viernes, 21 de agosto de 2009

Crónica de un éxito asombroso

TEATRO: EL SUCESO DE "PIAF"

Ya la vieron más de 15 mil espectadores y se venden 100 entradas por hora con el sistema telefónico. El éxito es mayor al que tuvo la obra en el Donmar Warehouse de Londres, papel que llevó a la notable Elena Roger a ganar el Laurence Olivier como mejor actriz de la temporada. La felicidad de la protagonista, la opinión del director Jamie Lloyd y los números de un fenómeno.

Por: Sandra Commisso

Una chica parisina de la calle, triunfa en el mundo gracias a una voz inconfundible, vive una tragedia tras otra y se convierte en leyenda. Una chica porteña de Barracas, sueña con triunfar en el mundo gracias a su talento y va cumpliendo su sueño. La primera es Edith Piaf; la segunda, Elena Roger. Las coordenadas las unen ahora en el teatro Liceo, en Buenos Aires en la obra Piaf, por segunda vez (el año pasado fue en Londres). Y el resultado es un verdadero fenómeno de público: desde su estreno, hace un mes, ya la vieron más de 15 mil espectadores y la cuadra del teatro, en Congreso, es testigo de largas colas de gente que, con frío o lluvia, espera su turno para sacar entradas. "Es increíble lo que sucede: se venden 100 entradas por hora con el sistema telefónico. Estamos felices porque todo el esfuerzo de producción que hay acá, que es enorme, valió la pena. La gente sale conmovida del teatro", dice Mariana Correa, productora general.

El doloroso destino de El gorrión de París, como se la conocía a la cantante, resucita cada noche en el cuerpo y la voz de Roger, con una verosimilitud impresionante. Precisamente ésa es una de las claves del éxito: su protagonista. "Creo que esta obra me llegó en un momento de calma mental", dice Elena en su cálido camarín. Rodeada de dibujos y fotos de Piaf, que se multiplican por el pasillo que lleva al escenario, relajada, casi volátil, sigue tratando de desentrañar el fenómeno del que es un engranaje fundamental: "En el trabajo uno pasa por distintas etapas. Yo tuve otros momentos buenos pero creo que el hecho de estar sin pareja ahora, más cerca de mi familia, me permite concentrarme más en lo que estoy haciendo. Este es un momento de mucho estudio, para pensar, es una etapa muy clara e interesante". Elena ya había hecho la misma obra en Londres, el año pasado, en el Donmar Warehouse. Aunque no fue un éxito como el de acá, a Piaf le fue muy bien con el público y la crítica y la actriz recibió el prestigioso premio Laurence Olivier por su trabajo, con lo cual también se ganó un lugar de respeto entre el exigente mundo teatral británico.

Precisamente, la puesta en escena de Piaf en Buenos Aires tiene mucho de la versión londinense. "Después de arduas negociaciones durante meses, logramos el permiso para traer la obra acá, con una producción mixta entre el Donmar y Adrián Suar y Fernando Blanco, por la Argentina", cuenta Correa. De ese cruce, con un casting de actores locales, director inglés (Jamie Lloyd, el mismo de la versión británica) y vestuario traído íntegramente desde Londres, entre otras cosas, se logró este resultado. "Incluso Richard Mawbey, el realizador de las pelucas, vino especialmente. Pero tuvimos que traer con él también un horno especial para el mantenimiento de las pelucas que acá no existe. Y lo mismo pasó con algunos elementos del sonido y las luces". Mawbey es quien le diseña las pelucas a Elton John y a Madonna, entre otros famosos.

"Con Piaf suceden varias cosas: es una obra que tiene prestigio y a la vez resulta popular, tiene un nivel altísimo aún para la cartelera porteña, acostumbrada a obras de calidad; hay un gran trabajo del director y de Elena, que está en un punto de madurez", opina Suar. "Yo ya había visto a Elena en la versión inglesa de Evita y sabía lo que podía dar. Cuando hace un año la vi haciendo de Edith Piaf, fue tremendo, algo con mucha mística. Está poseída por Piaf". El público sale ávido de seguir oyendo a Piaf/Roger y arrasa con el disco de Elena, Vientos del sur que se vende en el hall, aún cuando el CD, que fue grabado hace dos años, no tiene ninguno de los clásicos que aparecen en la obra.

El vestido negro, como de eterno luto, que usaba la Piaf en el escenario, sus zapatitos sencillos (nada de glamour francés en los pies de la chica callejera) acompañan a Elena en una de las paredes de su camarín. Todo el elenco realizan una obligada concentración media hora antes de cada función, que incluye una rutina de elongación porque las casi dos horas de función son extenuantes.

El elenco que acompaña a Roger en escena es otro gran acierto. De entre 1.000 postulantes, 300 quedaron para el casting final de donde salieron quienes interpretan al resto de los personajes. "El excelente nivel de los actores le da a esta versión argentina una energía nueva, más apasionada y comprometida", dice el director Jamie Lloyd, desde Londres. "Es el mejor equipo con el que me ha tocado trabajar", señala Lloyd, quien no sólo fue responsable de la puesta en el Donmar londinense sino que él mismo sugirió algunos cambios a la autora de la pieza original, Pam Gems. Y todos, como el momento en que el boxeador Marcel Cerdan aparece en la vida de Edith, resultaron efectivos.

Un nexo fundamental en el rompecabezas Piaf es Ana Moll, actriz argentina que se fue a vivir una nueva vida a Londres hace nueve años y terminó siendo clave en el proyecto, además de volverse amiga íntima de Elena. "Nos conocimos acá en 1998 audicionando juntas y me había impresionado su trabajo. Después, por las vueltas de la vida, terminé trabajando en la productora de Andrew Lloyd Weber. Y cuando ellos buscaban a una actriz para una nueva versión de Evita, yo les propuse a Elena. Tuve que insistir mucho, para que la escucharan. Lo conseguí después de hinchar hasta el límite, y quedaron encantados con ella", cuenta. Pero lo que siguió tampoco fue fácil. Hubo que batallar para lograr el permiso para que Roger trabajara en Inglaterra. "Lo que hace Elena con este personaje es increíble. Tiene una manera orgánica de interpretar los personajes, los huele, los vive; no imita ni hace de; ella es Piaf".

Moll participó en la elección del elenco y ahora, ella y el director residente Edgardo Millán se turnan para ver todas las funciones. "Siempre hay algo que ajustar. El director dirigió esta obra como una partitura". En los bares que rodean al Liceo, Elena es una presencia requerida; mozos y público no dejan de pedirle autógrafos; la miman como a una estrella.

Las canciones desgarradas de Piaf recobran vida en la voz de Roger que aprendió francés para interpretarlas. "Edith era un personaje heavy, no le tenía miedo a nada. Yo disfruto mucho esto porque nunca se sabe qué sigue".

Fuente: Clarín

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