si los peritos confirman que la curación no tiene explicación científica, se dará la fecha de canonización. Desde el Arzobispado se está haciendo mucho por la canonización”, dijeron a este medio desde la congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia.
No es mucho lo que ha trascendido sobre el segundo milagro; entre otras cosas, que se trata de la curación de un niño que padecía plagiocefalía -enfermedad que afecta a la cabeza y al desarrollo- y que se recuperó luego de que le colocaran una estampita bajo la almohada. El caso guarda similitud con el primero.

Antonella

El primer paso importante hacia la canonización fue la beatificación, aprobada por Juan Pablo II. La Santa Sede determinó que no había explicación científica para la curación de Antonella Cristelli, una niña platense que padecía una patología congénita conocida como espina bífida. Además, había nacido con las vías urinarias, vejiga y un riñón severamente deteriorados, y los miembros inferiores inmovilizados.

A los dos meses, Antonella fue operada para colocarle una cánula que posibilitara el funcionamiento parcial de sus vías urinarias. Pero no mejoró y, cuando cumplió nueve meses, su tío que era médico del Hospital de Niños, le pidió a Emilia Paternosto -que fue hermana superiora de la congregación- que intercediera ante Sor María Ludovica por la curación de su sobrina.

Antonella, junto con su madre y su tío, concurrieron al panteón donde se encontraban los restos de la religiosa y fue ahí donde se produjo el milagro. La niña, que hasta ese entonces no movía sus piernas, se apoyó en el ataúd y se puso de pie. A los veinte meses logró caminar.
Sin embargo, seguía con complicaciones en su salud y su familia continuaba rezando. A los cuatro años fue operada porque era necesario cerrarle una intervención realizada a los pocos meses de vida, extirparle el riñón que no funcionaba y tratar de reconstituirle la vejiga. Pero cuando los médicos comenzaron la intervención constataron que la vejiga se había ampliado y funcionaba en forma normal; y lo mismo sucedía con el riñón. Todos los estudios determinaron que la curación de Antonella era científicamente inexplicable.

En la actualidad, Antonella tiene 21 años y cursa estudios universitarios. “Lleva una vida normal como cualquier chica de su edad: estudia, sale con sus amigos”, dijo a Hoy Rubén Cristelli, padre de la joven.
El milagro fue vivido por su familia como una “emoción y una sensación de paz”. “Somos una familia católica, creyente en la fe, pero no somos practicantes. Queremos que Antonella tenga una vida tranquila”, concluyó.

Fuente: Hoy

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