viernes, 14 de agosto de 2009

El paradigma de la poesía urbana

Raul Gonzalez Tuñon, a 35 años de su muerte

Autor de Miércoles de ceniza, El violín del diablo y La rosa blindada, sus versos despertaron admiración en escritores como Julio Cortázar o Juan Gelman. Trabajó como periodista y fue amigo de García Lorca, Pablo Neruda y César Vallejo.

Pocos como él supieron retratar ese universo urbano que otros preferían omitir. Ese en que convivían obreros, prostitutas, payasos, marineros, magos y ladrones; personajes que, como escribió alguna vez la periodista Silvina Friera, “caminaban por el mundo de los márgenes, de los bajos fondos”.

Su imagen fue tan grande que nadie pone en duda que su poesía influyó decisivamente en la cultura de nuestro país en las décadas del ‘50 y el ‘60; y además, participó activamente de la vanguardia literaria de los años ‘20.
Su primer libro, El violín del diablo (1926), lo publicó con tan sólo 21 años y le permitió formar parte del martinfierrismo junto a Roberto Arlt, Carlos Mastronardi y escritores con un poco más de espalda como Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo y Enrique González Tuñón, hermano mayor de Raúl.

En la década del ‘20, el campo intelectual argentino estaba dividido en dos grupos: Florida (al que tanto él como los editores de la revista Martín Fierro pertenecían) y Boedo, que nucleaba a escritores identificados con la literatura social y que tenía en las figuras de Leónidas Barletta y Roberto Mariani a sus cabezas más visibles. No obstante, ese enfrentamiento era más político que literario, ya que González Tuñón, al igual que Roberto Arlt, mantuvo siempre relaciones cordiales con el grupo de Boedo, especialmente con el poeta Nicolás Olivari, con quien escribió en 1933 la obra Dan tres vueltas y luego se van, que se estrenó en el teatro La Máscara en 1958.

Referente de generaciones

Alguna vez Julio Cortázar manifestó que “si hubiera salido poeta, su cuerda habría estado en la lira desafinando entre la de Raúl (González Tuñón) y la de Oliverio (Girondo)”, en clara muestra de admiración hacia los versos de ambos poetas.
Su influencia es notoria en autores como Julio Huasi, Juan Gelman, Roberto Santoro y Francisco Urondo, a partir de sus “poemas civiles”, alusivos a acontecimientos políticos y sociales; siendo uno de los precursores de la poesía social en la Argentina y uno de los fundadores de la denominada corriente moderna de poesía urbana.

Al igual que su hermano Enrique, Raúl González Tuñón fue periodista. “Cuando ingresé tras él al diario Crítica fue una etapa apasionante, un fenómeno periodístico extraordinario -algo decididamente no superado-, parecíamos una sola persona, coincidíamos en todo. En adelante me estimuló, me ayudó, aun desde lejos y hasta su último aliento”, contaba Raúl sobre Enrique, que murió el 9 de mayo de 1943, y había sido compañero de Roberto Arlt en las páginas policiales de ese periódico.

Convivir con la vanguardia

Así como González Tuñón integró la vanguardia martinfierrista ocupando un lugar privilegiado en el campo intelectual argentino, en 1928, y antes de embarcarse rumbo a Europa, publicó Miércoles de ceniza. Vivió en Madrid y París, ciudades donde entabló relación con poetas como García Lorca, César Vallejo, Pablo Neruda y Rafael Alberti.

En el continente europeo publicó, entre otros libros, Todos bailan, poemas de Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en su marca preferida de whisky (Johnny Walker), que se transformaría en su álter ego literario; y La rosa blindada, inspirado en un levantamiento minero en Asturias, obra que se transformó en una de las más firmes influencias de los denominados “poetas de la Guerra Civil española”.
Nacido el 29 de marzo de 1905 en el barrio porteño de Once, murió el 14 de agosto de 1974, un día después de escribir un poema dedicado a Víctor Jara -víctima del golpe militar de Pinochet.
Justificar a ambos lados
Fuente: Hoy

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