viernes, 24 de agosto de 2001

Una "road movie" teatral

"Puentes": Una pieza interactiva para un conflicto sindical de los ´40
Dentro de los aciertos de la obra, está el equipo de actores, que hacen partícipe al público de la inestabilidad que hoy viven todos aquellos que trabajan en fábricas, oficinas y, también, en relación de dependencia.

Ficha técnica: "Puentes" de Mariana Chaud y Mariana Anghileri. Dirección: Mariana Anghileri. Escenografía: Roberto Fernández. Diseño de sonido: Nicolás Varchausky. Iluminación: Roberto Fernández y Mariana Anghileri. Vestuario: Griselda Vidal. Actores: Carlos Tkizian, Diego Velázquez, Juan Branca, Leo Granullers, Marcelo Nacci, Matías Chebel y Policastro. En La Fábrica Ciudad Cultural (Querandíes 4290), los domingos a las 20 y 21.30.

EL ESPECTACULO Los cuatro pisos que conforman la fábrica IMPA, de aluminio, se convierten en un sugestivo escenario teatral para ir hilvanando las escenas que terminarán con la muerte de un obrero, víctima de una disputa de poderes sindicales, en la Argentina de fines de los 40. En síntesis esto es lo que cuenta la fragmentada narración dramática, con la que la directora de "3ex" -su primer espectáculo conocido que integrará la programacion del próximo III Festival Internacional de Buenos Aires- cautiva y conmueve al espectador que se acerca hasta el edificio de calle Querandíes, en el barrio de Caballito. "Puentes" es una "performance", una especie de "road movie" urbana, miserable e inquietante, en la subyace el eterno drama de poderes que también se desarrolla entre las clases trabajadoras. Sobre este tema, Anghileri fue construyendo una historia hecha de "retazos", de situaciones que se repiten en distintos escenarios, de operarios que son capturados por manos "invisibles", en una noche oscura y de obreros o sindicalistas especializados, que preparan entre juegos de naipes y cuentos tontos, una emboscada a otro trabajador, que en apariencia pertenece a un grupo antagónico.

RELATO FRAGMENTADO Con esta "performance" Anghileri demuestra una vez más sus influencias cinematográficas a la hora de narrar, como ya había pasado en su fantástica "3ex". Esta vez las escenas se suceden a modo de encadenados, fundidos y hasta en algunos casos de sutiles primeros planos. La iluminación permite ir tejiendo una trama de misterio y de un sinsabor atrapante. Internarse en "Puentes", es disponerse a "leer" y participar de un relato fragmentado, en el que la imaginación del espectador irá completando la trama, una vez que haya sido "despedido" del lugar por una puerta lateral de la fábrica, al concluir el espectáculo. Lo valioso de la propuesta de Anghileri, de su coautora Mariana Chaud y de su equipo de actores, es que hacen partícipe al público de la inestabilidad que hoy viven todos aquellos que trabajan en fábricas, oficinas y, por decirlo de una vez: en relación de dependencia. La "performance" sólo permite el acceso de algo más de veinte personas por función y recorrer los cuatro pisos del lugar, sólo guiados por varios asistentes con linternas, es una experiencia única para todo aquel que quiera sentir la sensación de internarse con cuerpo y alma en una historia que encierra misterio, seducción y muerte.

UN SONIDO FABRIL Dos escenas son claves y hacen "despertar" al espectador hacia una sensación de realidad apabullante. Una de ellas es la escena en la que se intenta someter a un hombre en uno de los baños. La otra es el simulacro de asesinato en la terraza, en la que hasta los vecinos se asoman por las ventanas al escuchar los falsos disparos. El equipo de actores sorprende a través de la sensación de realidad, que transmiten la sutileza y el expresionismo de sus gestos. La sigilosidad de los movimientos que se desarrollan casi en penumbras, el dramatismo de las escenas y el vestuario contribuyen a hacer más verosímil esta historia que sucede en medio de sonidos de máquinas, láminas de aluminio, envases de cartón y paredes grises, que recuerdan los insalubres ámbitos en los que la mayoría de las veces se trabaja y se tejen efímeras ilusiones.

Juan Carlos Fontana

Fuente: La Prensa